Banqueros y economistas independientes se tranquilizan estos días con las mejores estadísticas de actividad que vienen apareciendo, confirman que se detuvo la caída con leve recuperación a fin de 2016; aunque muy pocos garantizan todavía que el derrame será tan contundente hacia agosto-octubre, como para pronosticar ya un triunfo del Gobierno en las elecciones este año.
Crecen fuerte los préstamos personales para refacciones y consumo, aumentan las escrituras, sube 20% la venta de autos en marzo contra el año pasado, aumentan los precios de terrenos y propiedades, y los más optimistas auguran que para la época de las elecciones la economía estará creciendo al 4% o 5%. Lucen obviamente mejores las perspectivas de consumo para los sectores medios y medios altos, sean autónomos o con empleos formales, porque podría recuperarse el poder adquisitivo si efectivamente se detiene la inflación.
Pero sigue el interrogante en los amplios sectores medios bajos y bajos de la sociedad, más la pobreza extrema en los Conurbanos, donde el consumo no se recupera y cada vez hay más gente, aún empleada, a la que le cuesta llegar a fin de mes. Con este panorama, los funcionarios políticos del oficialismo están aterrados. Las encuestas empeoran para el Gobierno en el Gran Buenos Aires, al Presidente comienzan a entrarle las balas de la oposición, el clima en la calle se enrarece cada vez más con los piquetes y las protestas, se agita el fantasma del regreso de Cristina y se paralizan decisiones económicas y políticas; y crecen las internas dentro del propio Gobierno sobre cómo encarar las cosas de ahora y hasta las elecciones.
Como en la mayoría de los órdenes de la vida, la verdad habrá de estar en un punto medio. Ni la euforia de los banqueros por una economía condenada al éxito, ni la desesperación de los funcionarios ante la inexorabilidad de una derrota electoral si se mantuvieran las cosas igual que hoy.
A las puertas de un nuevo fin de semana largo, con tiempo para serenar los ánimos y descansar de los piquetes, vale la pena repasar algunas informaciones para tener en cuenta, al menos para especular respecto de cómo siguen las próximas semanas en el país. Veamos algunas:
-Que se olviden quienes suponen que los traspiés políticos que atraviesa el Presidente podrían determinar una pérdida de influencia y poder del jefe de Gabinete, Marcos Peña. Mauricio Macri ha ratificado su modelo de gestión hacia adentro y hacia afuera. Regazzoni, el ex titular del Pami, no sería la única víctima del re empoderamiento del equipo de Peña. Otras altas figuras del elenco oficial que lo enfrentaron y cuestionaron ya cayeron en desgracia. Ministros y legisladores, en capilla, y con destino incierto, antes o después de las elecciones. También se amplía la influencia del equipo de comunicación que depende de la Jefatura de Gabinete a todas las dependencias estatales y empresas con participación del Estado.
-Es importante la apuesta del Gobierno al lanzamiento de los créditos hipotecarios para la clase media. «Algo para quienes nos votaron», dicen los ministros políticos, siempre críticos del ajuste fiscal al que los someten sus colegas del equipo técnico del Presiente. Se prometen hasta 30 años de plazo y cuotas entre $ 6000 y 10000 por mes, más el relanzamiento del Procrear. En los bancos, tanto públicos como privados, aseguran que los mecanismos todavía no están aceitados para responder a la avalancha de solicitudes que todos estos anuncios sin duda van a provocar. En las entidades, Todos los equipos y personal del rubro hipotecarios fueron reducidos, por la sencilla razón que desde el cepo la actividad se paralizó hasta el año pasado. La preocupación es que no se genere un cuello de botella que no pueda dar respuesta y termine resultando una frustración, a quienes tantas veces se les prometieron créditos accesibles para la vivienda propia.
-Efectivamente Semana Santa es el último plazo para saber si Elisa Carrió será candidata de Macri en Ciudad o Provincia. La fecha no tiene que ver con la Resurrección, sino que termina la posibilidad de rearmar los padrones nacionales. Carrió está ya domiciliada en la provincia y debería cambiar. Afirman que la Dra María Romilda Servini, quien define estas contiendas, le mandó avisar que tiene tiempo hasta Semana Santa para el traspaso.
-Todos esperan que Lilita acuerde con el Presidente jugar en la Ciudad. Tapona la amenaza de Martín Lousteau y libera la Provincia para un candidato o candidata más pura del PRO, lo más parecida a María Eugenia, según recomienda Jaime Durán Barba. Quienes conocen al Presidente, afirman que a la hora de la definición de quién debe encabezar las fórmulas, el Jefe de Estado siempre, insisten siempre, le ha llevado el apunte a su gurú ecuatoriano. «Siempre acertó, no vamos a cambiar ahora», explica el Uno.
-Los que no la quieren a la Dra Carrió en la Provincia (no solo Jorge Macri cuyo destino los próximos meses habría que seguir con interés más allá de la carrera legislativa) explican que aún garantizando un triunfo, sería una debilidad para Macri y la gobernadora Vidal «Mirá si gana Lilita en Provincia y Lousteau en Capital. ¿Qué hacemos? Entregamos el Gobierno», comentaba un paladar negro de la Casa Rosada
-¿Qué hará Cristina? Durán Barba, que dicen acierta todo, afirma que Cristina sin duda será candidata. Y le parece la mejor noticia. La imagina eufórica en estos días con la caída en desgracia del Gobierno. Algunos especulan con qué irá como primera candidata a diputada, tal vez con Verónica Magario, de La Matanza, como primer candidata a Senadora. Cristina hará mucho más ruido en Diputados que en el Senado. La mayoría de los intendentes, aún aquellos que se sentirían más cómodos con un Randazzo de candidato, admiten hoy que no la enfrentarían a Cristina. «Extrañamos el Látigo», se sinceró un puntero del Conurbano.
-Finalmente habrá que seguir conviviendo con los piquetes. Se gobierna por encuestas, y las mediciones no son claras en la opinión pública. Existe la grieta. Bastante más de la mitad de los consultados responde estar en contra de la represión. También se reconoce la falta de preparación y el desarme de las Fuerzas de Seguridad en los tres mandatos K. Con ese argumento, más el temor a que la violencia escale y haya muertes, ni Rodriguez Larreta, ni Vidal ni Macri ordenarán a la Policía reprimir los piquetes. «Los movimientos sociales son una realidad con la que tenemos que convivir. Mejor negociar», explican desde las áreas sociales de la administración.
Fuente: El Cronista.com Guillermo Kohan
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