La pulseada por el costo argentino se resuelve entre todos o la pagan todos

La economía argentina necesita un salto de productividad que no tenga impacto social negativo. El debate en torno a este tema suele ser entendido como la necesidad de recortar horas o puestos de trabajo, pero su alcance debe ser mucho mayor. Los costos que padece tanto el sector público como el privado demuestran que no solo se transforman en una traba para salir al mundo, sino también para movilizar el mercado doméstico.

La discusión sobre la productividad es hija de los períodos flojos. Y por eso cuesta tanto llevarla adelante. En la Argentina, que viene de convivir con una inflación promedio de 25% desde hace casi diez años, todos los agentes económicos se acostumbraron a licuar sus problemas a costa de los consumidores. Si un costo se podía cargar a precios, mejor. Pero el objetivo de inflación descendente, combinado con la caída de consumo que disparó la recesión y la necesidad de tener una inserción externa más agresiva para recuperar rentabilidad, empujan pe-leas por los márgenes en todos los frentes.

El caso más reciente es la pulseada entre comerciantes y emisoras de tarjetas de crédito. Con menores ventas, los minoristas quieren recuperar cada centavo posible. Y por eso acudieron a Defensa de la Competencia. La discusión será difícil de saldar, porque el sector financiero también defenderá sus propios problemas de costos. Lo que queda claro es que el sendero que a recorrer debe combinar una estructura impositiva más eficiente, un Estado que le quite presión a los privados y desista de la inflación como medio de financiamiento, y una regulación que estimule la competencia, para que sea la inversión la que empuje en primer lugar las mejoras de competitividad.

En el caso de las tarjetas, el BCRA avanzó con nuevos impulsos para las transferencias electrónicas. Pero eso no alcanza. También falta un cambio cultural para que todos entiendan que los costos que uno traslada, siempre vuelven. La solución es abandonar el boomerang.

Fuente: El Cronista.com   Hernan De Goñi

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