Un Gobierno para la tribuna

La justificación de las torturas y asesinatos de la dictadura venezolana realizada por Carlos Raimundi es una muestra cabal de la decadencia en la que está inmerso el gobierno. No por Raimundi, que es famoso por su insolvencia intelectual y que en lo único que ha demostrado pericia es en recorrer con perfil bajo el espinel político para tener siempre un cargo. Si el que le diera un cargo fuera Robledo Puch, Raimundi diría que es un hombre que ha luchado contra el imperialismo. El kirchnerismo está lleno de personajes como Raimundi.

El tema es que el mundo está en una situación difícil y estos gestos hunden a Argentina cada vez más en la posición de apestado internacional con el que nadie se quiere juntar y del cual es mejor huir (precisamente lo que están haciendo muchas empresas internacionales mientras la falta de empleo escala a cifras de vértigo). Pero, repito, Raimundi no es el problema. El problema es la extraordinaria falta de gobernabilidad del oficialismo. Lo normal hubiera sido que a Raimundi lo apartaran de su cargo en la OEA inmediatamente y que hiciesen un cerco sanitario aislando a un defensor de dictaduras. Pero el Presidente no puede. No tiene capacidad política para remover a un embajador. ¡En una actitud de increíble patetismo le contó a un periodista que estaba enojado! Como si fuera un concejal de pueblo. En materia internacional el daño es doble: el embajador ante la OEA es defensor de dictaduras y el Presidente no tiene poder para removerlo de su cargo. Cualquier gesto que no sea la remoción del cargo es un escalón más hacia el aislamiento internacional en un momento donde Argentina necesita de muchos apoyos internacionales que le permitan atraer inversiones y crear empleos. Ni un centavo entrará a Argentina y la sangría empresaria se intensificará. Está claro que las viudas de dictadores no cotizan bien en el mercado internacional.

El único indicador que Argentina encabeza es el de mayor cantidad de muertos por millón por Covid. Primeros. En primer lugar y luego de la cuarentena más larga del mundo. Destrozaron la economía y aplicaron una estrategia sanitaria notablemente fallida. En este mundo convulsionado, los países atravesaron la pandemia de mejor o de peor forma. Argentina es observada en el mundo como ejemplo de estrategia estrafalaria, manejada por unos personajes que dan más pena que risa. “Es la pandemia, no la cuarentena” es la más reciente excusa que utilizan cuando alguien les hace notar el destrozo productivo que han generado. Tan sólo un poco de información muestra a las claras la falacia de esa frase. Si uno observa algunos datos de países vecinos, podrá notar que Brasil tuvo el mejor mes de agosto desde 2011 en términos de creación de empleo (casi 250.000 mil empleos nuevos). Uruguay está viviendo un boom de inversiones mientras los chicos van al colegio. Vale aclarar, además, que los uruguayos nunca hicieron cuarentena. Los indicadores sanitarios y económicos son claramente mejores que los nuestros. En Argentina, no supieron cuidar la salud y destrozaron la economía. A esta catástrofe se le suma el aislamiento internacional por desastres como la pésima postura frente a la elección del presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (Argentina no apoyó al candidato de EEUU que tenía el consenso de casi todos los países de Latinoamérica) o la presencia de funcionarios chavistas en sus filas. A propósito de cataclismos y de progresismos bobos, hay alguien que siempre se destaca: la ministra de Seguridad, Sabina Frederic. Ante la gravedad que significa el asesinato de un policía, hay que destacar que la ministra de Seguridad lo único que hizo fue buscar deslindar responsabilidades. Su tarea se basa en relatar los sucesos con un marcado sesgo ideológico en lugar de procurar encontrar soluciones. Gran exponente del progresismo bobalicón que no soluciona nada.

En el mundo el problema es la pandemia. En la Argentina el problema es el gobierno y su infinita cuarentena.

El Gobierno está lleno de funcionarios cuyo comportamiento se asemeja muchísimo al de los viejos burócratas comunistas cuando estaba por caer el régimen. Se ha escrito mucho al respecto y se han hecho películas sobre unos señores que, mientras el régimen se caía a pedazos, seguían hablando de sus obsesiones totalitarias desde sus posiciones de poder si darse cuenta de que todo se desmoronaba alrededor. El kirchnerismo tiene una cantidad impresionante de personas en esa situación. Gente como Raimundi.

El ex integrante de Montoneros y actual senador, Jorge Taiana, vinculó a los culpables del asesinato de Dorrego, hace dos siglos, con Mauricio Macri. Dijo que a Dorrego lo mataron “los intereses financieros de la ciudad de Buenos Aires, los mismos que han apoyado al ingeniero Macri, a su gobierno, y que nos han dejado en esta penosa situación”. Lo dicho sería desopilante en un programa de humor donde hubiera un personaje con perfil de “montonero gagá” sosteniendo pavadas históricas y queriendo armar un relato en base a cosas inverosímiles. Lo grave fue que se dijo en el Senado durante una sesión donde se trataba el recorte de fondos a la ciudad de Buenos Aires. Viejos burócratas hablando para que sólo los escuchen otros viejos burócratas de su secta, cumpliendo a su vez los últimos servicios de destrozo de la República y coronando de esa manera una larga vida de desastres. Eso dicen en una sesión del Senado en la semana que salieron a la luz los datos que cuentan que en Argentina hay 40,9 por ciento de pobres y 10,5 de indigentes. La obra del peronismo en su esplendor. Sus taras y obsesiones de burócratas millonarios destrozando la vida y el trabajo de los argentinos. Si tuvieran algo de dignidad, pedirían disculpas, pero sabemos que los que están en una espiral de decadencia no suelen hacer eso.

El voto de la Corte Suprema aceptando el per saltum por la situación de los jueces que quiere trasladar CFK, por su permanente obsesión con manejar la justicia para garantizarse la impunidad fue un respiro republicano. Habrá que ver cómo sigue. El discurso previo de Fernández agrediendo a la Corte y el posterior por parte de los funcionarios marca que cuando es un tema que le importa a CFK, el Gobierno parece llenarse de un repentino entusiasmo discursivo. Es una pena que ese entusiasmo lo usen en contra de la división de poderes y con el fin único de agradar a CFK. El Presidente, que no puede remover a un embajador que le trajo un enorme problema internacional, es enérgico para vulnerar el Estado de Derecho.

Hablan para escucharse entre ellos y para agradar a la jefa. Fuera de eso, no pueden entender que su accionar daña la vida de muchísimas personas.

Al mundo ya no le importa Argentina, salvo para dar cuenta de sus políticas y líderes estrafalarios, tal como ocurría a fines de los años 80 con los viejos líderes comunistas.

Fuente: Infobae.com     Dario Lopérfido

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