Últimas noticias de la gran familia peronista

Mientras el ultrakirchnerismo gobierna por cuarta vez en la historia haciendo uso de la franquicia peronista y por errores propios y sabotajes autoinfligidos pone en juego su valioso capital simbólico, en la semana que pasó Miguel Ángel Pichetto y Joaquín de la Torre lanzaron, con un acto en San Miguel, una nueva propuesta de “peronismo republicano”, un oxímoron para muchos que no conciben que esas dos palabras puedan combinarse armónicamente de alguna manera. Se trataría, en el mejor de los casos, de una experiencia inédita en los 75 años de existencia que ya lleva el justicialismo.

La versión que está actualmente en el poder vuelve a corroborar que para ser exitoso y conseguir lo que quiere el peronismo necesita volverse hegemónico, tal como lo fueron las tres presidencias dobles (dos turnos consecutivos) de Juan Domingo Perón, Carlos Menem y Cristina Kirchner.

Los que no lograron potenciarse al máximo padecieron dificultades de tal magnitud que terminaron renunciando (Cámpora, Rodríguez Saá), desalojada del poder por un golpe de Estado (Isabel Perón) o acortando su mandato (Duhalde). Néstor Kirchner pudo doblegar ese sino maldito, reconvirtiendo su fragilidad inicial en fortaleza suficiente no solo para terminar sin sobresaltos su período, sino también para imponer a dedo a su esposa como candidata a ocupar el siguiente turno presidencial. La muerte inesperada le impidió ejecutar el gran plan hegemónico que había concebido: alternarse para siempre en el poder con su mujer.

Alberto Fernández llegó a la Casa Rosada de una manera muy peculiar (nominado por quién es su segunda en la fórmula presidencial, que es, a su vez, su jefa ideológica y mentora del actual esquema de poder), pero con una consigna cazabobos (“Volvemos mejores”) que pretendía ampliar los estrechos márgenes del ultracristinismo. Desde el episodio Vicentin para acá, esa ilusión ingenua (que recuerda la fábula de la rana y el escorpión) se fue abollado aceleradamente. La mala noticia para Alberto Fernández es que haber desandado el camino de consensos que propuso en su discurso del 10 de diciembre de 2019 no se transformó en solidez hegemónica para él, sino en perdida de autoridad y poder institucional. Mientras, crece la percepción de que el poder real reside en la vicepresidenta, aunque tampoco puede darle rienda suelta por las propias restricciones del lugar que ocupa en el organigrama institucional. El resultado es un gobierno trabado por sus propias diferencias internas, más que explícitas en estos días con el traumático trámite de salida de Marcela Losardo del Ministerio de Justicia, y la dificultad manifiesta para elegir a su sucesor, aún pendiente.

Ya antes de pasarse a Juntos por el Cambio, Pichetto tenía una idea de armar una coalición peronista no kirchnerista y así se reunió en torno de una misma mesa (cuya cabecera estaba sugestivamente vacía) con Sergio Massa, Juan Schiaretti y Juan Manuel Urtubey. La terquedad de Roberto Lavagna en querer ser, sí o sí, el candidato presidencial de un peronismo no kirchnerista terminó por dispersar a ese núcleo y Massa marchó hacia la reconciliación con el cristinismo, que había denostado tanto como el actual Presidente.

Miguel Pichetto abraza a Joaquín de la Torre
Miguel Pichetto abraza a Joaquín de la TorrePrensa Peronismo Republicano

Pichetto no se rindió y pensó en una ingeniería aún más audaz: cruzar a la vereda de Juntos por el Cambio y desde su lugar de vicepresidente -si JxC ganaba la elección, algo que no sucedió- habría salido con su ambulancia en rescate de los náufragos valiosos de la alianza contraria derrotada. Pero el Frente de Todos ganó.

Tras más de un año de gobierno gris y, como si fuera poco, atravesado por la pandemia y por la crisis económica que heredó, y que este gobierno profundizó, Pichetto vuelve a calentar motores para intentar, una vez más, con mayor esfuerzo y sin resultados asegurados, salir en busca de aquellos referentes peronistas que día a día se sienten más defraudados con el actual esquema de poder. Si la tarea ya parece titánica, mucho más lo será si la invitación a esos peronistas disidentes es a integrarse mansamente a Juntos por el Cambio, tal cual está concebido.

Mientras tanto, el Gobierno dilapida parte de su capital simbólico al quedar atrapado y sin reacciones eficaces frente a polémicas públicas que crecen, como los excesos autoritarios en Formosa y el manejo espasmódico del plan de vacunación contra el Covid. Como si ya no fuesen suficientes los deterioros en la imagen que sufre (ayer, inadaptados apedrearon en Chubut la combi en la que se trasladaba), un episodio colateral volvió a poner sobre la mesa un karma que persigue recurrentemente al kirchnerismo: un bolso repleto de dinero aparecido misteriosamente en la TV Pública, tal vez como efecto de una sórdida pelea gremial dentro de esa emisora, en la que los amos y señores permanentes son los gremios que se reparten el poder allí adentro.

La presencia del bolso con dinero “físico” (un término que popularizó en sus sagas mediáticas y judiciales el valijero Leonardo Fariña) parece ser un déjà vu constante en el devenir del kirchnerismo en el poder, que echa un nuevo manto de sospecha sobre el desmanejo de los dineros públicos.

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