La Argentina debe salir de una feroz recesión que lleva diez años con uno solo de crecimiento. La pandemia agregó parálisis y un aumento del quebranto del Estado, financiado con una emisión de billetes que genera un riesgo inflacionario a futuro. El día cero de la salida, nuestra sociedad debe tener una hiperactividad orientada a la generación de empleo, para no caer en un desastre social. Arriesgaré unas ideas sobre cómo hacerlo.
Hago un primer comentario para la política, responsable de la conducción del Estado y de buena parte de la sociedad. Para salir se requiere poder imponer una voluntad, es decir, se requiere poder. Como creo que la salida debe estructurarse alrededor de una palabra, que es “trabajo”, la voluntad que debe imponerse es la de generar empleo útil. Eso exige tomar una decisión política arriesgada –aunque creo que inevitable-, que es la de optar por la cooperación y no por la confrontación. Ante una realidad mundial de crecientes aislacionismos, se empieza a oír una frase: liderazgos cooperativos. Un puñado de economistas serios de las distintas tendencias y un grupo de políticos constructivos serían una base como para empezar. Pero la conducción le corresponde al presidente, que puede ir por ese camino o no.
El movimiento de las ruedas de la actividad económica y la generación de empleo consecuente dependen de dos cosas: de que alguien asuma el riesgo de invertir lo que tiene o puede pedir prestado, para satisfacer las necesidades o deseos de otro, y de que ese otro finalmente adquiera los productos o servicios que el primero le provea. Bajar los umbrales de riesgo para que más personas tomen ese riesgo e inviertan es absolutamente básico. De modo que lo primero es construir una enorme cantidad de confianza y previsibilidad. De nuevo el acuerdo político es de extrema utilidad.
Del mismo modo en que cuando compro un metro de tela quiero tener la confianza de que me den un metro, lo primero, creo yo, es adoptar una unidad de medida de todas las operaciones económicas, compras, ventas, ahorros e inversión. Esa medida es el valor estable de una moneda. Hay que construirlo y eso se hace con una ley (nuevamente la política) y con mucha seriedad. Debemos generar confianza convenciendo de que vamos a utilizar responsablemente nuestros recursos desde ahora y a largo plazo. Un plan de estabilización es un buen punto de partida para salir. La renegociación de la deuda con tres años de gracia, nos daría una buena plataforma de acción… si no la dilapidamos y somos responsables.
El intendente de General Viamonte, Franco Flexas, nos decía: “La pandemia es una gran oportunidad porque nos obliga a repensar el municipio, para no gastar en cosas innecesarias y ocuparnos de lo esencial para servir las necesidades del pueblo”. Eso es relevante y es verdad… si no dilapidamos la oportunidad. Otra oportunidad es que la pandemia nos sirvió para darnos cuenta de que llegó lo que iba a llegar: la revolución digital, el aumento de la interacción a distancia, la posibilidad de potenciarnos con más cooperación, el cambio del trabajo humano que necesita nuevas reglas que favorezcan bajar la incertidumbre de contratar a otro y que bajen costos paralelos como la litigiosidad, en un gran acuerdo con los gremios. Una tercera oportunidad es la capacitación y la educación a distancia, carreras más cortas y enfocadas a lo que se demande, flexibilidad en la elección de materias, cursos cortos, formación profesional para el trabajo, enseñar a pescar en lugar de entregar un pescado. Enorme oportunidad… si los reaccionarios del statu quo no lo impiden frustrando a millones de argentinos.
Si la política se pone de acuerdo en decir que vamos a poner la totalidad del esfuerzo social en poner en funcionamiento toda la actividad instalada y todas las iniciativas que incorporen personas al sistema productivo de manera persistente, como dice el diputado Quetglas, con reglas de juego sencillas y claras, que garanticen que un metro mide un metro y que no se expropiará el fruto del trabajo de quien trabaje, si logramos acordar un plazo, digamos seis meses, para poner pocos impuestos que sean más bajos para los recursos que se inviertan en eso, el rebote económico nos debería poner en otro escalón de mayor desarrollo, integración geográfica e inclusión social.
El autor es socio de Pinedo, Huici & Asoc y ex presidente provisional del Senado (PRO)
Fuente: Infobae.com Federico Pinedo
Sea el primero en comentar en "Pensando en la salida"