Papeles verdes en el cielo

El disparador no fue ninguna sustancia extraña. Apenas un dibujo. Infantil, para más datos. De un niño enamorado de su compañera de jardín de infantes. Tan inocente como ese fue el motivo inspirador de una de las canciones más bellas del rock naciente. Pero cuando a la idea hubo que ponerle letra y música aparecieron los estimulantes y los alucinógenos. El sueño mágico de volar con los pies en la tierra y soñar en colores estando despierto, para llegar a la felicidad. Es la historia de la magnífica y críptica “Lucy in the Sky with Diamonds”, de los Beatles. Marca de agua (y ácido) de una época, hecha clásico.

Paralelismos inevitables con varios alucinados desvaríos de políticas económicas locales. Dibujos infantiles convertidos en ilusiones, con final de resaca y desvarío. “Flores de celofán amarillas y verdes vuelan sobre tu cabeza”… “Que crecen tan increíblemente alto”, cantaban los genios de Liverpool. Papeles verdes vuelan otra vez sobre nuestras cabezas. Cada vez más alto. Increíblemente alto. No es Lucy en el cielo con diamantes. Es Alberto en un subsuelo de vidrios rotos. Y dólares lejanos. La guitarra desafina y las voz se pierde entre gritos. Los papeles verdes no paran de subir. Un clásico sin poesía ni armonía.

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