Milei a todo o nada, desde el primer minuto

Javier Milei ataca para romper el cerco que ya le plantea el ancien régime. Es temerario y audaz, tal como se presentó, para alterar por completo el sistema de decisiones de un país golpeado por la decadencia.

Pasaron dos semanas y el gobierno de Javier Milei siente el rigor del sistema de poder. Unos pretenden incorporarlo mansamente para una pronta domesticación. Otros lo desafían a descubrir alguna verdad entre tantas promesas engañosas. No faltan los que exhiben su poder en las calles, ajenos a la situación que provocaron y que ahora denuncian como una catástrofe perpetrada por el nuevo presidente.

«Por impactante que resulte, un presidente que resuelve eludir el Congreso, no hablar ante su plenario y hacerlo de espaldas a él en su primer acto de gobierno nunca será una buena noticia para un país harto del desprecio»

En el tratamiento del conflicto callejero, Milei fijó un criterio inverso al establecido por Néstor Kirchner en 2003. Frente a los piquetes posteriores a 2001, aquel presidente aplicó como lema “cobrás y no cortás”. Así, cooptó a los jefes de las organizaciones haciéndolos parte del oficialismo.

Milei viene y dice: “El que corta, no cobra”. Y al mismo tiempo arranca su gobierno con una primera gran apuesta que es, a la vez, réplica a la prematura reacción que provocó su iracunda llegada al poder.

Como candidato, el Presidente había avisado que activaría cuanto antes las drásticas reformas que prometía. En el breve mensaje del miércoles por la noche, presentó escuetamente una monumental reforma de las relaciones económicas y laborales de la Argentina.

El país encontró en ese mensaje una pequeña muestra de lo que había sido la montaña de prohibiciones y regulaciones acumuladas durante décadas.

El camino de Milei es el más audaz y temerario: esquivar a diputados y senadores en el Congreso, evitar someterse a las minorías ajenas que lo controlan y aguardar que las discordias parlamentarias actúen en su favor.

Dicho de otra forma: que el Parlamento quede neutralizado por sus propias peleas internas y no sea una barrera a su rotundo plan de reformas con el que pretende liberar la economía y exponerla a los desafíos del mercado.

Por impactante que resulte, un presidente que resuelva eludir el Congreso, no hablar ante su plenario y hacerlo de espaldas a él en su primer acto de gobierno nunca será una buena noticia para un país harto del desprecio hacia los otros poderes que exhibió el kirchnerismo durante sus cuatro mandatos.

Obviar a los representantes del Poder Legislativo es, nada menos, la primera gran medida estructural que Milei adopta. Tiene un atenuante: los 366 artículos del decreto no hubiesen pasado el tratamiento parlamentario sino hasta que su gobierno languideciera esperando las leyes.

El mensaje es bastante claro y responde a una demanda social con la que construyó su impactante carrera al poder. Durante la temporada electoral fue evidente que había una porción importante del electorado que habilitaba abandonar el camino descendente haciendo siempre lo mismo.

«Sectores industriales y productivos tienen ahora un presidente que se propone sacarlos de un sistema de salvaguardas para exponerlos a la intensidad del mundo de los mercados globalizados»

Es ahí donde Milei encajó con su discurso de hacer exactamente lo contrario a las normas establecidas. El reemplazo del proteccionismo industrial, de las normas laborales basadas en regulaciones de la década de 1930, la eliminación del corset a los contratos entre particulares integrados entre muchas otras medidas en el decreto de necesidad y urgencia (DNU) son una respuesta a esa demanda que Milei convirtió en votos.

La transformación libertaria es intentada por su líder por el camino más corto y audaz. El DNU de 366 artículos pretende resumir en pocas páginas una bomba de medidas de alto impacto y alcances todavía no dimensionados.

Sectores enteros de la economía todavía tratan de establecer durante este fin de semana navideño el efecto que tendrá sobre una realidad acomodada a conveniencias corporativas, pero también a trabas insalvables.

Milei provoca con su decisión no solo al sistema político que él llama “casta”. A menos de dos semanas de asumir también va contra un proteccionismo que tiene en las relaciones laborales uno de los rostros más expuestos.

«La transformación libertaria es encarada por su líder por el camino más corto y audaz. El DNU de 366 artículos pretende resumir en pocas páginas una bomba de medidas de alto impacto y alcances todavía no dimensionados»

Sectores industriales y productivos tienen ahora un presidente que se propone sacarlos de un sistema de salvaguardas para exponerlos a la intensidad del mundo de los mercados globalizados.

Hay, por lo tanto, una ruptura drástica de consensos establecidos entre la política tradicional y los sectores económicos y sindicales.

Por todo esto, la flamante gestión libertaria estaba amenazada desde antes de nacer.

Prever la dimensión de la reacción que tendrán estos sectores que alguna vez Mauricio Macri resumió como “el círculo rojo” es encontrar la respuesta a la máxima amenaza que tiene enfrente el nuevo gobierno.

En primer lugar, el Congreso, donde el sistema político quedó segmentado y desconcertado por la aparición de Milei.

Luego, en el Poder Judicial, desde la primera instancia hasta la Corte, donde previsiblemente, se multiplicarán las demandas para defender las normas que acaban de ser derribadas por un decreto.

Sin más armas que la consumación de sus promesas, Milei se decidió a apostar todo en los primeros minutos del largo partido que empezó a jugar el 10 de diciembre.

A suerte y verdad, el Presidente aplica en simultáneo un drástico plan fiscal que impone un enorme sacrificio personal para todos los argentinos, en especial para quienes ya no llegaban a fin de mes e integran la mitad más empobrecida del país.

Ese plan también es un golpe a los votantes de clase media y clase media alta que constituyen el núcleo duro de sus votantes.

Milei será juzgado en primera instancia por la dimensión del esfuerzo de las medidas y ese veredicto estará relacionado con la voluntad de los argentinos de aceptar o rechazar como un remedio inevitable el golpe inflacionario. Es decir, los efectos del ajuste y la combinación de sus resultados con las medidas del DNU en un mediano plazo generarán una reacción que pondrá en evidencia el nivel de tolerancia de la sociedad.

Si es imposible saber cómo resultará el abrupto giro que impone Milei, ya se conoce con certeza cómo eligió hacerlo: a todo o nada y en el primer minuto.

Sergio Suppo

Fuente: La Nación

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