Nadie sabe todavía si Cristina Kirchner jugará en octubre. Sin liderazgo alguno que despunte en el Partido Justicialista (PJ), CFK aparece para los sectores que le son incondicionales como una suerte de ordenador. Confían en que detrás de su figura se alinearán aun los más reticentes. No les quedará otra, aseguran. No son pocos los dirigentes del PJ que buscan tomar distancia y la preferirían lejos de la escena política, pero los datos que bajan los gurúes de la numerología disuaden, imponen cautela. Se diferencian suavemente pero no rompen. Ni tan cerca que queme ni tan lejos que hiele. Ella mide y esto alienta esperanzas entre los muy suyos, y sumerge en la parálisis del desconcierto a los que nunca lo fueron tanto.
Mientras en estos sectores todos la quieren librando «la madre de todas las batallas», aun en el caso de que tenga que enfrentar en las PASO a dirigentes como Florencio Randazzo o Julián Domínguez, desde Cambiemos se piensa que, llegado el caso, irá a lo seguro y se presentará por Santa Cruz. Por el momento, pura futurolog.
Nadie sabe todavía si Cristina Kirchner jugará en octubre. Sin liderazgo alguno que despunte en el Partido Justicialista (PJ), CFK aparece para los sectores que le son incondicionales como una suerte de ordenador. Confían en que detrás de su figura se alinearán aun los más reticentes. No les quedará otra, aseguran. No son pocos los dirigentes del PJ que buscan tomar distancia y la preferirían lejos de la escena política, pero los datos que bajan los gurúes de la numerología disuaden, imponen cautela. Se diferencian suavemente pero no rompen. Ni tan cerca que queme ni tan lejos que hiele. Ella mide y esto alienta esperanzas entre los muy suyos, y sumerge en la parálisis del desconcierto a los que nunca lo fueron tanto.
Mientras en estos sectores todos la quieren librando «la madre de todas las batallas», aun en el caso de que tenga que enfrentar en las PASO a dirigentes como Florencio Randazzo o Julián Domínguez, desde Cambiemos se piensa que, llegado el caso, irá a lo seguro y se presentará por Santa Cruz. Por el momento, pura futurologí
Quien aparece ya afuera de la carrera electoral es el hiperactivo intendente de Vicente López Jorge Macri. La portación de apellido, dicen, torna desaconsejable su candidatura. Esteban Bullrich está, en los días que corren, primero en todas las oraciones, en cualquier caso, siempre contando con Mariú Vidal como omnipresente ángel de la guarda. Si la gobernadora logra salir entera de la refriega con el gremio docente, será, sin dudas, la figura excluyente de la movida electoral. Tampoco está claro si Elisa Carrió será de la partida. Argumentó razones de salud para quedarse afuera pero con Lilita nunca se sabe.
Mientras estos temas se tratan en pasillos y despachos, la calle está que arde. El Gobierno enfrenta un triple frente de tormenta. La CGT plantó un paro nacional para el 6 de abril, los docentes siguen en pie de guerra y las organizaciones sociales definen en el día a día quién es el «patrón de la vereda». Desde el oficialismo se sostiene que la tensión de marzo está fogoneada por la especulación política e insisten en que los indicadores de la economía han comenzado a traer buenas noticias que nadie quiere ver. Les cuesta visualizar que el común de la gente no ve, al menos por ahora, la luz al final del túnel y que es poco probable que, en el mejor de los casos, esto ocurra antes de octubre.
Consultados sobre sus expectativas electorales, se aferran al catecismo durambarbista. Creen que a la hora de decidir el votante le temerá más al pasado que al futuro y que la inmensa mayoría apostará a la esperanza, a la mística del porvenir que a este presente en el que la inflación no afloja, los precios suben, el consumo está paralizado, el déficit no baja y la pobreza aumenta. Una lectura de la realidad que, desde afuera, parece tan optimista como insuficiente.
Fuente: Infobae.com Mónica Gutierrez
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