La corrida, reflejo de miserables ambiciones

En los momentos más críticos, la grandeza y la miseria se vuelven inolvidables. Algo de eso puede estar pasando entre la corrida cambiaria, la aceleración de la inflación, el colapso comercial y el apresurado camino hacia las elecciones presidenciales, en apenas ocho días.

Nada ha cambiado en el fondo, pero todo puede modificarse por la aceleración descontrolada de los procesos más críticos de la economía argentina, en medio de un intenso clima político explicado por la hipótesis cierta de un radicalizado cambio de rumbo.

«El Gobierno gira sobre su propio eje: no tiene poder y en lugar de reservas tiene un inquietante endeudamiento para detener la corrida cambiaria que acelera la incertidumbre y los precios»

La crisis que nos empobrece minuto a minuto por el arrebato de la inflación expone como nunca la ausencia de poder en el Gobierno. Alberto Fernández hace tiempo se resignó a ser un presidente virtual y Cristina Kirchner rehúye de la exposición pública como siempre ha hecho ante momentos dramáticos o trágicos.

Sergio Massa gobierna en función de su candidatura presidencial sin más recursos que su ambición. Empeñado en mantener sus posibilidades electorales con el recurso de repartir fondos, sigue quemando los pesos que emite sin respaldo. A esta altura, más candidato que ministro, tira a las llamas los muebles de la casa y la propia casa para mantener ardiendo el fuego.

El Gobierno gira sobre su propio eje: no tiene poder y en lugar de reservas tiene un inquietante endeudamiento para detener la corrida cambiaria que acelera la incertidumbre y los precios. Sin recursos técnicos ni fondos para frenar el ataque al peso, el recurso es la impostación; Massa prometió el martes meter presos a los supuestos autores de la corrida.

«La realidad catastrófica que administra Massa beneficia en principio la proyección de Milei, cuyo ascenso por sobre las fuerzas tradicionales incluye como propuesta central el reemplazo del peso por el dólar»

La asociación de bancos pediría luego a los candidatos una cuota de responsabilidad para evitar el retiro de fondos de las cuentas. Un mensaje dirigido a Javier Milei muy a tono con las necesidades políticas de Massa, pero también con la inquietud que provoca el aumento de la desconfianza de muchos argentinos respecto del sistema financiero a partir de las declaraciones del libertario.

El solo enunciado de la amenaza desnuda la precariedad con la que el candidato intenta preservar sus ambiciones presidenciales. Zamarreado en el segundo debate por el caso Insaurralde y por su responsabilidad por el agravamiento de la crisis, el ministro no encuentra apoyos políticos concretos.

«La apelación a un cambio responsable es el camino obligado que Bullrich empezó a transitar tarde, sin mucho tiempo para marcar una diferenciación más contundente respecto de Milei»

La realidad catastrófica que administra Massa beneficia en principio la proyección de Milei, cuyo ascenso por sobre las fuerzas tradicionales incluye como propuesta central el reemplazo del peso por el dólar. Una denuncia contra Milei del presidente Alberto Fernández operó como una ayuda al libertario antes que una complicación.

Milei no dijo nada nuevo en las últimas horas sobre su desprecio a la moneda argentina, salvo por la inclusión del temerario consejo de sacar los pesos de los bancos. Patricia Bullrich creyó haber encontrado allí una oportunidad, más allá de las acusaciones de Massa contra Milei de provocar la última corrida.

La candidata de Juntos por el Cambio se animó a marcar lo elemental: un derrumbe total del valor del peso es directamente proporcional al empobrecimiento de todos los argentinos.

En la forzada complejidad de algunas explicaciones que ofrece Milei, permanece oculto el hecho de que un aumento descontrolado del dólar reduce en forma automática los ingresos de quienes no tienen otro remedio que manejarse en pesos.

La apelación a un cambio responsable es el camino obligado que Bullrich empezó a transitar tarde, sin mucho tiempo para marcar una diferenciación más contundente respecto de Milei. Quedó atrapada así por un discurso desactualizado, centrado en prometer una nueva derrota al kirchnerismo. Milei viene acertando con su propuesta de terminar con todo el esquema político establecido. Es justo lo que un amplio sector de la sociedad quiere oír.

Por el contrario, Juntos por el Cambio se ensimismó en una interna que lo alejó durante largos y valiosos meses de la conversación con sus votantes. Se desconectaron, tal vez por sentirse ganadores por adelantado. Cuando volvieron a sintonizar fue para chocar con la realidad de la peor manera: La Libertad Avanza los había superado en las PASO.

Recién en el debate del domingo pasado empezó a hacerse evidente que con atacar al kirchnerismo ya no les alcanzará para entrar a la segunda vuelta. No queda claro, sin embargo, si Juntos prefiere ir en busca de los votos que pueden irse de Massa o intentar recuperar las adhesiones que se llevó Milei.

La posibilidad de quedar tercera obligó a Bullrich a salir a atacar en varios frentes al mismo tiempo, pero lo hizo cuando faltaban apenas dos semanas para las elecciones, con el enorme riesgo de que ya sea tarde.

El país electoral se mueve como si el límite de los hechos que sacuden a los argentinos fuera el 22 de octubre. A una semana de las elecciones no se observan más que irresponsabilidades concurrentes y desesperación por sumar votos.

En tiempos en los que el tiempo se mide por minutos, establecer un destino en el 10 de diciembre parece una tenebrosa quimera que los candidatos encaran sin reparar en los daños económicos que causan. Hacer campaña en medio de un estallido inflacionario sin medir las consecuencias de ciertos actos es una innecesaria muestra de desprecio a sus propios votantes.

Sergio Suppo

Fuente: La Nacion

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