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Hay un nerviosismo evidente entre los candidatos de Cambiemos y los de la oposición (especialmente el kirchnerismo), por la sucesión de hechos con potencial impacto en el resultado electoral. La aparición de un cuerpo en Chubut con las características físicas de Santiago Maldonado enmudeció a los hombres del Gobierno, que se aferraron a los pedidos de prudencia y moderación como estrategia discursiva, para no tener que enredarse en las especulaciones todavía borrosas de este caso.
Ayer, otra novedad judicial perforó el adelantamiento de la veda electoral y le devolvió protagonismo a la grieta: la detención de Roberto Baratta, ex número dos de Planificación, y el nuevo pedido de desafuero para quien fuera su jefe, el diputado Julio De Vido, puso en primer plano la pulseada entre el cambio que encarna Mauricio Macri y el cerco judicial que se cierne -cada vez más- sobre Cristina Kirchner y quienes fueran sus principales colaboradores.
Algunos analistas consideran, a la luz de los sucedido en las últimas 48 horas, que el caso Maldonado podía acortar la diferencia a favor que las encuestas le adjudicaban a los candidatos del oficialismo, tanto en Capital Federal como en provincia de Buenos Aires. No hay certezas, pero es mejor cubrirse. Sobre todo si los datos de la autopsia que comenzarán hoy los peritos forenses de la Corte Suprema de Justicia arrojan alguna conclusión cierta antes del domingo.
Lo único que podría producir un cambio brusco en las tendencias electorales es la aparición de alguna información novedosa. Por lo demás, la sociedad lo que ha hecho es juzgar cada situación en función de su propia línea de pensamiento.
Los votantes de Cambiemos no creen que el Gobierno haya encubierto un caso de desaparición forzosa ejecutado por miembros de la Gendarmería, del mismo modo que los que apoyan a Cristina perciben que cada procesamiento a funcionarios de la gestión anterior es un acto de persecución política y judicial.
Si no aparece otro «cisne negro» en las horas previas a la votación, la pregunta que solo encontrará respuesta en el resultado del domingo, es si la sociedad votará guiada por la última imagen que entró a su retina (las sospechas sobre el peor final para Maldonado o la corrupción del pasado, para simplificar) o buscará hacer un balance más extenso de estos primeros dos años de gestión macrista. El tiempo de las explicaciones terminó. Ahora solo queda hablar en el cuarto oscuro.
Fuente: El Cronista.com Hernán De Goñi
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