El doble triunfo de Cristina Kirchner

  • Debajo de todo lo que estamos viendo tanto en la política como en la economía, con una escena que por momentos se altera mucho y adquiere una velocidad vertiginosa, existe una tensión que obedece a dos vectores: uno territorial y otro económico, que explican el funcionamiento y el significado del kirchnerismo en la política argentina.
  • Si uno percibe claramente estas líneas de acción, que operan debajo de la superficie en forma permanente, probablemente desde 2005 en adelante, no es tan difícil prever cuál va a ser el curso de los hechos, en una realidad que se ha vuelto muy impredecible, no solamente por la crisis económica sino porque desconocemos todavía la dinámica final de la pandemia.
  • A partir de 2001 hubo una gran innovación en la política argentina, probablemente es un trazo de los más importantes y significativos que diseñan el juego político en el país y que tiene que ver con la irrupción en el Estado nacional de un poder bonaerense, sobre todo el conurbano, liderado por Eduardo Duhalde. Si uno tuviera que sintetizar mucho políticamente qué significó 2001, significó que la provincia de Buenos Aires, que había sido encuadrada dentro de la Nación, subordinada a la fuerza nacional por más de un siglo, tomó el poder con Duhalde. Tomó el poder del Estado nacional. Y a partir de ahí se introduce una forma de hacer política cuya esencia es pensar que no hace falta generar una estructura de alcance nacional. Como lo fueron el alfonsinismo, el menemismo. No. Alcanza con sentarse sobre la densidad demográfica del conurbano bonaerense y, si eso se logra, todo lo demás se ordena. Es la política regida por la prepotencia demográfica de una región hiperurbanizada. Y una región, además, que se va degradando por un problema económico que trae la Argentina desde hace más de 40 años, por no encontrar un modelo de crecimiento y de desarrollo sustentable de largo plazo.
  • Esto expresó Duhalde, y en esto Duhalde es el padre de los Kirchner. Ellos aprendieron esa lección. Kirchner primero la aprendió defensivamente, como gran lector de los años 90 y, sobre todo, de la crisis de 2001. Detectó que el problema venía del conurbano bonaerense, que se había tragado a cinco presidentes antes que él. Y después decidió tomar esa estructura. Destronar a Duhalde y ponerse a él en su lugar. Bueno, Cristina gobierna desde esa base territorial y sociológica: los pobres del conurbano bonaerense. Ahí gana. Ahí empezó a ganar desde 2005, ganó en 2017 y ahí ganó el año pasado con Alberto Fernández que proviene de otra galaxia, de otro entorno.
  • Todo lo que estamos viendo en estos días tiene que ver con tensiones que provienen de esta forma de dominar la política desde esta base. Por eso un efecto tan conmocionante dentro del poder, como el levantamiento policial. Si se observa lo que sucede en la política, tanto las tomas de tierras (que Sergio Berni imputa a los movimientos sociales, y ellos contestan, como si fueran un colegio de abogados, «que presente las pruebas judiciales»), como el levantamiento policial, el motín que vivimos la semana pasada durante tantos días, son fenómenos que producen o manifiestan conflictos en esa geografía. Por lo tanto son fenómenos que atañen a la esencia del poder kirchnerista, a su núcleo.
  • Lo interesante del amotinamiento policial, que tiene razones múltiples como todo fenómeno complejo, es que pasó de ser una protesta sindical por condiciones de trabajo a una manifestación política. Este pasaje de una protesta sindical de policías piqueteros a una manifestación política que termina en la residencia de Olivos generó una cantidad de sospechas inquietantes en Cristina Kirchner y su entorno. ¿La interpretación que hace la vicepresidenta de este fenómeno es la correcta? ¿Refleja la realidad? No lo sabemos. Lo que importa es que es la interpretación de alguien con un extraordinario poder político que posiblemente tome decisiones, saque consecuencias de esa interpretación, aunque no sea la correcta, la fidedigna.
  • Hay una tendencia en la política en general, en el kirchnerismo ni qué hablar, que consiste en pensar que quien se beneficia de una convulsión o de un problema político es el que lo ocasionó. No necesariamente el que se beneficia de una crisis es el que está detrás de la crisis. Pero nosotros tenemos esa tendencia conspirativa que nos hace pensar esto. Algo de eso hay en la forma en que se están implantando dudas en la cabeza de Cristina Kirchner y de su entorno. La pregunta es qué papel jugaron los intendentes en todo esto. ¿Se puede pensar que hay una desconexión absoluta entre la movilización policial, que se fue politizando, y los intendentes del conurbano, sobre todo los del área sur del conurbano, que tienen históricamente una relación estructural con sus policías? Más allá de la dependencia orgánica institucional o no que tengan esas policías con ellos, ¿fueron ajenos los intendentes a todo esto? Uno podría decir que sí, que fue una protesta que nadie condujo. Y por eso fue grave. Es la protesta de una fuerza policial de 90.000 efectivos sin conducción. Ahora, nos podemos preguntar: ¿alguien se benefició? ¿Se beneficiaron los intendentes con esto? Bueno, en el kirchnerismo más duro empiezan a hacerse la pregunta. No terminan de resolverla. Es verosímil esta pregunta por una disputa de poder que hay hoy en las entrañas del peronismo del conurbano.
  • El aparato clásico del conurbano bonaerense, que es ese entramado de oligarquías locales que culmina cada una en un caudillo que es el intendente, está sometido a tres amenazas. La primera se llama Axel Kicillof. Alguien que viene de otro lado, de la política porteña, si uno quiere de la política universitaria. Y es alguien estructurado en su cabeza como un intelectual de izquierda. Es un experimento muy raro poner a un intelectual de izquierda como gobernador de la provincia de Manuel Fresco, Víctor Mecantante y Eduardo Duhalde, por decir tres personas que no fueron intelectuales y muchísimo menos de izquierda.
  • Ese es el experimento de Cristina Kirchner en la provincia de Buenos Aires, y que depende exclusivamente de ella. Kicillof no tiene ningún otro vínculo de dependencia. La vicepresidenta lo implanta en La Plata. Y él no tiene nada que ver con esa trama de intendentes, con esa oligarquía tradicional del conurbano. Y tiene un problema adicional: no roba, lo cual hace que su figura sea más conflictiva, no desde el punto de vista ideológico, sino desde la forma en que se hace política en esa geografía desde hace décadas.
  • La segunda amenaza se llama Sergio Berni. Un hombre dedicado, tal vez excesivamente, a hacer videos paseando con la moto y la ametralladora, o haciendo mil flexiones en la casa. Ese personaje también puesto por Cristina es una amenaza para el establishment político del PJ del conurbano. Personaje extraño porque tiene una autonomía de la que nadie goza. Casi habló «del curro de los derechos humanos», como dijo aquella vez Mauricio Macri, y nadie le pidió la renuncia. Hubo una declaración de los organismos de Derechos Humanos llamándolo a recato. Después él corrigió un poco sus dichos y mantuvo su pelea con Horacio Verbitsky.
  • Pero hay una tercera amenaza: La Cámpora. Máximo Kirchner, que en esto hereda la genética política de su padre, entiende que el poder está ahí, en el conurbano, y dedica el 99% de su tiempo a armar una estructura de poder territorial. ¿Para qué? Para armar las listas del año que viene en la elección parlamentaria y para promover dirigentes que puedan ser el reemplazo de estos intendentes que hoy gobiernan sus comunas en esa región.
  • A todo este cuadro que implica un desembarco sobre la estructura de la provincia de Buenos Aires se le suma un detalle importantísimo. En 2016, cuando Massa estaba en contra del kirchnerismo, él pactó con María Eugenia Vidal una ley que estableció restricciones a los intendentes para poder resultar reelectos. Sólo pueden tener dos períodos: 70 intendentes de la provincia de Buenos Aires no pueden ser reelectos en 2023. Son los que miran con mayor inquietud el armado de La Cámpora buscando el reemplazo, sobre todo, de quienes no pueden reelegir.
  • Quiere decir que no solamente la base electoral de Cristina es el conurbano, lo que eso condiciona todo su proyecto, sino que además introduce en ese territorio, de por sí convulsivo, una fenomenal disputa de poder. Entonces, la pregunta que se hace el propio entorno de Cristina, y probablemente ella también, es si esta rebelión policial está totalmente desacoplada de este fenómeno político. Cuando los intendentes iban a pedirle a Kicillof la cabeza de Berni, ¿están molestos con la política de seguridad o están molesto con mi liderazgo?, se pregunta Cristina.
  • ¿Dónde está Sergio Massa en este juego?, es la segunda pregunta que se hace la vicepresidenta. Porque si hay alguien que ha vinculado su carrera a los problemas de seguridad, ese es Massa. Importa su figura, sobre todo, por la movilización de esos policías de zona norte, que fue el último episodio de este reguero de pólvora.
  • Pero hay una pregunta más inquietante que se formula el kirchnerismo: ¿dónde está Alberto Fernández en este juego? ¿Cuál es la vinculación del Presidente con esos intendentes que ven amenazado su poder? ¿Habrá algún intendente de ese grupo que le ofrece a él una base de poder alternativa de la que le ofrece Cristina?
  • Hay una pelea imaginaria entre Alberto y Cristina. ¿Esa disputa está instalada en el conurbano bonaerense? Es una pregunta probablemente capciosa y muy artificial, pero importa porque se la están haciendo en la jefatura del kirchnerismo, que ejerce Cristina Kirchner.
  • Nosotros podemos pensar que los intendentes del conurbano se beneficiaron con el desgaste de figuras implantadas por Cristina, como estos paracaidistas que son Kicillof y Berni. En el kirchnerismo piensan que, si se beneficiaron, es porque estaban detrás. Y es por ello que están buscando información acerca de esto.
  • No hay que olvidarse de un detalle muy importante que es el conflicto de Massa y Berni que nació cuando un prefecto, que dependía del actual ministro de Seguridad, entró a su casa a robar. Ese episodio es crucial en la vida de Massa y en sus relaciones de poder. Quiere decir que hay detalles que pueden alimentar las teorías conspirativas que ya están instaladas.
  • Ahora vamos a ver cuál fue el resultado de esta crisis. Por supuesto son fenómenos de una profundidad que para saber sus consecuencias tenemos que esperar a que pase el tiempo, Nadie sabía que cuando el irresponsable de Daniel Scioli introducía 50 mil muchachos sin formación en la policía bonaerense iba a provocar esta situación que se dio ahora. Hoy pasa lo mismo. No sabemos cuáles van a ser las consecuencias de largo plazo de esta rebelión. Lo que sí sabemos son las derivaciones de corto plazo, que se resumen en dos victorias de Cristina Kirchner.
  • La primera tiene que ver con la ruptura, probablemente provisoria por mil motivos, entre Horacio Rodríguez Larreta y Fernández. El Presidente decidió producir un enorme conflicto con Rodríguez Larreta por los recursos de la Capital Federal que Macri le había asignado. Hubo una charla con Eduardo «Wado» de Pedro el día en que el Presidente hizo el anuncio, a la que asistieron, porque estaban ocasionalmente con el jefe de gobierno porteño, tres personas. Una de ellas, el diputado Álvaro González.
  • Unos 15 minutos antes de que Alberto Fernández anuncie lo que iba a hacer con los recursos de coparticipación de la ciudad de Buenos Aires, De Pedro se comunicó con Larreta y le trasladó que se volvería a discutir el tema. Larreta le preguntó: «Bueno, ¿querés que nos juntemos?». De Pedro le aclaró que el Presidente haría el anuncio en 15 minutos. Larreta: «¿Me estás diciendo que al tipo que más colaboró con ustedes, que más cooperativo estuvo en esta tragedia de la cuarentena y la pandemia, ustedes le anuncian que le van a quitar recursos sin una conversación?». De Pedro insistió en que era algo que ya estaba charlado. Pero Larreta continuó: «La última vez que lo hablamos fue en marzo y no nos pusimos de acuerdo. Lo que yo entiendo, Wado, es que ustedes han decidido romper políticamente conmigo. Y en lo personal, no encuentro otra palabra que traición». De Pedro quedó balbuceando, porque es una conversación bastante difícil de sostener, y dijo que se limitaba a comunicar lo que iba a pasar. «Lo entiendo, el Poder Ejecutivo es unipersonal y el que tomó la decisión es el Presidente», concluyó el jefe de gobierno porteño. Alberto Fernández, un minuto antes de la conferencia, le mandó un mensaje de WhatsApp a Larreta diciendo: «Quedate tranquilo, lo vamos a arreglar».
  • ¿Qué hay en esta escena que acabo de describir? Primero una destrucción suicida de credibilidad por parte de Alberto Fernández. ¿Qué político argentino, peronista o de la oposición, va a decir ‘me siento a pactar algo con este señor’ que procede de esta manera con quien era su principal aliado fuera del peronismo?¿Cuánto vale la palabra de Fernández?
  • El segundo problema es que nos está gobernando una coalición de peronistas. Tienen tantas diferencias internas que el mismo partido compone en sí mismo una coalición, gobernada por Cristina Kirchner con dos o tres elementos más: uno es Fernández y lo que él representa, un peronismo porteño urbano; Sergio Massa, que expresa a los sectores medios y medios bajos del conurbano bonaerense; y los gobernadores, con una participación muy minoritaria. ¿Dónde está el capital de Fernández en esta sociedad y en todo caso el capital de Massa, que es un aliado de Larreta desde hace más de 20 años? El papel de Massa y de Fernández era comunicar a Cristina con lo que hay del otro lado del muro, por fuera de esa especie de fortaleza donde ella está, de la que no sale nadie pero tampoco entra nadie. Me refiero a embajadas extranjeras, medios de comunicación, sectores de la Justicia, sectores del peronismo, sectores del empresariado… Fernández y Massa eran los puentes.
  • Larreta expresa en la política argentina el puente más importante que tenía montado Fernández con la oposición. El capital político de Fernández es poder tener esa interlocución que, usando la frase de Alfonsín, Cristina no sabe, no puede o no quiere tener. Esto es lo que dinamitó Cristina. El factor Fernández en el polinomio Frente de Todos se va achicando cada vez más, en beneficio de la vicepresidenta.
  • Hay otra dimensión del mismo fenómeno que es el beneficio que le produjeron a Larreta. ¿Cuál es la novedad? Por primera vez, posiblemente en toda su carrera política, lo vemos en un conflicto. Puede ser que Larreta sea, por personalidad, el dirigente político menos conflictivo de la Argentina. Fernández lo puso en la escena y él se manejó de manera impecable. ¿Por qué? Porque en la explicación que dio Larreta, además de no hablar de «porteños» sino de argentinos que viven en Buenos Aires, utilizó los argumentos de Fernández. Los argumentos con los que el Presidente se legitima a sí mismo, inclusive frente a Cristina: que viene a romper la contradicción que hay en la sociedad argentina; que viene a escuchar al otro; y que viene a restaurar el valor de la palabra, como anunció en las sesiones de apertura del Congreso. Todo eso lo pronunció Larreta. Y fue la primera vez que lo vemos a Larreta no como un «intendente», sino como un líder que trasciende su distrito.
  • En el fondo hay un segundo beneficiario que es Macri. Lo que le está diciendo Fernández a Juntos por el Cambio es «ni se gasten en hacer el esfuerzo de venir a pactar conmigo porque les va a ir como a Larreta». Macri escribió ayer en LA NACION que este manejo del poder es intolerable, con esto solo puede haber ruptura, porque esto va hacia un proceso autoritario. Esa es la tesis de Macri frente a su propia interna. Si Fernández tenía alguna fantasía de establecer un diálogo con la oposición (donde ya había comenzado a hablar con Cornejo, con Larreta, con Nosiglia, con Lousteau), de tender un puente hacia el otro lado y ganar alguna autonomía frente a su fuerza política, él mismo dinamitó esa posibilidad y en todo caso la tendrá que reconstruir con mucha dificultad.
Alberto Fernández junto a Cristina Kirchner
Alberto Fernández junto a Cristina Kirchner
  • Ahora, hay un segundo aspecto donde gana Cristina: es en materia fiscal. Ese dirigente que ella implantó en la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, recibió de Fernández, en la última ampliación presupuestaria, 64 mil millones de pesos. Y ahora 35 mil más. Estamos hablando prácticamente de 100 mil millones de pesos del Estado nacional a la provincia de Buenos Aires. Los intendentes están mirando hacia quién apunta Kicillof con ese cañón, y hacia dónde apunta La Cámpora. ¿Será para repartir o para enfrentarlos a ellos, en ese proceso de avasallamiento que lleva adelante Cristina Kirchner sobre el conurbano? Hay una novedad importante. Kicillof no es Scioli, ni es Solá. No lo hacen ir de rodillas a la Casa Rosada, todos los fines de mes, a pedir lo que falta para pagar los sueldos y el aguinaldo. Es un cambio en el juego muy importante, porque es una señal definitiva de que Cristina cree haberse apropiado del poder en la provincia de Buenos Aires.
  • Todo esto va a ir a una discusión en la Corte. Habrá que ver cuál es el andamiaje legal de cada parte, de lo que plantee el Gobierno y Larreta en esa discusión. Es importante el decreto, porque si uno mira con lupa los considerandos dicen más de lo que parece. Dicen: te quito esto, pero cuidado porque te puedo quitar todo. Se puede iniciar una revisión de todo lo que le pasó Macri a la Ciudad desde 2016 en adelante. El discurso político detrás del decreto dice que se podría revisar inclusive la transferencia de funciones que están en la Ley Cafiero. Antonio Cafiero desde el Senado sancionó la ley que producía el traspaso de la Policía, la Justicia a la ciudad de Buenos Aires. En 2001, Alberto Fernández, Eduardo Valdés y Julio Vitobello firmaron en la legislatura porteña una declaración diciendo que se negaban a que sean trasladados los servicios si no se transferían también los recursos de la ciudad de Buenos Aires.
  • Hay un punto para aclarar, que nos muestra cómo este tipo de disputas por fondos tan arbitrarios viene de tan atrás. Fernández, que tiene una relación bastante problemática con el relato histórico, dijo que fue Raúl Alfonsín quien le quitó los recursos. Jorge Yoma se encargó de corregirlo en una columna en El Cronista, al decir que quien quitó los fondos a la provincia de Buenos Aires fue Antonio Cafiero, el abuelo del actual jefe de Gabinete. Candidato de todos los gobernadores peronistas, resignó recursos del territorio bonaerense para dárselos a sus aliados en contra de Menem en el año 88, pensando: «Gano la presidencia y retomo para Buenos Aires esos recursos». Les quitó recursos a Buenos Aires y a La Rioja. Se repartían la coparticipación para una estrategia electoral en una interna. No hay nada nuevo en la arbitrariedad con que se manejan los fondos federales.
  • Detrás de esto, vuelve el diseño territorial. ¿Qué es lo que hace Alberto Fernández? Necesita recursos para la Provincia y les aplica el impuesto a los porteños. Les quita fondos, y será Rodríguez Larreta quien pondrá el impuesto. Justamente, esto es lo que está en el corazón del problema económico de hoy en la Argentina, que se inauguró con Kirchner y ahora se va a acelerar y profundizar. El kirchnerismo, desde el punto de vista fiscal, podría ser reducido a una maquinaria política que les quita recursos a los sectores más dinámicos de la economía, a los que crean riquezas, para volcarlos en forma de subsidios en la provincia de Buenos Aires. No solo de subsidios a los pobres, sino a una cantidad de empresarios que viven de la protección del Estado y a los cuales el mismo kirchnerismo les asigna un monopolio en su mercado. Esta es la lógica profunda del modelo que traduce a lo fiscal un diseño territorial de predominio bonaerense. Así se maneja al país desde la demografía del conurbano.
  • El problema de este modelo es que se entra en una economía de guerra. El Gobierno se ve yendo a una economía con grandes problemas, entre los que se destaca la falta de dólares. ¿Cómo se hace para crecer, si yo necesito dólares para comprar una máquina o un insumo? Es un signo de interrogación muy difícil de resolver. La apuesta es generar más controles. Dentro de poco vamos a ver que se avanza sobre los que se llevan 200 dólares por mes. Porque faltan reservas. Sigue la fuga de capitales, que viene ya desde la época de Macri.
  • ¿La inversión va a venir en este contexto? Difícilmente y el Presidente lo sabe. Ahora, se está hablando de la salida de Falabella. La semana pasada, debajo del ruido de la Policía ocurrió un hecho que puede quedar en la historia, por su simbología: Alberto Fernández fue a Almirante Brown a festejar la inauguración de una fábrica de motocicletas cuya inversión había sido de cinco millones de dólares. Y aún así resulta una inversión rara. El Presidente tiene clarísimo que el motor no es la actividad privada, y que tampoco lo va a ser la inversión privada que traiga dólares. Se esperan más controles, porque los dólares no van a venir. Todos los días aparecen más fantasías estatales. Hay una idea psicodélica que está dando vueltas. No digo que lo vayan a hacer. Ya que las telecomunicaciones son un servicio público hay en el corazón del kirchnerismo la fantasía de inventar una empresa estatal de telefonía celular, aprovechando las redes disponibles. Se llamaría Puma. El paraíso de llegada es volver a Entel.
  • En este contexto vamos a una negociación con el Fondo Monetario Internacional, que es una negociación con los Estados Unidos. Esta es la razón por la cual Guzmán la posterga, suponiendo que va a ganar Biden y que va a ser menos hostil que Trump. Porque a Trump le hemos declarado la guerra en el BID. Trump ha avanzado sobre el BID, que es una institución clásicamente dirigida por latinoamericanos, pensando en la pospandemia, pensando en que va a haber un avance enorme de los chinos sobre Sudamérica. Y pone a su hombre Claver-Carone al frente del BID. Un solo disidente: Alberto Fernández para ponerlo a Gustavo Béliz, en una operación bastante incomprensible porque lo que no está claro es quién iba a votar a Béliz. Cuando con Brasil, Uruguay, Chile, Colombia y Ecuador estamos peleados, ¿quién lo votaría? Nadie se lo preguntó. Lo importante es que fuimos a poner la pierna a Estados Unidos, que es el país con el cual tendremos que negociar. No estoy criticando el conflicto con los Estados Unidos. A lo mejor el Gobierno entiende que ese es el camino. Lo que no se comprende es cómo se compatibiliza eso con la negociación con el Fondo.
  • Esta va a ser la próxima disputa dentro del oficialismo, porque Guzmán va a venir en algún momento con las condiciones de esa negociación, donde seguramente haya cuestiones fiscales difíciles de asimilar por Cristina. Y, gane Biden o gane Trump, otras dos cuestiones: Venezuela y China, que son dos temas de gran complejidad para el Gobierno.
Fuente: La Nación

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