Quienes lideran el operativo clamor para convencer a Cristina Kirchner de que sea candidata presidencial del Frente de Todos son los mismos que, paradójicamente, también sostienen que está proscripta. Tal contradicción es el mejor indicador de que ni los propios dirigentes cristinistas creen en el argumento de la proscripción, carente de todo sustento jurídico.
La inconsistencia del relato de la proscripción se manifiesta también en el curioso intento de defensa de la vicepresidenta que ha hecho el ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, cuando opinó que quienes condenaron a Cristina Kirchner pretenden reemplazar el Código Electoral por el Código Penal. Se trata de otro argumento contradictorio, por cuanto la figura de la proscripción no existe en el Código Penal. Sí está contemplada la inhabilitación para el ejercicio de cargos públicos como pena accesoria para delitos como la administración fraudulenta. Aun así, al no haber sentencia firme, tal inhabilitación no es aplicable para las próximas elecciones, al tiempo que resulta virtualmente imposible que la Cámara de Casación Penal, primero, y la Corte Suprema de Justicia, después, se puedan pronunciar antes de la realización de los comicios sobre el fallo que condenó a la vicepresidenta a seis años de prisión e inhabilitación perpetua en la causa Vialidad.
El falso relato de la proscripción fue introducido por la propia Cristina Kirchner pocos días después de que, el 6 de diciembre último, al cuestionar el fallo del tribunal oral que la condenó en primera instancia por corrupción, ella misma asegurara que no iba a ser “candidata a nada” y enfatizara: “Mi nombre no va a estar en ninguna boleta”.
Entre esas declaraciones públicas, expresadas al calor de su enfrentamiento con los jueces que la condenaron, y la posterior rectificación que introdujo la teoría de la proscripción, en modo de victimización, ocurrieron cosas.
Por dos razones, Cristina Kirchner pareció arrepentirse de haber asegurado que no iba a postularse a nada. La primera es que, al admitir que no sería candidata, ella misma se estaba bajando el precio de cara a las negociaciones dentro de la coalición gobernante, por lo que podía tener más dificultades para “colgar” en las listas a todos los dirigentes de su confianza con aspiraciones a cargos electivos. La segunda motivación de su recapacitación es que, desde el llano, podría ser un blanco a tiro de quienes quieren verla condenada definitivamente. Es que el kirchnerismo, como Alfredo Yabrán en su momento, está persuadido de que la impunidad la da el poder. Sin el poder que deriva del aparato estatal, será más fácilmente presa de la Justicia, de acuerdo con su concepción.
La cuestión de los “colgados” en las listas también preocupa a la tropa propia del presidente Alberto Fernández. A tal punto que el primer mandatario teme que el día que anuncie formalmente que no buscará su reelección presidencial , su ya de por sí magro poder real termine de licuarse. Probablemente por eso trate de postergar una definición todo el tiempo que pueda. A esa situación, hay que sumar el hecho de que los permanentes cuestionamientos e insultos que se le prodigan al jefe del Estado desde La Cámpora –con Andrés Larroque en primer plano– de algún modo lo fuerzan a no dar el brazo a torcer.
Nadie en el oficialismo tiene la certeza de que Cristina Kirchner vaya, finalmente, a presentar su postulación presidencial. Es probable que ni siquiera los eslóganes que la militancia kirchnerista ha hecho públicos en los últimos días –”Luche y vuelve”, “Haga Patria, rompa la proscripción”, “¡Proscripción, un carajo!”– puedan persuadirla de hacerlo. Es que, para no pocos observadores políticos, las verdaderas motivaciones de la vicepresidenta para no postularse por tercera vez a la Casa Rosada deben encontrarse en los resultados de las encuestas y no en su poco creíble relato de la proscripción.
Un sondeo de opinión pública concluido el 9 del actual por la consultora FGA, que dirige Federico González, concluyó que el 64,7% de la población argentina no cree que Cristina Kirchner esté proscripta y que, por ende, no pueda presentarse como candidata en las elecciones de este año. Solo el 28,4% considera que sí está proscripta y el 6,9% afirma que no sabe.
Otro estudio, concluido el 2 de marzo entre 4817 ciudadanos relevados en forma online por la consultora Escenarios, que dirigen Pablo Touzón y Federico Zapata, da cuenta de las dificultades electorales que exhibe Cristina Kirchner como probable candidata presidencial y, al mismo tiempo, de los problemas que enfrentaría la coalición gobernante si ella no es candidata.
“Aun jugando Cristina Kirchner, la electorabilidad del Frente de Todos se encuentra golpeada y en pisos históricos en torno a los 30 puntos porcentuales. El 58% de los encuestados quiere que el Frente de Todos pierda en las próximas elecciones”, señala ese estudio en sus conclusiones.
Pero en un escenario donde la actual vicepresidenta no formara parte de la oferta electoral, la coalición oficialista podría perforar el piso de los 30 puntos, dinámica que estimula la revisión de la decisión de Cristina Kirchner y la necesidad política de que se postule en las elecciones presidenciales de este año, de acuerdo con el trabajo de Escenarios.
“La agenda de la lucha contra la Justicia –señala ese informe– resulta insuficiente y/o incluso contraproducente para revertir la crisis del Frente de Todos con su sociología. En parte porque el grueso de los encuestados considera que Cristina Kirchner es culpable y en parte porque, aun siendo un poder cuestionado, la reputación del Poder Judicial es más competitiva que la reputación del Poder Ejecutivo.”
El problema que, en términos electorales, se le presenta hoy a la coalición gobernante es que Cristina Kirchner es, por bastante distancia, la figura con mayor intención de voto dentro del oficialismo, pero al mismo tiempo pierde en cualquier escenario de ballottage con cualquiera de los principales postulantes presidenciales de la oposición, incluyendo a Mauricio Macri, Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich, en Juntos por el Cambio, y hasta a Javier Milei, fuera de esa fuerza política opositora.
Es un dato que permite conjeturar que, más que por el cuento de la proscripción, la decisión inicial de Cristina Kirchner de no postularse para la presidencia de la Nación se explica a partir de la recordada fábula de la zorra que simulaba no estar interesada en las uvas del parral porque, según ella, estaban verdes, cuando en rigor no las podía alcanzar dado que se hallaban muy elevadas.
Fuente: La Nación
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