Cuestión de tono

Suelen contraponerse contenidos y formas, como si lo único trascendente fuese lo primero y lo segundo tuviese una importancia secundaria. Error conceptual: las formas son también contenido. Y no cualquier contenido: son la parte que más impacta en nuestra percepción.

El contrato puede ser impecable y de mutua conveniencia, pero si los ejecutivos de ambas empresas que deben acordarlo no tienen mínima “química”, es probable que ese negocio aborte. Países con todo lo necesario para complementarse y vivir en paz sufrirán un verdadero infierno si sus máximos gobernantes se caen mal y se repelen. Por el contrario, dos cuyos destinos parecían estar a años luz, tal vez un intercambio amable de miradas y palabras los conduzca al noviazgo más inesperado.

Finalmente, todo es una cuestión de tonos. Lo único que nos importa es ser bien tratados.

Más allá de lo que cada cual opine sobre sus respectivas presidencias, ¿qué plus a favor o en contra les ha jugado a Carlos Menem y a Cristina Kirchner sus públicas maneras de ser, los temperamentos que pusieron en juego, sus dones para facilitar acuerdos, sus humores o irritaciones?

Podrá parecer una pregunta frívola o menor. Pero no lo es.

Sea el primero en comentar en "Cuestión de tono"

Deje un comentario

Su email no será publicado


*