Colados en el camino al infierno

Desde hace casi 500 años existe registro de una máxima que ha llegado a nuestros días y que muchos se afanan (precisamente) por mantener vigente. Aunque de autoría intelectual discutida, se atribuye a un santo francés de la Edad Media haber instituido el aforismo que reza (nunca más apropiado) que “el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones”.

Si algún arqueólogo indagara en los basamentos de ese camino seguramente encontraría cantidad de promesas y compromisos políticos jamás cumplidos. En su asunción Alberto Fernández se comprometió a terminar con inequidades y privilegios para mejorar la situación de los más rezagados. Y no pierde oportunidad de repetirlo. Lo hizo hace solo tres días. Las Bienaventuranzas, más que transitadas en el discurso populista, nunca dejan de ser revisitadas. Aunque siempre hay remixados originales. Como el de Fernández. Nadie se había imaginado que eso de que los últimos serían los primeros aplicaría para las vacunas del Covid. Y que entrarían colados por la puerta de atrás. El próximo es el más próximo. Sin metáfora.

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