Camino al Vaticano, Macri hizo las paces con sindicatos y empresas

Mauricio Macri llegará en las próximas horas a Roma con parte de los deberes hechos para tratar de amigarse políticamente con el Papa Francisco: llamó al diálogo a empresarios y dirigentes sindicales para acordar reformas económicas que privilegien la inversión y el empleo; logró una tregua con buena parte de los sindicatos peronistas que desistieron del paro general y, al menos en público, también hizo las paces con el mundo empresario.

Envió también un mensaje tranqulizador para el sector privado. La negociación con los gremios para que desactiven el paro no incluyó un bono de fin de año obligatorio para las empresas

Las palabras del Presidente el martes en la Cámara de la Construcción y anoche en la apertura del 52º Coloquio de Idea mostraron un Jefe de Estado preocupado por regenerar la confianza entre sus ex colegas del mundo económico. Un mensaje alejado del fastidio que, en privado, el Jefe de Estado venía transmitiendo a sus íntimos al comentar la actitud de algunos sectores del empresariado.

A juicio de Macri, los hombres de negocios hasta ahora no se han jugado por él lo que él hubiera esperado, y son entonces desagradecidos al no reconocer que el actual Gobierno salvó al país del camino de Venezuela, según se ufanan los funcionarios frente a las observaciones criticas de los distintos sectores.

También es cierto que el escenario político y económico no da para que el Gobierno profundice diferencias. Más bien, todo lo contrario. Los datos preliminares que comentan los ejecutivos en IDEA respecto de la evolución de las ventas y la actividad en septiembre y lo que va de octubre resultan bastante desalentadores. Agosto resultó el peor mes en 10 años en facturación de supermercados, y no hay síntomas de gran repunte en las últimas semanas. La propia conducción económica admite que la única buena noticia hasta ahora es que algunos sectores han dejado de caer. La esperanza de la reactivación se traslada ahora al último bimestre del año. Muchos empresarios ya están asumiendo que el ajuste será más prolongado y tal vez haya que esperar hasta el final del verano para el rebote tan esperado. Salvo determinados sectores que aún resultan competitivos, el costo argentino y el atraso cambiario termina siendo una barrera natural para las inversiones. No hay muchos negocios rentables hoy en la Argentina que permitan, además, sobrevivir a la cada vez más agobiante presión impositiva que no cede. El Gobierno sigue aumentando los impuestos al no permitir el ajuste por inflación o al establecer ajustes en los mínimos no imponibles que resultan la mitad o un tercio de la inflación real.

Alivio sin duda para el equipo económico y para el ministro Alfonso Prat-Gay quien venía promoviendo la convocatoria a un diálogo entre capital y trabajo. Podría resultar uno de los principales beneficiarios. A la Argentina, «o la resolvemos entre todos, o no la resuelve nadie» suelen decir los funcionarios cuando la cosa se complica.

Más allá de su performance llena de perdón y misericordia, (no podía ser de otra manera en el cierre del Iom Kipur y camino al Vaticano) para el Presidente su debut como Jefe de Estado en IDEA tenía un sabor especial. Es cierto que hace un año, en el mismo ámbito, la mayoría de los hombres de negocios en la Argentina parecía resignado al triunfo de Daniel Scioli. Se ocupó Macri de recordárselo al auditorio, pero sin tono de revancha en lo absoluto. «Se acabaron los enemigos», dijo para que estallara el primer aplauso en Mar del Plata También dudaba de la capacidad de Macri de ganar el establishment político y la mayoría de los medios de comunicación. Pocos creían que Mauricio Macri podía imponerse al kirchnerismo sin una alianza con Sergio Massa y aún si ganaba, muchos se preguntaban cómo haría para gobernar con Cristina y el peronismo en frente. Este fenómeno también ha servido hasta ahora para que el Gobierno aproveche y se victimice. «Jugaban todos para Scioli», suele facturar en privado el funcionariado a los ejecutivos y a hombres de prensa.

Trae el Gobierno a IDEA una iniciativa que seguramente será muy celebrada: la idea de una ley de mecenazgo que permita a las empresas aportar a un fondo nacional que financie la educación. Con una ventaja concreta: todo lo que aporten los privados para la educación pública, será libre de impuestos.

Fuente: El Cronista,com   Guillermo Kohan

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