Alberto Fernández cumplió con Cristina Kirchner y eludió sus propias contradicciones

Alberto Fernández no la pasó bien al declarar como testigo en el juicio contra Cristina Kirchner, acusada de direccionar obras públicas en favor de Lázaro Báez. Tuvo que enfrentar preguntas de la fiscalía sobre sus declaraciones del pasado, que incluían sospechas incómodas sobre la vicepresidenta en cuanto a las licitaciones patagónicas. Sin embargo, cumplió tanto en términos políticos como jurídicos con la defensa de la exmandataria.

El Presidente se exhibió como un hábil declarante, aunque dejó un sabor agridulce, porque no respondió sobre la contradicción entre sus expresiones del pasado, cuando recomendaba a los periodistas mirar con detenimiento las licitaciones patagónicas del kirchnerismismo, y ahora, que sostiene que no hay nada que objetar. La mayoría del tribunal frenó la pregunta.ALBERTO FERNÁNDEZ CONTRA EL FISCAL: “USTED NO ME ESCUCHÓ BIEN O TIENE UN PROBLEMA DE COMPRENSIÓN”

Fernández le devolvió redonditas y al pie las respuestas a las preguntas que le hacía el abogado de Cristina Kirchner, Carlos Alberto Beraldi, sobre si supo que se hubiera distribuído con arbitrariedad la obra pública santacruceña para beneficiar a algún empresario o si recibió alguna instrucción específica de Néstor Kirchner o de la vicepresidenta para reasignar partidas en función de esas obras.

La declaración de Alberto Fernández
La declaración de Alberto Fernández

“No es una decisión del Presidente como se distribuye esa plata”, contestó, y dijo que en el procedimiento de elaboración del presupuesto intervienen diversas áreas del Ejecutivo y el Congreso.

La hipótesis del fiscal

La hipótesis del fiscal Diego Luciani es que se reasignaron partidas presupuestarias para que hubiera fondos necesarios para asignar esas obras patagónicas a las empresas de Báez y que el empresario pudiera cobrarlas (y con sobreprecios).

Desde lo jurídico (Fernández aclaró que era profesor de Derecho Penal) expuso al menos tres argumentos funcionales a la defensa de Cristina Kirchner para desacreditar las acusaciones en su contra: 1) que las decisiones de asignación presupuestaria son políticas y no judiciables, 2) que estas acusaciones ya se investigaron en un juzgado de Santa Cruz, donde la causa fue sobreseída, por lo que no corresponde juzgar dos veces a alguien por el mismo delito, 3) que no es responsable el Presidente, y ni siquiera los son los ministros, por los requerimientos que se introducen en el presupuesto, sino la línea administrativa.

En términos políticos, Fernández fue igual de generoso con Cristina Kirchner. “No me consta”, dijo cuándo se le preguntó si la vicepresidenta redireccionó obras para beneficiar a Báez. El Presidente aprovechó para explayarse sobre sus coincidencias con el kirchnerismo. Destacó la importancia de que sea el Estado quien motorice la realización de obras públicas para reactivar la economía y dijo que no está de acuerdo con que, como “otros creen”, esas tareas deban depender de la iniciativa privada. Una crítica implícita a Cambiemos.CUANDO ALBERTO FERNÁNDEZ DECÍA QUE EL CASO DE LÁZARO BÁEZ LE PARECÍA “GRAVÍSIMO”

El Presidente dijo además, en favor de las defensas, que cuando los empresarios se cartelizan para las licitaciones, la víctima es el Estado y no al revés. Sin embargo, en la causa de los cuadernos de las coimas, cuando Ernesto Clarens declaró como arrepentido contó cómo se permitía esta cartelización desde el Estado, que se quedaba con un porcentaje de cada contrato.

“No es el Presidente el que está detrás de cada ministro para que ejecute el presupuesto una vez asignado”, remarcó en uno de los tramos de una declaración que fue larga y donde por momentos Fernández perdió la paciencia y cruzó con ironía al fiscal Diego Luciani.

El fiscal fue a fondo cuando le preguntó por la intervención que tenían los ministros, en particular Julio De Vido, en la confección del presupuesto. Pero las defensas, la de De Vido, a cargo de Maximiliano Rusconi, y la de Báez, a cargo de Juan Martín Villanueva, objetaron las preguntas de la fiscalía. Con ello evitaron, en algún caso, que el testigo diera respuestas incomodas.

Solo Alberto Fernández estaba en la sala de audiencias con el tribunal; los abogados seguían el juicio por Zoom
Solo Alberto Fernández estaba en la sala de audiencias con el tribunal; los abogados seguían el juicio por Zoom

“Estimado fiscal, no es función del Presidente ni del jefe de Gabinete, por enésima vez, las adjudicaciones de obras públicas. No es una tarea que competa al jefe de Gabinete o al Presidente”, respondía Fernández ya perdiéndola paciencia cuando se extendía el interrogatorio, interrumpido por las objeciones de los defensores.

El fiscal quiso confrontar al Presidente con el contenido de una entrevista que había dado cuando estaba peleado con Cristina Kirchner. Las defensas hicieron una lluvia de objeciones para impedir que respondiera. Finalmente, los jueces pasaron deliberar y por mayoría, con la disidencia del juez Rodrigo Giménez Uruburu rechazaron la posibilidad de que el Presidente respondiera.

Alberto Fernández podía haber declarado por escrito y evitado esta exposición, pero necesitó concurrir en persona y dedicar tres horas para demostrar que podía manejar la situación sin esconderse detrás de sus prerrogativas, dar argumentos jurídicos en defensa de la vicepresidenta y renovar su alineamiento político. Las causas de corrupción no dan margen para las ambigüedades de la política.

Fuente: Hernán Cappiello

Fuente: La Nación

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