A los varones también nos pasa, aunque no con tanta frecuencia. Hasta hay un film famoso: Acoso sexual, con Demi Moore y Michael Douglas.
En España condenaron a una mujer que hostigaba sexualmente a un hombre en las redes sociales y con cartas románticas, bombones, ropa interior femenina y hasta una fusta. Él nunca le dio cabida. A ella le impusieron una multa de 540 euros y la prohibición de comunicarse o acercarse al denunciante.
Tendría once, doce años y una de mis diversiones, que ya insinuaban mi pasión por el periodismo, era revisar de cabo a rabo el quiosco de diarios y revistas en la esquina de mi casa.
En varias ocasiones se apareció a mi lado una chica bonita, aunque bastante mayor que yo, que sin el menor disimulo me tiraba los perros. Al canillita la situación lo divertía, pero a mí me descolocaba: ignoraba si me estaba cargando o si realmente pretendía intimar conmigo. En cualquier caso me intimidaba y no sabía dónde meterme.
Si esos cruces se hubiesen producido dos o tres años después, la historia habría tomado otro giro pero, lamentablemente, mis hormonas aún no habían estallado.
No me aflige cuando lo recuerdo y hasta me da mucha ternura. No lo padecí como acoso sexual, pero lo fue.
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