Un vía crucis que pone a prueba a Javier Milei

Se podría decir que la renuncia adelantada de Gerardo Werthein a la Cancillería era el último acto de la campaña proselitista del Gobierno. Una campaña que cuando dejó de ser accidentada fue para convertirse en catastrófica. Pero nunca hay que dar por terminado el vía crucis. La vida sigue dando sorpresas. A última hora, cuando ya estaba claro el daño ocasionado por Werthein, Mariano Cúneo Libarona anunció que el lunes no le ven más el pelo. Más allá de esta estadística, que el ministro de Relaciones Exteriores dimita a pocos días de unas elecciones inciertas, cuando el principal eje de la vida pública, que es la relación con los Estados Unidos, pasa por su escritorio, no obedece a la mejor estrategia de marketing. Sobre todo si inicia una corrida. De todos modos, estas desgracias tienen para Milei un efecto positivo: cada vez necesita menos votos para, el próximo domingo, dar la impresión de que obró un milagro electoral.

En los últimos días el Presidente volvió a demostrar que las técnicas clásicas del poder le son ajenas. Es muy inusual que un líder anuncie con una semana de anticipación que piensa realizar un cambio de gabinete. Es la mejor manera de desatar una guerra de todos contra todos. Los que temen ser despedidos inician una campaña de agresiones contra los presuntos reemplazantes. Y los que tienen aspiraciones de ingresar anegan los diarios con datos que demuestran por qué este ministro o aquel secretario deben ser exonerados de inmediato. En resumen, ese tipo de anuncio garantiza un brochazo de bleque sobre el aspecto del Gobierno. No es lo más prudente, sobre todo cuando las urnas están a la vuelta de la esquina. Pero quienes están cerca de Milei explican que “él no tiene filtro. Si piensa algo, tiene que decirlo”.

La justificación corriente del alejamiento de Werthein es que se sintió afectado por los malos tratos del “Mago del Kremlin”, Santiago Caputo. “Tal vez sobreestimó su lugar en el ajedrez del Presidente y quiso presionar con la renuncia, haciéndola trascender por la prensa todos estos días, para evitar que Caputo ingrese al gabinete. No es el mejor método para Javier”, especulan en palacio. Otros aseguran que “se lo llevó puesto el ‘Gordo Dan’”. Hablan del vocero informal del “Mago”, Daniel Parisini, quien había vapuleado al canciller desde su cuenta de X adjudicándole la malhadada entrevista con Donald Trump. Es decir, la entrevista que, antes de conocerse el resultado, se venía atribuyendo su jefe Caputo.

Gerardo Werthein y Javier Milei
Gerardo Werthein y Javier MileiLUIS ROBAYO – AFP

Cúneo padeció al mismo verdugo. Caputo lo manejó con el joystick de Sebastián Amerio, su representante en Justicia. El ministro no tenía derecho ni a operar su cuenta de X: la manejaba un joven subordinado del “Mago”. En los últimos días el acoso fue ofensivo: sólo faltaba que el marplatense Guillermo Montenegro, ese alter ego de Ariel Lijo, empiece a firmar decretos. “No odiamos lo suficiente a Cúneo Libarona” parecía ser la consigna.

A propósito de Lijo: llamó la atención en su cumpleaños en Pilar la ausencia de jueces federales. Temió inasistencias. En cambio estaban celebridades del mundo institucional como Rafa di Zeo, y dos imitadores del tenebroso Antonio Stiuso y su alegrante Guillermo Coppola.

Werthein y Cùneo parecen haber tomado venganza eligiendo el momento más inoportuno para irse. “Lo de Gerardo fue un vuelto al Gordo Dan”, dijo un gracioso. El canciller recuerda a aquel Martín Lousteau que, embajador en Estados Unidos, le dijo adiós a Mauricio Macri en vísperas de una visita presidencial a Washington. Cúneo le hizo la segunda. Gente que, cuando hace el mal, lo hace bien.

El saliente canciller deja su cargo horas después de haber firmado decenas de designaciones que pasan a alargar la lista de nombramientos pendientes. Algunos son bastantes significativos. Por ejemplo, el traslado de Luis Kreckler como embajador ante el Reino Unido. O el de Alec Oxenford en Estados Unidos. Y uno más curioso: el del exsecretario privado de Jorge Taiana, “Gerry” Díaz Bartolomé, como cónsul general en Nueva York.

El acorralamiento interno de Werthein fue parte de la mancha venenosa que el astuto Caputo suele jugar en la cabeza conspirativa de Milei. El último argumento para esmerilar al canciller es que está demasiado ligado a los demócratas y que eso daña el vínculo con Trump. Es una caracterización sorprendente. Primero, porque propone que el ubicuo Werthein podría cultivar algún alineamiento estable que ponga en riesgo su cercanía con el poder. Segundo, porque desconoce que Trump estuvo mucho más cerca del Partido Demócrata que ese Werthein de ficción: financió a los Clinton, que fueron invitados a su boda con Melania y le retribuyeron esa participación para el casamiento de su hija Chelsea.

El presidente Javier Milei habla tras las elecciones provinciales de medio término en La Plata, provincia de Buenos Aires, Argentina, el 7 de septiembre de 2025, detrás Santiago Caputo
El presidente Javier Milei habla tras las elecciones provinciales de medio término en La Plata, provincia de Buenos Aires, Argentina, el 7 de septiembre de 2025, detrás Santiago CaputoAFP

La última imputación contra Werthein es que es pro chino. Esa sí es una flecha venenosa. Distanciar a la Argentina de China es un objetivo expreso de la política de Trump, como publicó ayer en su tapa The Wall Street Journal. No se trata de obturar las relaciones comerciales, que los Estados Unidos mantienen con mucha mayor intensidad. El objetivo es desconectar cualquier vínculo que tenga que ver con suministros militares, producción de energías críticas o infraestructura de telecomunicaciones.

La pretensión de cortar la dependencia con China es problemática. Habría que cancelar el swap de monedas, gracias al cual el Banco Central mantiene un nivel mínimo de reservas. Para devolver ese dinero, la Argentina debería pedírselo prestado a los Estados Unidos. Eso sí encendería una polémica en la política norteamericana: que los fondos que Scott Bessent pone en manos de Luis “Toto” Caputo terminen en los bolsillos de Xi Jinping.

Son paradojas que fascinan a los chinos. Uno de sus amigos en Buenos Aires hacía notar ayer: “Es risueño que Trump ayude a Milei a tener una política de dólar barato cuya consecuencia principal es que los chinos abastezcan las importaciones de los argentinos”. Es la misma idea. Los dólares de Bessent terminan en Pekín.

Luis Caputo recibió a Scott Bessent
Luis Caputo recibió a Scott BessentMECON

¿Cuánto hay de motivaciones consistentes y cuánto de folclore en el impulso de Werthein hacia la salida? En los últimos meses hubo una razón verificable de un conflicto. El acuerdo comercial que negocia el gobierno de Milei con el de Trump para fijar un régimen arancelario amigable estuvo obstruido por la discusión sobre propiedad intelectual. En otras palabras, el entendimiento chocó una y otra vez contra la resistencia de la industria farmacéutica argentina a remunerar las patentes de especialidades extranjeras. El principal abogado de los laboratorios nacionales fue Werthein, quien hasta llegó a desplazar a diplomáticos que tramitaban la negociación técnica, por no alinearse con los intereses que él defendía. La contracara de esta línea de acción fue, como siempre, Federico Sturzenegger y su equipo.

La salida de Werthein habría estado impulsada por otros factores opacos. Una sorda guerra de varios meses con el empresario Leonardo Scatturice, de influencia decisiva sobre Santiago Caputo. Scatturice gestiona la relación entre el entorno de Milei y la Conferencia de Acción Política Conservadora (Cpac), una liga de republicanos de extrema derecha identificados con Donald Trump. Scatturice adjudica a Werthein maniobras malintencionadas en su contra en la competencia por controlar la relación con Washington.

Entre los contactos de Scatturice con la feligresía de Trump hay uno que fue determinante en las últimas semanas. Es Robert Citrone, el titular de Discovery, un fondo que administra unos 3000 millones de dólares y que atesora una posición gigantesca de bonos argentinos. Citrone, que mantiene una relación amigable con el ministro Luis Caputo, se vanaglorió en una entrevista con Tony Pasquariello, de Goldman Sachs, de ejercer una influencia considerable sobre el gobierno de Milei. Funcionarios de ese gobierno aseguran que, hasta la noche del domingo 21 de septiembre, Bessent se resistía a anunciar un auxilio a la Argentina. Comentan que Michael Kaplan, el encargado de Asuntos Internacionales del Tesoro, lo habría desaconsejado. Siempre según esa versión, Bessent habría girado el pulgar hacia arriba por una gestión de Citrone, su antiguo colega en el fondo de George Soros. El premio Nóbel Paul Krugman viene insistiendo en que toda la jugada está inspirada en la defensa de los intereses de Citrone. Más: dice que ese financista compró más papeles argentinos horas antes de que Bessent mostrara el salvavidas.

Esta narración puede ser inexacta. Pero igual es significativa, debido a que es la narración que le habrían suministrado a Milei sobre los acontecimientos que lo salvaron del abismo. La explicación produce un desbalance en la puja interna del Gobierno. Citrone y Scatturice son socios políticos del “Mago” Caputo. Dicho de otro modo: si el proceso fue como aparece en ese relato, la tabla de salvación de Milei fue el asesor Caputo. Hay algo que vuelve más verosímil esta presentación de los hechos ante los ojos de Milei: su sorprendente dependencia psicológica respecto del “Mago”.

Sería un error suponer que la guerra interna que afecta al gabinete, estimulada por el anuncio presidencial de un inminente cambio de elenco, está provocada sólo por la voluntad de controlar posiciones administrativas. Es también una puja por el tipo de alianzas que debe tejer Milei para encarar los próximos dos años de trabajo.

Javier Milei visita a Donald Trump en Estados Unidos
Javier Milei visita a Donald Trump en Estados UnidosPresidencia

Las hipótesis aritméticas sobre resultados son, en general, coincidentes. En la provincia de Buenos Aires el peronismo ganaría por una diferencia de 5 a 7 puntos, lo que constituye una pasable recuperación del voto libertario. En la elección nacional habría un empate. Y, si no lo hubiera, la diferencia sería de no más de 4 puntos, tal vez a favor de La Libertad Avanza frente a un peronismo filokirchnerista, etiquetado con varias denominaciones.

Este consenso contrasta con otro. La fantasía, no respaldada por número alguno, de que Milei puede tener una noche amarga. Esa suposición intuitiva es hija de la cadena de desgracias que dañaron al oficialismo en los últimos dos meses. Alguien objeta: “Las desgracias y los errores pesan menos en un tiempo en que los votantes son movidos en contra de, no a favor de”.

Hay otro rasgo que llama la atención de candidatos que recorren la provincia de Buenos Aires: el periodismo radicado en las radios o en las plataformas de streaming de localidades bonaerenses tiene una tendencia inercial a hablar en contra de Milei. “Es notorio cómo el Gobierno produjo una reacción gremial con esa consigna de odiar al periodismo”, comentaba ayer un diputado que busca su reelección. Heterodoxias del marketing de Santiago Caputo. Otro rasgo del momento, observado por otro competidor: “La campaña es virtual. En el interior de la provincia, los dirigentes locales de La Libertad Avanza (LLA) o del PJ no hacen campaña por sus listas”. Signos enigmáticos.

Si el domingo a la noche se confirman los grises pronósticos de estas horas quedará claro que la distribución de bancas en el Congreso será accesoria respecto de la tarea principal: construir una mayoría negociando con rivales más o menos razonables. Esa será la misión de Milei y sus colaboradores.

Es verdad que hay incógnitas más urgentes. La más notoria es el régimen cambiario. La incertidumbre es tan aguda que Bessent, con sus infinitas ganas de ayudar, no consigue frenar la marcha del dólar hacia arriba. Desde el seno del oficialismo trasciende que no hay que esperar demasiadas novedades. Milei seguirá abrazado al régimen de bandas, ampliando la distancia entre los dos extremos de la cotización. Ese es el credo del gabinete. Se trata de una cuestión crucial. La alteración o la calma del mercado cambiario es siempre la señal más importante de orden político.

Más allá del acertijo sobre el dólar, aparece el problema del armado de una mayoría en el Congreso. Ese trabajo depende, sobre todo, de la relación de la Casa Rosada con los gobernadores dispuestos a dialogar, que siempre son la mayoría. El interrogante más importante a resolver tiene que ver con la estrategia electoral que defina el Gobierno. ¿A qué gobernadores les respetará la voluntad de reelegirse y a quienes enfrentará con sus propios candidatos? La respuesta inicial a esta pregunta aparecerá el domingo por la noche. Será importante detectar qué dirigentes de LLA quedaron en una situación competitiva como para aspirar al poder en sus provincias dentro de dos años. Con los gobernadores de esas provincias el diálogo será más difícil porque se sentirán amenazados.

El domingo habrá que ver también en qué situación quedan los gobernadores agrupados en Provincias Unidas. Santiago Caputo viene tratándolos sobre todo a través de su colaborador Manuel Vidal. También influyen algunos contratos de asesoramiento con la consultora “Move”, que tiene al “Mago” como socio. Existe una puja con el ministro del Interior, Lisandro Catalán, por el control de ese diálogo. Catalán responde al jefe de Gabinete Guillermo Francos.

Las tratativas con esos gobernadores son cruciales para armar una mayoría en el Congreso que permita la sanción de algunas reformas que el Gobierno considera de importancia existencial. Como sucede desde que el mundo es mundo, esa mayoría se construye con plata. Habrá gobernadores que pedirán recursos para asistir a sus cajas previsionales; otros esperan que la administración central gire fondos que recauda ARCA pero pertenecen a las provincias; el dinero también llega bajo la forma de obra pública. Balance provisional: conseguir el número de bancas que permita ganar votaciones en el Congreso supone reblandecer la política fiscal. Es inevitable. Por esta razón, cuando a mediados de septiembre se sentó con un grupo de gobernadores, Francos tomó el recaudo de llevar a Luis Caputo a la reunión.

La reconfiguración del gabinete toca un nervio muy conflictivo. Cuál será la política de alianzas de Milei. No es casual que, apenas aproximó a Macri, Francos haya empezado a recibir el fuego graneado desde las trincheras mediáticas del “Mago”. El jefe de Gabinete propone incorporar figuras experimentadas a la gestión, es decir, exfuncionarios de Juntos por el Cambio. Santiago Caputo siente esa sugerencia como una amenaza a su gravitación sobre por lo menos dos tercios de la administración. Francos propuso una alternativa: “Que se incorpore al Gobierno y firme las cosas que decide”. Como se sabe, muchos funcionarios deben suscribir, sin chistar, acciones indicadas por el “Mago” o por su hermano Francisco. Ninguno de los dos tiene un cargo formal. Si sobre el organigrama avanzan los amigos de Macri el poder de los Caputo quedaría disminuido.

Santiago Caputo procesa la resistencia a ese desembarco con un argumento que fascina a Milei: “No puede haber un cielo con dos soles. La derecha tiene que tener un solo líder. El Emperador”. Afirman quienes conocen la intimidad de la Casa Rosada que aquella dependencia psíquica de Milei hacia Caputo se alimenta con este halago permanente. El saldo de estas manipulaciones encaja en esta definición de un embajador extranjero: “Milei es el funcionario más influyente del gobierno de Caputo”.

Una consecuencia del enfoque del “Mago” es que la incorporación al gabinete de dirigentes del Pro será parte de lo que Tulio Halperín Donghi llamaba “una ficción consentida”. Es decir, se cooptaría a las figuras del Pro que ya se sumaron. Cristian Ritondo, Diego Santilli, Guillermo Montenegro, por citar tres casos.

La noche del domingo, o la mañana siguiente a más tardar, quedará expuesto este campo de batalla sobre el que Milei deberá tomar definiciones. Se trata de una instancia decisiva. Como demostró Camila Perochena el lunes pasado, los resultados de las elecciones legislativas de medio término no predicen la suerte del Gobierno durante los dos años siguientes. El kirchnerismo perdió en 2009, pero Cristina Kirchner arrasó en 2011. Macri arrasó en 2017, pero se hundió dos años después.

Los votos son importantísimos. La capacidad parlamentaria, también. Los dólares de Bessent son invalorables. Pero el futuro de Milei depende muchísimo más de la sabiduría con la que él consiga relanzar a su Gobierno. En otras palabras, de la sabiduría con que logre crear una nueva expectativa.

Por Carlos Pagni

Fuente: La Nación

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