Un cierre de campaña en Washington y muchos deberes por delante

La Argentina convertida en un eterno parque de diversiones, llena de calesitas que dan vueltas sobre su eje, montañas rusas oxidadas, trenes fantasma y salones de espejos (retrovisores), no deja nunca de provocar súbitas emociones y de proveer pocas soluciones exitosas y duraderas. Pero siempre recrea la ilusión de que se está a un paso de encontrar la salida. Como ahora.

En ese escenario, Javier Milei y su equipo económico acaban de hacer lo posible por reinstalar en la agenda pública otra vez una expectativa esperanzadora, gracias a la ayuda de su guardavidas personal Donald Trump, justo cuando todos los veían al borde de la catástrofe.Senado: chispazos internos en el kirchnerismo por la interpelación a Karina Milei y el proyecto de ludopatía

El oficialismo tratará, en función de eso, que la reunión bilateral de este martes con el presidente norteamericano en Washington opere de virtual cierre de campaña electoral anticipado y ponerle candado. Aunque todavía quedarán por delante siete agitados días de proselitismo y, sobre todo, de ruedas bursátiles. La duda por despejar es si hasta el domingo 26 predominará la vieja montaña rusa o la calesita.

Fuentes con llegada a la cúpula mileísta y otros con buenos vínculos en Washington advierten que después de este martes el Gobierno ya no tendría mucho más para mostrar hasta el día de las elecciones que lo ya anunciado junto con los elogios y nuevas promesas de Trump.

Es un hecho que, además de lisonjas y salvavidas (concretos o prometidos), el presidente argentino se traerá de la Casa Blanca una lista de tareas nada sencillas a la que habrá de rubricar, tanto para lo inmediato como para el mediano plazo.

Antes que nada, el oficialismo está obligado a revertir, al menos parcialmente, el catastrófico escenario electoral que le dejaron los comicios bonaerenses del 7 de septiembre, así como lo sucedido en las otras siete elecciones provinciales, sobre un total de nueve en las que sus candidatos fueron derrotados.

Ya lo anticipó el secretario del Tesoro (y bombero) Scott Bessent, cuando puso como condición el apoyo del electorado para que el Gobierno tuviera éxito y, en consecuencia, se determinara la dimensión y la oportunidad de la ayuda.

El poco tiempo transcurrido desde ese última desastre electoral ha sido demasiado pródigo en novedades y, salvo los anuncios de auxilio estadounidense, la mayoría han sido negativas para el Gobierno.

Allí sobresale el escándalo por supuestos aportes del narcotráfico que terminó hace nada más que ocho días con la postulación de José Luis Espert como primer candidato libertario a diputado nacional por la provincia de Buenos Aires.

Esa gigantesca mancha aún no se ha disipado, a pesar de la obligada dimisión y de los inéditos anuncios de asistencia provenientes de Washington, que parecieron volver a entusiasmar a los operadores financieros y opacaron el eufórico (y esperpéntico) recital presidencial, brindado tres días antes, en medio de la zozobra por el caso Espert.

Por lo pronto, el Gobierno se encomienda a que la Cámara Nacional Electoral vuelva a fallar en su favor de manera urgente sobre la reimpresión de boletas, como lo hizo respecto del orden en la lista electoral, que puso a Diego Santilli por encima de Karen Reichardt, al revocar un fallo de primera instancia.

Los miembros del tribunal de alzada tienen la intención de fallar este lunes. Por ahora, también en este caso el fiscal Ramiro González se opuso a que se rehagan las papeletas, que llevan el nombre y, sobre todo, la cara del postulante objetado hasta por los propios y renunciado a la fuerza.

“A pesar del impresionante salvataje de Estados Unidos, todavía nada está encaminado y menos si la cara de Espert llegara a estar en la boleta. Eso podría ser casi letal”, admitió una de las figuras destacadas del armado político oficialista.

Los números de las encuestas no dan ninguna certidumbre. A las crecientes limitaciones y estrepitosos fracasos que ha mostrado esa herramienta para la previsión de resultados electorales se le suma en esta elección la vertiginosa sucesión de acontecimientos que cada día alteran la agenda pública, la compleja situación económica, alejada de cualquier estabilidad y más aún de ofrecer un bienestar mayoritario. Además, debutará nacionalmente la boleta única papel (BUP), que para la mayoría será una experiencia inédita.

Los simulacros y ensayos de la BUP realizados hasta ahora con electores muestran que si bien su utilización es bastante sencilla se trata de una experiencia más personal y demanda un acción más consciente. Según quienes han realizado el experimento, no es igual marcar el casillero de una lista partidaria que solo poner una boleta en un sobre, y más aún cuando hay que marcar dos veces en las provincias en las que se eligen senadores. El temor a que se marque un solo casillero suponiendo que se está eligiendo así las dos categorías o que se divida el voto abunda en los espacios mayoritarios. Aunque todos dicen que manda la marca y el color partidarios, la debilidad de algunas candidaturas los pone en alerta.

A eso debe añadirse que sigue en curso el proceso aún inconcluso de reconfiguración del mapa político y el sostenido proceso de desafección política, luego de la sucesión de fracasos de los gobiernos anteriores, que derivó en el colapso de las estructuras partidarias y en la irrupción y acceso al poder de Milei.

Aún con esas reservas, no abundan augurios demasiado benévolos para el oficialismo y hasta en el caso de los mejores pronósticos todo indica que Milei, particularmente, deberá hacer un notable esfuerzo (casi una auténtica reconversión personal) para aprobar con buena nota una de las tareas primordiales que Trump, Bessent y los mercados ya la han fijado para después del 26 de octubre.

Por lo pronto, la Casa Rosada solo se animó a prometer que tendrá asegurado el tercio de la Cámara de Diputados, sin votos prestados (como ahora) para sostener los vetos presidenciales.

El Presidente está siendo intimado, como nunca antes, a pronunciar la otrora maldita (para él y los suyos) palabra consenso y conjugar el verbo acordar. Y no será solo hacer juego para la tribuna. Le exigen goles. Los colaboradores presidenciales más optimistas se animan a pronosticar que después de los comicios contarán con la disposición y la ayuda de gobernadores y legisladores a los que la Casa Rosada se empeñó en poner en la vereda opuesta. El resultado del 26 diseñará la escenografía y los límites sobre los cual Milei deberá ejecutar aquel mandato de buscar apoyos mayoritarios para sus políticas.

La habilitación o la negativa para reimprimir la boleta bonaerense y poner el rostro de Diego Santilli, junto al de Reichardt (nombre artístico de Karina Celia Vázquez), que ya estaba, desvela a la Casa Rosada, pero no es lo único que mantiene alerta a los estrategas y responsables políticos del oficialismo.

En ese espacio impactaron con fuerza en los últimos días los rumores respecto de que podrían aparecer novedades que complicarían más a una altísima figura del Gobierno en el caso $LIBRA. Nadie puede asegurar que se trate de un exceso de susceptibilidad, de versiones interesadas o de prevenciones hechas por gente (o agentes) que altos funcionarios mileístas consideran siempre bien informada y a la que suelen consultar, pero es lo que han dejado trascender.

Todo es bastante típico de los cierres de campañas signados por la incertidumbre y la inestabilidad. Más cuando en los principales espacios las disputas internas no están saldadas, sino apenas asordinadas.

El cuadro de los últimos días está dominado por el desplazamiento de los primeros planos de la hermanísima Karina, la recuperación de cierta centralidad del asesor Santiago Caputo, motivada por la dinámica electoral y varios fracasos, así como por su relación con el salvataje trumpista, más algunas expresiones de fatiga y fastidio del jefe de Gabinete, Guillermo Francos.

Con ese trasfondo, lo que ocurra el martes en Washington tendrá superlativa relevancia tanto como las evaluaciones que de esa reunión, de la situación argentina y de la coyuntura política estadounidense −donde abundan críticas y reticencias al salvataje− hagan los operadores bursátiles.

La pregunta es si en este caso Trump también es “capaz de mover montañas con la fuerza pura de su voluntad”, como dijo el director de la Casa Blanca en el panegírico pronunciado respecto de su jefe para lamentar que le hubieran dado el Nobel de la Paz a la venezolana María Corina Machado y no al presidente estadounidense. Tiempos de personalismos y de líderes que demandan reconocimiento.

La extrema volatilidad que domina el panorama político y financiero no es solo un motivo de inquietud y de incertidumbre para el oficialismo. Al resto de las fuerzas políticas las atraviesan los mismos sentimientos.

“En las recorridas que estuvimos haciendo por la provincia de Buenos Aires el panorama es bastante desalentador. Hay mucho desencanto con Milei de los que fueron sus votantes menos ideológicos, pero también con la política en general. Por eso lo que percibimos es que la abstención va a ser alta y que las terceras fuerzas podemos capitalizar ese sentimiento solo en parte. Como me dijeron en tres ciudades, pueden volver al peronismo los que fueron votantes peronistas o que provienen de entornos peronistas, de los cuales algunos votaron a Milei en 2023”, admite un candidato y a la vez agudo analista, que se presenta por fuera de las antinomias mileísmo-antimileísmo, kirchnerismo-antikirchnerismo, que alientan esos polos.

En el kirchnerismo agradecen la dicotomía que el Gobierno se empeña en sostener y reforzar.

“Es una campaña atípica. No es propositiva de parte de ninguno de los dos grandes espacios. Nosotros ofrecemos ‘ponerle un freno a Milei’ y ellos, ‘kirchnerismo nunca más’. Nos viene bárbaro, más después de los escándalos que muestran que no son lo que decían que venían a ser y a hacer y de que se entregaran a Trump para que los salve. En la Argentina, Trump es rechazado por la mayoría de la sociedad”, dice un importante colaborador de la cúpula kirchnerista, de diálogo frecuente con Cristina y Máximo Kirchner.

El malo es el otro. La alteridad manda. ¿Y alcanza? La fragilidad autopercibida por todos parece ser tal que antes que salir a ganar votantes, la energía está puesta en evitar más fugas. Para la abstención no tienen más antídoto que el miedo.

Ellos, como los libertarios, apuestan, necesitan y trabajan por el fracaso de las opciones que están por fuera de los polos. El espacio construido por los gobernadores de Córdoba, Chubut, Jujuy, Santa Cruz y Santa Fe, denominado “Provincias Unidas”, es su blanco preferido, al igual que cualquier candidato que exprese alguna cercanía con ese alianza, aunque no la integre.

Sobre la base de encuestas que dicen augurarle un complicado escenario electoral, especialmente, al cordobés Martín Llaryora, al santafesino Maximiliano Pullaro y al chubutense Ignacio Torres, le adjudican al hiperactivo Sergio Massa −un experto en fracciones− haber pronosticado que luego del 26 ese conglomerado pasará a llamarse “Provincias Hundidas”. Viejos rencores, sobre todo, con el cordobés Juan Schiaretti alimentan la maledicencia ingeniosa.

Hasta el día mismo de las elecciones habrá que esperar novedades aunque este martes, después de la reunión con Trump, el Gobierno querría ponerle candado a la campaña electoral. La decisión de los votantes, sin embargo, cada vez más se toma a último momento.

Por Claudio Jacquelin

Fuente: La Nación

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