Un camino para fortalecer al BCRA y seducir con el peso hasta sea el tiempo de salir del cepo

Hubo ruido en el mercado; con el dólar especialmente. Y entonces, el Gobierno reaccionó. De hecho, el estreno de la Ley Bases como el mojón que inaugura la segunda parte de la gestión del presidente Javier Milei, fue la excusa perfecta para poblar la sala de conferencias del Palacio de Hacienda de los principales hombres de la gestión económica y anunciar una hoja de ruta de lo que viene. Algo así como hacer un contrafuego antes de que haya llamas.

El objetivo quedó claro: robustecer el Banco Central y, de paso, dar señales claras para tornar atractivo el peso en medio de las tensiones que entregó en las últimas semanas la cotización del dólar. Se trata, siempre según los planes del Gobierno, de encontrar un camino más confortable para transcurrir el tiempo hasta que se pueda avanzar con el levantamiento del cepo cambiario.

¿Cuándo?, se preguntará el lector ansioso. No hay plazos sino objetivos o parámetros, aclaró una y mil veces Caputo cuando se le preguntó en qué momento se podrían remover las restricciones cambiarias. Ahora bien, la maniobra, como se dijo, pasa por dos aspectos. El primero, robustecer el Banco Central. A la luz de los anuncios, esto significa fundamentalmente, continuar con algo que ya se hace desde hace un tiempo; pasar la deuda del Central al Tesoro. Para decirlo de una manera más simple, el Banco Central acumulaba deuda porque le prestó durante muchísimos años plata al Tesoro para que financie el déficit. Ese pasivo ahora, de acuerdo a lo que expresaron los funcionarios, pasaría a manos del real deudor.

Esta situación se dio durante décadas. Como el Estado no se podía financiar en los mercados, después de varios default y refinanciamientos, le pedía a la entidad monetaria que emita dinero y solvente ese agujero negro. La cuenta que sigue está escrita en todos los manuales de economía: más gasto, más emisión y finalmente, más inflación.

Ese esquema es el que quiere cambiar el trío que componen Milei, Caputo y Bausili. La idea central es que ahora sea el Tesoro el dueño de la deuda. Podrá preguntarse el lector qué consecuencias tiene esto para el peso y el dólar. Pues si la cuenta del almacenero que lleva y controla el Presidente se mantiene, es decir, se recauda más de lo que se gasta, esa deuda no subirá proporcionalmente y ya no necesitará de emisión para pagar los intereses, además de que tendrá la garantía en el sobrante de caja y no en la emisión.

Claro que parece una cuestión técnica, apenas un movimiento del asiento contable, algo así como pasar de una ventanilla a la otra. Pero en el fondo, esta medida es la que esconde la más importante: tornar atractivo el peso, darle una pátina de solvencia, mientras llegan los esperados tiempos para levantar el cepo.

Está claro que no hay tiempos y como repitió el ministro, se trata de cumplir objetivos. Y en este punto, vale un paréntesis. Cuando la deuda tenía la tenía el Central, por cada punto de tasa de interés que subía, la entidad debía más dinero producto de que ese indicador se trasladaba a los intereses de la deuda. Sin esta mochila de deuda, el Banco Central podrá tener mayor independencia para fijar la llamada tasa de política monetaria que, finalmente, es la referencia que toman los bancos para prestar dinero a los particulares.

Si sube la tasa y el rendimiento anual es mejor que la inflación, gran parte de los ahorristas, incluidos los institucionales, tendrán un incentivo para quedarse en esa inversión y no cambiar los pesos por dólares, la conducta que quiere desalentar el Gobierno.

Caputo fue claro y puso énfasis en la necesidad de que la salida del cepo no genere desequilibrios cambiarios. Dicho de otro modo, que la posibilidad de disponer de moneda libremente no genere una corrida hacia el dólar que haga subir su cotización. El ministro lo sabe perfectamente, al igual que cualquier economista, que si no hay un atractivo concreto para quedarse en plata local, pues todo el mercado recurrirá a la moneda fuerte, el refugio más buscado por los argentinos.

Nadie lo dijo en la conferencia, pero la búsqueda de una tasa de interés positiva, por encima del índice de precios, es el camino que iniciará la entidad monetaria. Los plazos fijos de los ahorristas deberán empezar a notarlo en un tiempo no tan largo.

Para hacer el pase de manos, del BCRA al Tesoro, hay un requisito: lograr que los bancos entreguen los viejos papeles y a cambio, reciban otros con un deudor distinto. Bausili dijo que la primera reunión será el lunes, pero también se excusó de dar algunos detalles por las conversaciones que mantienen. Todo indica que este tanteo a los bancos ya se hizo. No parece que haya ahí un problema, más aún cuando gran parte de los tenedores de ese tipo de instrumentos son bancos públicos.

La receta tiene como condición necesaria el superávit fiscal, único garante de las obligaciones. El déficit sería una mala noticia ya no sólo para el Gobierno sino una pésima señal para el mercado financiero. Por un largo tiempo, los que pidan más gasto público deberán abstenerse.

Diego Cabot

Fuente: La Nación

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