La polémica frase del presidente Donald Trump en el sentido de que Estados Unidos ayudará a la Argentina si Javier Milei gana las elecciones pero si las pierde no serán generosos fue tomada muy en serio por los operadores del mercado financiero. De poco valieron las intentos desde el gobierno argentino por aclarar que el mandatario norteamericano quiso referirse a las elecciones presidenciales de 2027 y no a las que tendrán lugar el próximo domingo 26. El propio Trump aclaró que se estaba refiriendo a los comicios de medio término que se desarrollarán en apenas una semana.
Lo que no dijo el líder estadounidense es cómo debería determinarse si el resultado electoral deparará una victoria o una derrota para Milei. Se trata de un interrogante sobre el cual ni siquiera analistas y dirigentes políticos locales terminan de ponerse de acuerdo. A tal punto que es muy probable que la apertura de las urnas abra un debate en el cual compitan distintas interpretaciones sobre los beneficios y pérdidas para unas y otras fuerzas políticas. El relato que termine imponiéndose en la noche del domingo 26 o en la mañana del lunes 27 será clave para definir las consecuencias políticas y económicas inmediatas del acto electoral.
¿Qué puede significar ganar o perder para el gobierno de Milei? ¿Importarán más los porcentajes de votos que obtengan las principales coaliciones políticas o bien el número de bancas de diputados y senadores nacionales que consigan, tratándose de una elección en la que se renovará la mitad de la Cámara baja y un tercio de la alta?
Una interpretación válida es que, si se tienen en cuenta las dificultades parlamentarias que ha venido sufriendo el oficialismo y si se considera que la segunda mitad de la gestión Milei requerirá del apoyo del Congreso para llevar a cabo reformas estructurales pendientes, como la tributaria y la laboral, el éxito o el fracaso electoral debería ser medido por la futura capacidad del Gobierno para generar leyes. Y, en tal sentido, a lo que debería prestarse mayor atención es a la futura composición del Poder Legislativo.
Podría sostenerse que, en términos de escaños legislativos, La Libertad Avanza lleva todas las de ganar por una simple razón: pondrá en juego en estos comicios apenas 12 de las 44 bancas de diputado que suma junto a otras dos fuerzas afines menores y no renovará ninguno de los 6 senadores con los que cuenta en el presente. De esta manera, solo tiene una expansión numérica de sus bloques por delante. El peronismo kirchnerista, en cambio, deberá renovar 47 de sus 99 bancas de diputado y 15 de sus 34 escaños de senador.
Esto podría suponer una ventaja para el oficialismo a la hora del recuento de votos en el orden nacional. Pero el hecho de que el peronismo concurrirá a las elecciones dividido en al menos 9 distritos -sin contar a los dirigentes de extracción justicialista que adhieren a Provincias Unidas- podría dar lugar a realineamientos posteriores en las cámaras legislativas que terminen agrandando la bancada peronista.
Así como el escenario electoral parece ofrecer aquel tipo de ventajas a La Libertad Avanza, el partido gobernante también exhibe debilidades de cara a los comicios. Fundamentalmente, porque ni la percepción de los argentinos frente a la situación socioeconómica ni la imagen de Milei y su gobierno alcanza hoy los más elevados niveles que podían exhibirse a principios de este año.
Concretamente, el último relevamiento de la consultora Poliarquía le asigna en octubre a la gestión de Milei un nivel de aprobación del 47% y una desaprobación del 52% en el orden nacional. Si bien la percepción positiva de la población ha mejorado en dos puntos respecto del mes anterior, es preciso tener en cuenta que, hacia enero de este año, el grado de aprobación del trabajo de Milei como presidente llegaba al 60% contra un 40% que lo desaprobaba.
En la actualidad, los mayores porcentajes de aprobación de la gestión presidencial se ubican entre los hombres (51%), entre los mayores de 50 años de edad (58%) y en el nivel socioeconómico medio alto (58%). En cambio, el mayor descenso respecto de un año atrás se verificó entre las personas de 18 a 29 años, donde la aprobación de Milei cayó 17 puntos, y entre las de nivel socioeconómico bajo, donde experimentó una baja de 12 puntos.
No pocos funcionarios y dirigentes de La Libertad Avanza festejarían si sus candidatos pudieran asegurarse en el promedio de todo el país el 40% de los votos
La imagen personal de Milei también ha experimentado un decrecimiento en los últimos meses. En septiembre último exhibe, según Poliarquía, una percepción positiva del 36%, una regular del 16% y una negativa del 47%, en tanto que en julio último era positiva para el 42%, regular para el 14% y negativa para el 43%.
Por el contrario, las imágenes de Cristina Kirchner y de Axel Kicillof exhibieron mejorías en el mismo período. La expresidenta, condenada por corrupción y con prisión domiciliaria, vio disminuir su imagen negativa del 55% al 50% entre julio y septiembre, en tanto su imagen positiva cayó apenas un punto, al 31%. El gobernador bonaerense, por su lado, creció en imagen positiva desde el 23% en julio hasta el 37% en septiembre, al tiempo que su percepción negativa cayó del 53% al 42%.
El nivel de expectativas dentro del propio oficialismo ha caído. Hoy nadie en el Gobierno imagina, como sucedía seis meses atrás, que la Alianza La Libertad Avanza pueda acercarse al 50% de los sufragios en el orden nacional. No pocos de sus funcionarios y dirigentes festejarían si sus candidatos pudieran asegurarse en el promedio de todo el país el 40% de los votos.
Hoy en el Senado el peronismo está cerca del quórum propio, con 34 representantes sobre un total de 72 miembros del cuerpo; las fuerzas provinciales suman 15 senadores; el Pro y sus aliados tienen 9; la UCR, 7; Cambio Federal, 1, y La Libertad Avanza, 6.
La Cámara de Diputados alberga a 99 legisladores del peronismo kirchnerista; a 44 de La Libertad Avanza y otras fuerzas afines (incluidos 6 de la Liga del Interior y 1 de Creo); a 37 de Pro y bloques afines; a 15 de Encuentro Federal; a 14 de la UCR; a 12 de Democracia para Siempre; a 8 de Innovación Federal y a 6 de la Coalición Cívica, entre otras bancadas menores.

Se estima muy difícil que, aun en el mejor de los hipotéticos escenarios, La Libertad Avanza alcance por sí sola después del 10 de diciembre el mágico número de 86 diputados, equivalente a un tercio de la Cámara baja, que le permitiría bloquear cualquier iniciativa de juicio político al Presidente y evitar el rechazo parlamentario de cualquier veto presidencial a leyes que no sean del agrado del Gobierno. Sin embargo, con la sumatoria de diputados de Pro y aliados, podría superar aquel número, acercándose al centenar de legisladores. Una cifra que prácticamente igualaría a la de diputados peronistas kirchneristas.
En el Senado, las perspectivas de crecimiento de La Libertad Avanza son más interesantes, por cuanto las proyecciones indican que podría elevar su bloque de 6 senadores a alrededor de 16, en tanto que el peronismo podría perder 3 de sus 34 legisladores. Para alcanzar un tercio del cuerpo, formado por 24 integrantes, el partido de Milei dependería de Pro y de algunas alianzas con gobernadores provinciales a quienes respondan otros senadores.
Cobran, en ese sentido, cierta relevancia las recientes palabras de Mauricio Macri, quien a su habitual reclamo de “mejorar la gestión”, acaba de demandar del Gobierno una convocatoria al diálogo “con humildad y honestidad”. La arrogancia o la soberbia son, precisamente, términos que aparecen en las nubes de palabras de encuestas en las que se consulta a la población sobre las razones de la derrota de La Libertad Avanza en los últimos comicios provinciales bonaerenses.
Lo cierto es que la gran batalla no concluirá el 26 de octubre con el veredicto de las urnas, sino que empezará al día siguiente y, en ella, no solo resultará vital cómo quede conformado el Congreso desde el 10 de diciembre, sino en qué medida estará el presidente Milei dispuesto a negociar y compartir poder con sectores de la oposición más dialoguista.
Por Fernando Laborda
Fuente: La Nación
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