La paradoja detrás de la negociación presidencial

Javier Milei tuvo un gran triunfo electoral. Pero, contra lo que suele suceder, ese triunfo no fue el desenlace de una marcha sembrada de éxitos. Las semanas anteriores a los comicios del domingo pasado estuvieron jalonadas por derrotas electorales, fracasos parlamentarios, escándalos morales y una turbulencia financiera que requirió del salvataje de Donald Trump. Esas dificultades agigantan el valor de la victoria. Vuelven más evidente el vacío opositor. Y provocan una reacción paradojal: muchísimos votantes que festejan el resultado del domingo esperan que Milei corrija rasgos destacadísimos de su gobierno. Se llega así a esta situación disparatada: gran parte de la feligresía oficialista está atenta a los próximos movimientos de su líder no para saber si sigue siendo el mismo, sino para detectar si cambió.

El Presidente parece advertir ese problema. Sabe que debe su gloria a la eficacia con que detuvo la carrera inflacionaria. Pero que su propia base le exige un giro en su peculiar estilo de manejo del poder. La primera evidencia de que es consciente de esta demanda aparecerá hoy a las cinco de la tarde. Será cuando reciba a 20 gobernadores en la Casa Rosada. Allí hablará a favor del diálogo y la construcción de consensos, en términos parecidos a los que utilizó el 15 de septiembre pasado, cuando envió el Presupuesto a. las Cámaras: “Trabajando codo a codo con los gobernadores, diputados y senadores que quieren una argentina distinta, vamos a lograr las reformas de fondo”.

La interpretación de esas consignas es obvia: el programa oficial requiere la aprobación de leyes en el Congreso, objetivo que no se puede alcanzar sin pactar con otros actores políticos. El reclamo en favor de un estilo más dialoguista se expresa a través de voces muy potentes. Acaso la más resonante sea la de Scott Bessent, el secretario del Tesoro de los Estados Unidos, quien después de celebrar como propios los cómputos del domingo, dijo: “Creo que el presidente va a expandir su coalición”. La algarabía de Bessent y, sobre todo, de Donald Trump, por lo ocurrido en la Argentina es, acaso, la señal más clara de la fragilidad de la gestión económica libertaria. Otra paradoja.

Donald Trump, durante una reunión con el presidente argentino Javier Milei en la Casa Blanca en Washington
Donald Trump, durante una reunión con el presidente argentino Javier Milei en la Casa Blanca en WashingtonANDREW CABALLERO-REYNOLDS – AFP

Al encuentro en la Casa Rosada irán los gobernadores invitados por los funcionarios de Milei. Son todos, menos cuatro: Axel Kicillof, de Buenos Aires; Ricardo Quintela, de La Rioja, Gildo Insfrán, de Formosa; y Gustavo Melella, de Tierra del Fuego. Es decir: no fueron invitados los jefes de provincia más o menos identificados con Cristina Kirchner, que realizarían declaraciones agresivas con el Gobierno a la salida del cónclave.

Los convidados no dudaron un instante en aceptar. Muchos de ellos fueron derrotados por los candidatos de Milei el domingo pasado. Con un detalle que no hay que perder de vista: perdieron frente a figuras muy poco conocidas. Quiere decir que la corriente de repudio a la dirigencia política tradicional, que puso al candidato de La Libertad Avanza (LLA) en el poder hace dos años, mantiene su vigor. En otras palabras: Milei sigue beneficiándose con el activo que representa una “casta” herida en su autoestima profesional.

El acercamiento a los caudillos provinciales cobija dos mensajes. El Poder Ejecutivo está en condiciones de celebrar entendimientos que le permitan hacer funcionar el Congreso a su favor. Pero esos acuerdos obligarán a flexibilizar la política fiscal. No es imaginable que los gobernadores ayuden a Milei sin que Hacienda les remita fondos que ellos reclaman como propios, o sin que se emprendan algunas obras públicas indispensables para sostener la infraestructura y, de paso, ganar votos. Entre las exigencias de algunas provincias está el eterno problema del desequilibrio de las cajas previsionales. Quiere decir que se abre una negociación compleja, de resultado incierto. La única novedad, por ahora, es el método.

Un indicio de que la trama se teje con dinero es que se viene anunciando la presencia de Luis Caputo para la ceremonia de hoy. El ministro de Economía ya había sido convocado por el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, en la primera entrevista con gobernadores posterior a la derrota bonaerense. La convocatoria a Luis Caputo es crucial para el éxito de las conversaciones. Muchos acuerdos fracasaron porque Hacienda no cumplía con lo que habían prometido desde las oficinas políticas del Gobierno.

El ministro de Economía Luis Caputo
El ministro de Economía Luis CaputoRodrigo Néspolo

Otra señal importante es que la organización de esta reunión está en manos de Francos y de Lisandro Catalán, el ministro del Interior, que forma parte de su equipo. Un indicio de que no está tan seguro que el jefe de Gabinete abandone su cargo para volver a su casa. Un sueño del “Mago del Kremlin”, Santiago Caputo, estimulado por su maquinaria de comunicación. Los amigos de este otro Caputo alentaron en las últimas semanas la transformación del asesor de imagen en funcionario oficial, de ser posible en reemplazo de Francos. Siempre chocaron con el malestar de Karina Milei y, en especial, de sus aliados los Menem, “Lule” y Martín, y de Sebastián Pareja. Ese núcleo se fortaleció muchísimo el domingo, ya que fue el que diseñó la estrategia que se impuso en las urnas.

El protagonismo de Francos y de Catalán obliga a revisar la presunción de cambios significativos en el gabinete, más allá de los que deben producirse en las carteras cuyos titulares partirán hacia el Congreso. Ya se produjo el recambio en la Cancillería, donde Milei adhirió al criterio de Carlos Menem: designar allí a un economista, Pablo Quirno. Menem eligió a Domingo Cavallo y, cuando tuvo que reemplazarlo, optó por el “carnalista” Guido Di Tella.

La política exterior de LLA ya presentaba bastante rigidez por sus alineamientos: Estados Unidos e Israel. En las últimas semanas perdió también matices por su temática: son las relaciones exteriores de una administración que evitó precipitarse hacia el abismo por el salvataje financiero de otro país. De nuevo Estados Unidos. Tiene lógica haber destacado en la Cancillería al secretario de Finanzas. Sobre todo, porque la ayuda de Bessent está abriendo discusiones complejas en Washington. Por ejemplo: ¿cuál será el acreedor privilegiado de la Argentina? ¿El Tesoro norteamericano o el Fondo Monetario Internacional? De este interrogante se deriva otro: ¿cuál de los dos tiene más autoridad para establecer condicionalidades a cambio de su préstamo? ¿Pedirán lo mismo? Más acertijos: los bonistas, que se tranquilizaron cuando apareció Bessent, ¿estarán igual de felices cuando imaginan su lugar en la fila de acreedores? En una emergencia, Dios no la permita, ya no estarán sólo detrás del Fondo, sino que antes cobrará también el Tesoro estadounidense. Se daría, entonces, la curiosidad, de que el préstamo de los Estados Unidos volvería más inseguros a los papeles argentinos. En el extremo, la gauchada que hace Bessent haría subir y no bajar el riesgo-país. La discusión recién comienza, pero ya interesó a algunos columnistas de The Wall Street Journal. Debates de los que deberá encargarse, tal vez, Franco Simón: es el nuevo delegado del “Mago” Caputo, y de su fiel María Ibarzábal, en el área legal de Economía.

El providencial rescate de Trump no sólo alteró las reglas del sistema de crédito. También estaría modificando decisiones administrativas del Banco Central. Como consignó Alejandro Giacoia en su cuenta de X, “parece confirmarse dónde quedaron los pesos del US Treasury. Se registró una suba fuerte en el stock de letras emitidas en moneda nacional (USD 2,082 mill.) En principio no son dollar-linked. En el PDF oficial figuran como letras de liquidez”. Se confirma lo que afirmó el jueves pasado en LA NACION un lobo de la city, con reserva de identidad: “Bessent está haciendo carry trade que da calambre”. Es su obligación como custodio del dinero de los contribuyentes de su país. Trump lo explicitó: “Con el resultado electoral hicimos mucha plata en la Argentina”. “Bob Citrone también”, agregó un gracioso.

El frente externo aportó lo que podría ser una buena noticia, emitida desde la Cámara de Nueva York. Allí se está tratando la apelación al fallo de Loretta Preska condenando a la Argentina a pagar 16.000 millones de dólares al fondo Burford por la estatización de YPF. Si se consideran los intereses, se trata de una suma casi equivalente a los 20.000 millones de dólares aportados por el Tesoro en el swap acordado con la Argentina. Los tres miembros del tribunal dejaron entrever en una audiencia de ayer, por el tono de las preguntas dirigidas a las partes, que consideran que el caso no podría tramitarse en la Justicia norteamericana. Es decir, darían la razón a Bernardo Saravia Frías, el procurador del Tesoro de Mauricio Macri, quien llevó al juzgado de Preska la inquietud que ayer plantearon los camaristas: ¿por qué hay un juez estadounidense dirimiendo sobre un hecho ocurrido en la Argentina en el marco de la legislación local? Habrá que ver si esos interrogantes decantan en una sentencia que revierta el criterio de Preska. Celebraba anoche Kicillof, quien defiende su estatización con los argumentos sugeridos en el intercambio de ayer. Sufrían los voraces Eskenazi, que van asociados a lo que obtenga Burford.

Loretta Preska
Loretta PreskaArchivo

El caso abierto en Manhattan no sería tan adverso para la Argentina si no fuera porque Ariel Lijo puso a dormir la denuncia que formuló Elisa Carrió en 2007 para que se investigue el ingreso, señalado como fraudulento, de los Eskenazi en la compañía. Lijo tiene poco afecto por los expedientes. La burocracia de su juzgado le provee otras afinidades. En estos días está reflotando la fantasía de convertirse en ministro de la Corte. Apuesta a que salga del Gobierno su abogado personal Mariano Cúneo Libarona, a quien el Presidente no aceptó todavía la renuncia a la cartera de Justicia. Se supone que Cúneo sería reemplazado por el intendente de Mar del Plata, Guillermo Montenegro, íntimo de Lijo. El ex juez federal Montenegro tampoco es un emblema de la calidad institucional. No tanto porque haya aceptado en su momento el ministerio de Seguridad porteño para abandonar la causa Skanska, que tal vez lo obligaba a condenar a funcionarios kirchneristas. Tampoco porque en estos días se haya convertido en candidato testimonial a senador provincial, representación que no pretende ejercer. Lo más escandaloso de Montenegro es su idea de la legalidad. Para hacer alarde de dureza, llegó a afirmar que “los que se ponen fuera de la ley, serán tratados fuera de la ley”. Ni Eduardo Massera tuvo tanta precisión para definir su propio método. Montenegro se refería a los “trapitos” de la costa marplatense. No a los malhechores de Skanska, por supuesto.

En el campo judicial aparece en estos días otro enigma: ¿se acelerará una negociación entre la Casa Rosada y representantes de Cristina Kirchner para cubrir las dos vacantes de la Corte? Es lo que aconsejaría al delegado del “Mago” en Justicia, Sebastián Amerio, la pérdida de poder relativo de la expresidenta en el Senado después de los comicios del domingo. Comodoro Py es un frente que la señora de Kirchner debe seguir contemplando. Desde la interna peronista prometen volver a los tribunales para pedir una intervención en la conducción del partido.

Son las primeras consecuencias de una derrota electoral que el kirchnerismo a ultranza pretende imputar con exclusividad de Kicillof. El equipo político del gobernador se defiende. En principio, alega que, cuando se le discutía el desdoblamiento bonaerense, se le reprochaba someter al partido a dos derrotas. “Por lo menos conseguimos una victoria y no dos fracasos, como nos prometían”, dicen en La Plata. Allí analizan los números para quitar dramatismo al derrumbe: “Si comparamos la elección de septiembre, quitando los extranjeros, con la del domingo, perdimos poco más de 100.000 votos. Y los libertarios sumaron 550.000 de listas afines al Pro y al radicalismo, que en septiembre fueron separadas”.

Muchas veces la aritmética no coincide con la imagen. Milei se podría beneficiar de esa divergencia, pero al revés de Kicillof. Es lo que comenzará a intentar a partir de este jueves, con la reunión de los gobernadores: conseguir una mayoría parlamentaria que no le dieron las urnas.

Ese propósito podría verse facilitado con un simple cambio de piezas en el elenco oficial. Por ejemplo, convocando para la Jefatura de Gabinete al habilidoso Stefano Di Carlo, que este sábado será consagrado presidente de River y a quien sus apologistas describen como “un asesino con cara de ángel”. Mejor no preguntar a quienes lo critican. Di Carlo consiguió armar una lista que va más allá de cualquier consenso imaginable. Ahí están Guillermo Laje (primo de Martín Lousteau, presidente del Banco Ciudad); Agustín Forchieri (primo del paisajista Diego Santilli); Manuel Vidal (mano derecha del “Mago” Caputo); Julián Leunda (mano izquierda de Alberto Fernández y Cristóbal López); Juan Albistur (hijo de Pepe); Lautaro Mauro (alegrante de Daniel Scioli); Juan Manuel Gallo (exyerno de Silvia Majdalani); Eugenio Burzaco (exviceministro de Mauricio Macri); Mercedes de Miguel (ministra de Educación de Jorge Macri); y Leandro Luratti (dirigente de La Campora), entre otros integrantes de un curioso “equipo exhibición”.

La lista de Stefano Di Carlo para presidir River Plate
La lista de Stefano Di Carlo para presidir River Plate

Milei necesita un entendimiento similar, para encarar las dos reformas que se ha fijado como objetivo. Un cambio en el orden tributario y otro en el régimen laboral.

Los dos son endiablados por la misma razón: chocan contra el objetivo fiscal del Gobierno. Diagramar otro sistema impositivo obligaría a eliminar retenciones, impuesto al cheque y a los sellos, además de ingresos brutos provinciales. ¿Cómo hacerlo sin provocar una crisis en la recaudación?

Es la pregunta que apareció también cuando los sindicalistas comenzaron a discutir con Federico Sturzenegger los cambios a la legislación del trabajo. La negociación se retomó ayer en la Jefatura de Gabinete. Pero no hay que tomar en serio ninguna conclusión hasta el 5 de noviembre: ese día la CGT va a designar su nueva conducción. Un triunvirato formado, en principio, por Jorge Sola (Seguros), Gustavo Vila (Carga y Descarga) y Marina Jaugueriberry (Docentes Privados).

El problema central de la discusión con los gremios es que recortar los aportes de las empresas que contratan empleados deja sin financiamiento al PAMI o a la Anses.

John Maynard Keynes escribió en 1933 una carta a Franklin D. Roosevelt con un consejo inteligente. Keynes observó que el presidente de los Estados Unidos se había fijado dos objetivos en relación con la economía: recuperarla y reformarla. Le aconsejó no superponer las dos tareas, porque los sacrificios de la recuperación podían contaminar el prestigio de las reformas. ¿Le puede pasar lo mismo a Milei con las urgencias del corto plazo, como la obtención del equilibrio fiscal, y los proyectos de larga duración, como la adopción de un nuevo patrón impositivo? Una pena que tal vez no se entere de esa recomendación histórica. Es improbable que lea a Keynes.

Por Carlos Pagni

Fuente: La Nación

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