Es redundante pero necesario recordar, que “uno es dueño de lo que piensa y esclavo de lo que dice”. Este sabio concepto, contundente y fatal, debería ser una regla ineludible para el común de los mortales, especialmente para los que con su opinión pueden comprometer el transcurrir de la vida de los demás, y fundamentalmente, la soberanía geopolítica de una Nación.
Bueno, aunque lo dicho parezca elemental, fue soslayado, olvidado, o peor aún, ninguneado, por Alberto Fernandez, en su reciente gira a Rusia, China, y Barbados.
Desde el exterior, Fernandez comenzó su dialéctica camaleónica, afirmando que el principio de acuerdo con el FMI, había tenido que ver con el apoyo de diversos países de Latinoamérica, Rusia, China, “y nadie más”. Esta afirmación, de discutible veracidad, está desmentida por la realidad, y el sentido común, ya que como han expresado diversos funcionarios del Gobierno del Frente de Todos, la ayuda de EEUU para lograr este embrionario entendimiento fue fundamental. Hay que recordar, que EEUU es el principal accionista del FMI.
A estas polémicas afirmaciones del Presidente, deben sumarse sus declaraciones ante Putin, declamando que Argentina podría ser la puerta de entrada de Rusia en Latinoamérica, lo que supone que Fernandez tenga disponibles los picaportes de Brasil, Chile y Uruguay, por nombrar algún país de la región, lo cual es inexistente. La intención manifestada ante Xi Jimping, de sumar a la Argentina a la “Ruta de la seda”, junto a las adjetivaciones positivas, respecto del régimen comunista de China.
Todo esto, como es de suponer, afectó de manera negativa las negociaciones, de por sí complejas, con el FMI, además de generar mucho ruido y preocupación en altos funcionarios del Departamento de Estado de EEUU, como escribió el periodista Jorge Liotti en el diario La Nación.
Habría que alertar al Presidente, cosa que es evidente que nadie hizo, el contexto internacional extremadamente complicado, en el que efectuó estas imprudentes definiciones.
El conflicto entre Rusia y Ucrania, con una lamentable y probable escalada creará escenarios novedosos en la economía mundial, que por supuesto debido a nuestra actual fragilidad, afectarían notablemente a nuestro País.
De hecho, el primer efecto adverso, sería el aumento del precio del petróleo, el gas y la energía en general, lo que implicaría un importante gasto adicional en nuestras importaciones de GNL, gas natural licuado, del cual somos dependientes. Además se produciría un fortalecimiento del dólar, respecto de las demás monedas, fenómeno que agravaría nuestro frente externo. Un efecto adicional sería la salida de capitales de los países emergente buscando inversiones más seguras, lo que provocaría en nuestro caso una mayor presión cambiaria y pérdida de competitividad frente a otros mercados de la región, catalizado esto, por el atraso del dólar oficial en estas latitudes.
Se está gestando un nuevo equilibrio internacional, por un lado las democracias occidentales, y por otro lado regímenes que no son democráticos y reniegan del capitalismo. Todo esto provocará, si el conflicto de agrava, que los países se definan política y económicamente respecto de que lado de la balanza adoptan, o a que grupo prefieren pertenecer.
Concluyendo, hasta ahora la Argentina podía mostrar como diploma histórico, un multilateralismo voluntarioso, y a veces difícil, pero muy útil a nuestros intereses. Este multilateralismo, nos hacía parecer lejanos los conflictos que se generan habitualmente entre las superpotencias, pero las actitudes y las declaraciones irresponsables de Fernandez, nos han acercado peligrosamente a tener que fijar posicionamientos riesgosos y no deseados.
Si no hay nada útil, novedoso, o importante para decir, es mejor cerrar la boca.
Jorge Alfredo Baret
Editor Responsable de 100xd
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