Los padecimientos económicos de la Argentina son variados, pero si hay un punto en el que todos los diagnósticos coinciden es que el crecimiento del Estado hace tiempo que dejó de ser parte de una solución para convertirse en la parte central del problema. Con un peso equivalente a 46% del PBI, su financiamiento demanda una presión tributaria récord que no deja crecer al sector privado. Y al mismo tiempo, produce bienes de tan baja calidad que su accionar no llega a transformarse en una herramienta superadora. El país tiene una relación de gasto en empleo público sobre el PBI que es de las más altas del planeta, pero al mismo tiempo un tercio de su población está en la pobreza.
En la conferenc ia anual de FIEL, el debate final buscó establecer qué debería hacer el Gobierno para que esta vez la historia no se repita y el rebote económico se transforme en crecimiento. Daniel Artana dejó en claro que si a la economía le falta capital y productividad para crecer, es también producto de la vulnerabilidad que genera el desahorro del Estado. José María Fanelli planteó que hace falta alcanzar lo que identificó como un trilema estructural: lograr consolidación fiscal, tipo de cambio competitivo y C. A su entender, los dos primeros objetivos están siendo sacrificados en función del tercero. El gradualismo compra tiempo, pero esa receta solo funciona si se la acompaña con coordinación y credibilidad. Llegar a la meta, en definitiva, depende de un liderazgo político que favorezca los cambios. El camino no parece ni tan lejano ni tan imposible, siempre y cuando los actores sociales y económicos acepten no apartarse de él.
Fuente: El Cronista.com Hernan De .Goñi
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