Oscar Parrilli acaba de decir que a Nicolás Maduro le pasa «lo mismo que a nosotros: lo critican por sus aciertos, no por sus errores».
Simplemente a vuelo de pájaro (que podría ser el misterioso alado que conversaba con Maduro, habiéndose encarnado previamente del espíritu de Hugo Chávez), podríamos enumerar los siguientes aciertos de Nicolás Maduro. Todos ellos verificables por la simple comprobación empírica y por los miles de relatos que hoy se conocen a través de los venezolanos que han escapado del régimen, muchos de ellos hacia nuestro país.
-Un país entero sumido en el hambre. Literal: la gente no tiene qué comer.
-No tienen ni papel higiénico para limpiarse.
-Un pueblo entero sin medicinas ni servicio de salud. Se está pidiendo un corredor humanitario hacia Colombia para casos desesperantes.
-Creación de bandas de pistoleros paramilitares armados y equipados por el gobierno para asesinar gente por la calle.
-Supresión de la Asamblea Nacional.
-Anulación del sistema judicial independiente.
-Gobierno militar de hecho.
-Encarcelamiento sistemático de opositores.
-Suspensión sine die de las elecciones que deberían haberse verificado ya el año pasado.
-Supresión de los derechos políticos de los opositores.
-Incremento exponencial de las villas miseria. De hecho, Caracas ya es una enorme villa.
-Incremento exponencial del narcotráfico con financiamiento y logística estatal.
-Incremento exponencial del delito.
-Incremento exponencial de la inflación.
-Sometimiento de la población al racionamiento.
-Salario promedio mensual de 10 dólares.
-Saqueo completo de la mayor riqueza material de la nación, esto es, el petróleo.
-Asociación del país con cuanto delincuente internacional se anote en la tarea de generar zozobra (Irán, Angola, Cuba, etcétera).
-Éxodo de ciudadanos hartos de buscar algo en los tachos de basura y de ver cómo la vida se les consumía en la miseria.
-Creación de una casta estatal y paraestatal que goza de privilegios negados a la población. Ellos no hacen cola para conseguir comida, tienen autos, papel higiénico, aire acondicionado y demás enseres del confort que antes eran comunes en Venezuela y ahora sólo disfrutan ellos.
Esta se trata de una simple lista, repetimos, a vuelo de pájaro, de las delicias del comunismo. No hay centímetro cuadrado de la Tierra que haya tenido la desgracia infame de sufrirlo que no haya pasado por las mismas consecuencias: hambre, muerte, cárcel, supresión de derechos, desigualdad de una nomenklatura rica y privilegiada a expensas de un pueblo pobre y miserable… En fin, siempre lo mismo. En la Unión Soviética, en Cuba, en Angola, en Venezuela, en Alemania Oriental, en todo lo que fue la Europa detrás de la «cortina de hierro». Siempre lo mismo: hambre, miseria y dictadura.
Pero, no obstante, siguen insistiendo: hablan, gritan, reclaman. Con esa infame bandera roja con la imagen del impresentable asesino de Ernesto Guevara, echando mano a cuanta mentira y complot puedan… Son incorregibles y ni las miserias que producen los hacen rendir.
No hay dudas de que si Parrilli y los muchachos de la banda al mando de Cristina Fernández hubieran mantenido el poder en la Argentina, ese era nuestro horizonte, nuestro futuro y nuestro escenario. Lo han dicho ellos, no yo: «A Maduro lo critican por sus aciertos, igual que a nosotros». No hay dudas de que ese era el modelo y de que ese hubiera sido nuestro presente.
La deuda que el país tiene con Cambiemos y con Sergio Massa probablemente nunca pueda ser saldada. El ex intendente de Tigre, más allá de sus agachadas posteriores, del desperdicio que significó que no haya podido entender a tiempo que él y Mauricio Macri podían organizar un país diferente si él hubiera querido, fue fundamental en el 2013, cuando, con su triunfo en la provincia de Buenos Aires, abortó el proyecto de Cristina eterna.
Naturalmente, Cambiemos, al haberle dado a una porción suficiente de la sociedad una herramienta para desalojar a aquella carroña del poder, interrumpió un camino seguro a la miseria y a la dictadura.
El Gobierno de Macri tendrá todos los errores que queramos marcarle, pero ninguno de ellos podrá nunca borrarle el mérito de haber salvado a la Argentina de la vergüenza y la inanición.
Fuente: Infobae.com Carlos Mira
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