Aplanando curvas

El Presidente repite hasta el cansancio la necesidad de aplanar la curva del coronavirus para salvar vidas; también realiza muchos gestos y comunicaciones para lograr, apelando a la unidad nacional y al consenso, que su estrategia de conducción del gobierno se siga afianzando. Pero pese a sus evidentes esfuerzos, la curva de la grieta-virus no se aplana, ya que aparecen nuevas mutaciones temáticas, que siguen contagiando a vastos sectores sociales y muchos políticos que operan para sí o para terceros, aumentando así el clima de conflictividad interna. Algunas provienen de su propio espacio y otras de la oposición cerril, que prepara acciones más fuertes en acecho a las malas situaciones que la pandemia inevitablemente traerá, vía la salud o la economía de los argentinos. Los extremos plantean debates dialécticos, sin margen para las síntesis superadoras: la vida o la economía; cuarentena indefinida o basta de cuarentena; prevalencia estatal o privada; el default o el arreglo de la deuda; Estados Unidos o China; Suecia (Boca) o Dinamarca (River). Es evidente que todas estas confrontaciones no ayudan, porque en realidad no se trata de un debate fraterno para encontrar el mejor camino hacia un destino común, sino que solo intentan mejorar sus posiciones para la etapa política post-crisis, en orden a ganar posiciones de poder o ocultando sus intereses mezquinos o subalternos. No es que no haya problemas; los hay y de sobra; la cuestión es cuál es el clima adecuado para solucionarlos.

Vida o economía. Ambas son simultáneamente importantes, pues la continuación, aunque sea con muletas, de la vida laboral o de los emprendimientos personales o cooperativos, son vitales, no sólo para los individualmente involucrados, sino para todo el tejido social post-crisis, porque evitarán frustraciones masivas, que impulsarían emigraciones de importantes sectores capacitados que pueden conseguir ocupación en otros países, y que dejarían un tendal de pobres (se habla de un 10-15% más de pobres), que engrosarán a los ya existentes, en la búsqueda desesperada de recursos y que podrían ser fáciles presas del crimen organizado, del narcotráfico, de las redes de prostitución, entre otros males; todos ellos operando en terreno cada vez más fértil, con su enorme carga de muertes y de mucho sufrimiento para sus víctimas. Las frases sobre la vida pueden ser efectistas, pero hay que aplicarlas y ejercerlas en dosis no letales para evitar los daños colaterales, no (?) previstos.

Cuarentena indefinida o “basta de cuarentena”. Nuevamente opciones falsas. Digamos que la cuarentena no elimina al virus, por lo tanto no puede ser indefinida, ya no por especulaciones económicas, sino porque sólo es un método de protección temporario para evitar la explosión de contagios que evite el colapso de los sistemas de salud, ya que a la larga casi todos se contagiarán. Una pregunta que muchos se hacen es por qué, después de nueve largas y costosas semanas de cuarentena, recién ahora la curva aumentará sosteniblemente, lo que nos situaría aún lejos del pico máximo, siendo que su baja recién llegaría hacia dentro de ocho a diez semanas (casi a mediados de julio), lo cual la convertiría en la más prolongada del mundo, con un sufrimiento económico escalofriante, al menos en el AMBA, que es la principal zona de producción industrial argentina, generando ciertas dudas o contradicciones con la idea futura de producir más localmente (sustitución de importaciones) para generar empleo.

La estrategia de aplicación de una cuarentena depende de las condiciones de cada país: (1) calidad y fortaleza del sistema hospitalario; (2) capacidad de testeo masivo para el chequeo de la población de mayor riesgo; (3) tipo de pirámide demográfica (muchos jóvenes y pocos viejos, que son los que obviamente tienen enfermedades previas, o viceversa); (4) habitantes viviendo en zonas de alta aglomeración y pobreza; (5) el grado de disciplina social (la gente acatando las recomendaciones de su gobierno). Se supone que los objetivos de la cuarentena son preparar los mejores escenarios para cada una de esas cinco condiciones. (1) Los que están flojos de sistema hospitalario, construyen o se equipan rápidamente; (2) se compran rápida y masivamente los test (PCR RT) para buscar y determinar científicamente por donde realmente circula el virus; (3) la pirámide demográfica es importante a nivel local para hacer tareas de prevención sobre los focos principales con problemas de salud, por ejemplo geriátricos; (4) las zonas de alta aglomeración y pobreza son también focos a atender prioritariamente, para cuidarlos con protocolos apropiadas a cada lugar, por ejemplo con organizaciones y campañas específicas (algo se hizo al respecto por parte de las organizaciones sociales); y (5) en cuanto al intento de mejoramiento de la disciplina social se hizo una campaña de pánico masivo y generalizado, apoyado por los grandes medios televisivos, lo cual impactó menos en las barriadas humildes y mucho más en los sectores medios; que luego fue cuestionado preventivamente, por suspicacias de autoritarismo potencial o futuro, o por algunas contramarchas, derivadas de informaciones externas cambiantes.

Las cuarentenas tienen tres momentos destacados: (a) iniciación; (b) las etapas de los sucesivos “contagios controlados” (acá las autoridades actuaron con demasiado miedo y precaución) y (c) como organizar el período final hasta que haya alguna vacuna o cura. Haciendo estudios comparados el punto (a) se cumplió en tiempo y forma. A partir de allí comienzan algunas dudas, tal vez por falta de información pública y objetiva. El testeo masivo empezó muy tarde y aplicado solo a casos sospechosos, en base a una definición demasiado estricta, tal vez por no haber comprado más rápidamente y en cantidad necesaria, los reactivos usados en el testeo por PCR RT.

En Australia, Nueva Zelanda; Israel, Corea del Sur, Alemania la estrategia de testeo, junto con aislamientos focalizados, fueron la clave de la baja mortalidad y rápido transcurso de la curva, en condiciones muy flexibles de cierre y apertura de la cuarentena. Los datos de testeos por millón de habitantes son: Australia (48.000), Nueva Zelanda (54.000); Israel (57.000); Corea del Sur (16.000); Alemania (38.000); Argentina (2.900). Corea venía con experiencia de otras epidemias anteriores y mucha disciplina social.

El distanciamiento social responsable (o coercitivo) evita la difusión del virus. Pero hacen falta los testeos precoces para identificar a los contagiados y a partir de allí, ubicar sus contactos, para aislarlos a todos y lograr que el virus agote su capacidad de contagio. Hubo mas testeos en Italia (58.000) o España (48.000) que en Alemania, pero llegaron tarde. El virus ya estaba diseminado en esos países. Por eso tuvieron más muertos por millón de habitantes: Italia (540), España (615), Alemania (98). En Alemania comenzó el testeo en febrero con decenas de miles de pruebas semanales. Además Alemania tiene el doble de camas de terapia intensiva per cápita que Francia y casi cuatro veces más que Italia y España; nunca hubo confinamiento total y sus fábricas nunca cerraron, salvo por breves días y ahora ya comenzó el fútbol. Los resultados no son mágicos; responden a una planificación estratégica equilibrada.

Acá recién desde hace poco tiempo se está poniendo una fuerte atención a geriátricos y a barrios vulnerables, buscando a los contagiados (Plan Detectar) y a sus contactos. Parece que la dimensión numérica es lo que complica las tareas de testeo, decididamente escasos. Es probable que los gobernantes manejen información sobre lo que estaría ocurriendo en las favelas brasileñas, con altos índices de mortalidad y ello haya influido en las últimas decisiones en el AMBA. Tal vez estemos experimentando cómo manejar cuarentenas focalizadas, ya que tenemos pocos antecedentes locales. Tal vez explicando mejor, no habría tantos debates para lograr implementar tantos tipos de cuarentenas como sectores diferenciados puedan existir, aún dentro de una misma ciudad o territorio.

Cada uno puede sacar sus propias conclusiones respecto de las virtudes o defectos del modelo de cuarentena implementado en Argentina.

Estatal o privado. Varios dirigentes pertenecientes a un sector dentro de la alianza Frente de Todos, están desparramando ideas sobre una futura estatización de acciones empresarias, servicios públicos, comercio exterior y otros sectores. Del lado del PRO, siguen defendiendo a capa y espada, que todo sea privado o privatizable. La realidad es que el Estado esta semiprivatizado, aunque no sea del todo visible. La justicia está sometida a fuertes lobbies privados, que no defienden los intereses del Estado sino de grupos económicos o de todo el espectro político; la educación tienen un gran componente privado, incrementado por falencias del sector estatal; la seguridad del Estado se complementa con cada vez mayores servicios de seguridad privados, entre otros sectores. Países más desarrollados y exitosos se caracterizan por tener tres sectores: estatal, público y privado, que interactúan inteligentemente y se complementan para lograr un poder nacional mas fuerte; con un Estado eficiente; un sector privado competitivo internacionalmente y un sector “Público” que no está ni en manos privadas ni de la política partidista (sólo interesada en ocupar el gobierno para repartirse jugosos cargos con altos niveles salariales).

Se confunde políticas públicas con la gestión de las empresas u organismos “Públicos”, para las cuales no es tan importante quien es el propietario o accionista de la empresa, sino el modo de gestión. Por su naturaleza de acuerdos políticos y programáticos, el Estado tiende a ser altamente burocrático y lento. El sector “Público” refiere a aquellas instituciones, organismos o empresas que se gestionen colectiva y transparentemente por profesionales idóneos y buscando el beneficio para toda la sociedad (el bien común) y no respondiendo a intereses partidarios o a lobbies empresarios; inclusive con la participación de los trabajadores y empleados de cada institución, o de los sectores privados (si correspondiese por su participación en la financiación).

Para ejemplificar; al Estado le corresponde la Justicia, la Seguridad, la Defensa Nacional y la Política Exterior; la financiación y orientación estratégica de la Ciencia y Tecnología, la Salud y la Educación; entre otros. Con una concepción “Pública” deberían gestionarse las instituciones de la Salud (Hospitales, PAMI), y de la Educación “Pública”, fortaleciéndola para beneficio de todos; para que no siga siendo el refugio para los pobres sino que allí vayan a estudiar o a tratarse todos los políticos y sus familiares, como ejemplo de una concepción coherente con sus iniciativas políticas. La Seguridad Social (ANSES y otros) no debe ser una unidad básica o comité provincial, sino una organización eficiente, que no sea una caja más que atienda las urgencias económicas del presupuesto nacional.

Desde lo “Público” debería atenderse el tema de los despidos y la falta de empleo futuro, ya que con o sin coronavirus entraremos, por el avance de las nuevas tecnologías, en una etapa de cambios de posiciones de trabajo, lo que llevará a despidos. Para facilitar este recambio en forma racional, debería cuidarse a los trabajadores y no a los puestos de trabajo, que se modificarán. Un seguro de desempleo amplio debe atender las transiciones y las capacitaciones posibles para evitar sufrimientos y frustraciones.

A nivel de empresas no solo están las de propiedad estatal mayoritaria, que son estratégicas como CNEA-NASA, INVAP, CONAE, Aerolíneas Argentinas, los bancos estatales, algunas empresas de Defensa, los Ferrocarriles, pero todas ellas deberían gestionarse como “públicas” (algunas ya lo son); sino que también habría que considerar en este grupo de gestión a las empresas del sector de la economía popular (cooperativas y otras), que deberían tener un papel más importante en el futuro para garantizar creación de empleo y de paz social.

Hasta China ha “concesionado” enorme cantidad de antiguas empresas estatales para ser gestionadas con los conceptos de eficiencia, anteriormente descriptos. Es que no interesa si el gato es blanco o negro, sino que lo importante es que cace al ratón. Sin empresas, organismos o instituciones “Públicas” eficaces y eficientes, seguiremos decayendo. Es una de las tareas de transformación nacional necesarias.

El default o el arreglo de la deuda. Acá las aguas siguen divididas por cierta grieta retrógrada. No hay duda que los defensores del default tienen una orientación pro-estatismo, sin antecedentes exitosos. También hay que reconocer que si hubiese estado el núcleo duro del PRO a cargo de las negociaciones, tendríamos al zorro dentro del gallinero. Lo realizado por el actual gobierno, más allá de varios matices, tiene una orientación razonable. Esperemos que sea al menor costo posible, lograr una recuperación económica que permita una transformación del anterior modelo, caracterizado por los fracasos seriales que vienen ocurriendo desde hace muchas décadas.

Final. Mirando hacia el futuro debe quedar claro que son los intereses y no las ideologías las que mueven los hilos del mundo y que por lo tanto la geopolítica deberá estar por encima de la geo-economía. Es necesario implementar políticas externas que mejoren la importancia estratégica de la República Argentina, fortaleciendo las alianzas que prosigan ese objetivo. A nivel internacional las actuales tensiones se incrementarán no solo entre Estados Unidos y China, sino también por la Unión Europea, que proclamó la necesidad de tener una “estrategia más robusta” hacia China. El des-gobierno mundial actual podría desembocar en situaciones inéditas, que deberían estar previstas en escenarios y planes elaboradoras por equipos de inteligencia estratégica para aprovechar oportunidades y prevenir amenazas. Será importante prever las estrategias de transformación que inevitablemente ocurrirán a escala planetaria en cada uno de los países, además de transparentar nuestra propia base socioeconómica desde la cual se partirá.

En relación a la crisis del coronavirus resulta inútil hacer comparaciones definitivas con datos de otros países, ya que la crisis aún está en evolución. Todos los países son diferentes; nadie puede inferir hoy cuales habrían sido las mejores o peores estrategias frente al virus. Realmente se va a tener un panorama más claro en relación a la salud hacia fin de año o cuando se empiece a recuperar el ritmo económico. La famosa “nueva normalidad” puede sorprendernos grata o lamentablemente, porque dependerá de nuestro planeamiento y que dejemos de discutir sobre temas intrascendentes para el conjunto.

De toda esta experiencia que estamos viviendo ya se puede empezar a extraer algunas conclusiones básicas: falta planeamiento estratégico; los lobbies de cualquier índole incapacitan la función orientadora del bien común; hay una gran necesidad de descentralizar las grandes urbes y de ocupar racionalmente todo el territorio nacional; debe implementarse el concepto de “eficiencia social” como prioridad de las políticas de empleo y producción; hay que debatir fuertemente sobre la necesidad de lograr un mayor equilibrio socioeconómico, ya que los altos bolsones de pobreza, además de ser una injusticia moral, son un factor de mayor costo estatal improductivo, además de disminuir el tamaño del mercado interno.

El autor es consultor de temas geopolíticos.

Fuente: Infobae.com

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