Fue una rotunda desmentida para los que lo daban poco menos que por retirado. También, para los que decían que lo habían escondido. Y para los que escribían en pasado y se tentaban con anteponer el prefijo ex a algunos de sus roles. Alberto Fernández volvió. El Presidente ocupó de nuevo el sillón de Rivadavia en público. El profesor volvió a dar cátedra. Pero no para sus alumnos de la Facultad de Derecho de la UBA ni para los argentinos que lo tienen de jefe del Estado (aunque de los dos sustantivos quede poco indemne). Dio cátedra universal en una conferencia denominada “Diálogo de Alto Nivel [sic]”, convocada por la ONU y la OIT (si no creen se puede ver en YouTube).
Allí, Fernández llamó a rediseñar “la arquitectura financiera internacional”. Aunque su casa se llueve desde hace demasiado y nadie logra terminar con las goteras. Ni con las deudas. También dijo que “urge aplicar un gran pacto de solidaridad global”. Aunque muchos argentinos no hayan visto, precisamente, solidaridad en la foto del Fabiola Fest. “No miren lo que digo sino lo que hago”, se justificaba Néstor Kirchner. “Mejor que decir es hacer”, aconsejaba el General. Los tiempos cambian. Y las máximas se invierten
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