Postales que conspiran contra un milagro electoral libertario

Quedan tres semanas antes de la elección del domingo 26. Cada semana, el Gobierno enfrenta minas difíciles de desactivar. Ni el desarme de la “bomba Espert” que finalmente se concretó anteayer le asegura al oficialismo la materialización del milagro electoral. Tampoco está claro que resulte efectivo el regreso de la coreografía de los libertarios virtuales que ayer volvió a escena en el Movistar Arena, para la presentación del nuevo libro de Milei, La construcción del milagro: el título menos conveniente después del septiembre negro que el Gobierno acaba de dejar atrás y de la saga de crisis ética, electoral, económica y política en la que se ha transformado la gobernabilidad mileísta en 2025.

El acto autocelebratorio de ayer se pareció más a un manotazo de ahogado empujado por el sistema oficial de cheerleaders libertarias de redes sociales que una táctica apropiada para mover la base amplia de votantes, que ve a la distancia la desgobernabilidad mileísta.

Lo de ayer, un intento inoportuno de Las Fuerzas del Cielo de tapar su cielo con las manos. Las huestes más terrenales del armador Sebastián Pareja también tuvieron su rol. El milagro electoral no tiene certezas de concreción. Mientras tanto, el Gobierno no logra escapar de la política del agua al cuello y del sistema de salvavidas del que se aferra en cada crisis.

Acto y presentación del libro de Javier Milei en el Movistar Arena. Abrazo con Diego Santilli
Acto y presentación del libro de Javier Milei en el Movistar Arena. Abrazo con Diego SantillipRESIDENCIA

Espert y la ceguera mileísta

Tanto en lo político como en lo económico el Gobierno sigue afrontando desafíos cada vez más urgentes en una línea de tiempo electoral que se acorta. El factor Espert expuso un punto vulnerable del oficialismo libertario difícil de borrar: la ceguera política, con un Javier Milei que acampó empecinado en una interpretación problemática del tema Espert. Y eso, aun cuando los datos conducen a una certeza: la responsabilidad de José Luis Espert y su falta a la verdad sostenida durante años, hasta la eclosión de datos indiscutibles. Espert le mintió a la ciudadanía, y también a sus líderes políticos.

Milei dejó pasar la oportunidad política única de reconstruir y reforzar la identidad libertaria vapuleada. En lugar de plantear el apartamiento de Espert como una decisión presidencial acorde con la ética inclaudicable con la que busca identificarse, Milei se preocupó por aclarar que era un decisión personal del economista: “Yo no eché a Espert ni lo hubiera echado”, explicó el domingo por la noche. Y todavía más: el Presidente deja en claro en todo momento que no considera al excandidato bonaerense culpable de ningún traspié ético, y menos de un delito: “No tengo dudas sobre la honorabilidad del profe Espert”, dijo.

Hay dos cosas claras. Una, que la oposición perokirchnerista encontró su propio salvavidas, el triunfo electoral bonaerense del 7 de septiembre y, en la última semana, el caso Espert: una conjunción de oportunismo y operación política esperables en campaña electoral y frente a un gobierno que se percibe débil. La segunda, que la Justicia deberá demostrar si Espert cometió un delito. Pero lo que está claro es que Espert mintió sistemáticamente y durante cuatro años sobre el carácter de su relación con Federico “Fred” Machado: en términos políticos, eso basta para su condena. El arcano de la ejemplaridad política y el peso de esa ejemplaridad en su vínculo de verdad con la ciudadanía es algo que Milei no logró penetrar: mientras la ciudadanía condena mayoritariamente a Espert, el Presidente lo sigue justificando y sigue defendiendo una “honorabilidad” que está definitivamente perdida. Aunque sea declarado inocente por la Justicia, la mentira lo condena política y éticamente.

La reacción del Gobierno fue tan lenta que cuando, el domingo, se dio la salida de Espert, resultó más un gesto de debilidad ante los embates de la oposición dura, la dialoguista y las encuestas, que un acto de ejemplaridad presidencial. El problema del oficialismo es que la oposición también juega, y busca su propio milagro político: resucitar a dos años de haber sido derrotados por el más impensado de los outsiders.

En la figura de Espert se sintetiza el regreso de la capacidad de presión tanto de la oposición dura como de la dialoguista: Mauricio Macri y Pro encuentran al fin su oportunidad para hacer sentir su influencia en el Gobierno. En Río Negro, Pro busca ahora bajar de la lista a la candidata a senadora por la alianza libertaria, Lorena Villaverde, también con lazos cuestionados con Fred Machado.

Para la oposición dura, intentando recuperar el fluido vital que la dejó sin oxígeno electoral en 2023, la cruzada anti-Espert en el Congreso es la mejor estrategia del perokirchnerismo duro. Por eso ayer el Gobierno decidió desplazar a Espert también como presidente de la Comisión de Presupuesto. Al kirchnerismo le queda munición para seguir agitando ese escándalo: el miércoles intentará avanzar con el proyecto de expulsar a Expert de la Cámara de Diputados. Quizás no lo logre, pero habrá tenido horas de aire de campaña

Ante el problema ético indudable que disparó Espert, al Gobierno le fallaron todos los reflejos. Otra manifestación de los riesgos extremos de la política del agua al cuello en la que termina metido el oficialismo: no tomar decisiones hasta que ya es demasiado tarde. Le pasó con el caso $LIBRA, y las horas que pasaron hasta que Milei borró su tuit; con Spagnuolo y la falta de una respuesta aceptable durante días, y ahora, lo mismo con Espert. También con la escalada del dólar y la nula reacción del Ministerio de Economía, hasta el tuit salvador del secretario del Tesoro norteamericano, Scott Bessent. Sobre los momentos críticos, el mileísmo no encuentra las herramientas para dejar de construir más crisis.

Santilli, el nuevo salvavidas

Ahora la esperanza blanca, o más bien colorada, del mileísmo es Diego Santilli, uno de los Pro más libertarios. “¿No es un buen candidato Santilli? Es rebuén candidato. Ya ganó la provincia Santilli”, sostuvo Milei el domingo. En cada momento de peligro, toda política del agua al cuello requiere un salvavidas distinto. La decisión de subirlo al primer puesto de la lista de diputados bonaerense de la alianza libertaria en lugar de Karen Reichardt ofrece dos flancos críticos, que se entrecruzan.

Por un lado, queda a la vista un uso oportunista del cupo femenino, que no sorprende: Reichardt no es considerada potable para representar las aspiraciones de la alianza libertaria. Por otro lado, queda expuesto que la elección de candidatos de La Libertad Avanza es un fracaso: uno quedó excluido por sus conexiones poco claras con un hombre investigado como narco por la Justicia de Estados Unidos y la otra candidata, reemplazada sin demasiadas explicaciones por un “profesional” de la política, aunque sea extrapartidario. Y aunque las huestes virtuales libertarias, incluido Milei, lo hayan condenado no hace mucho como miembro de la casta y representante de sus peores prácticas. La oposición dura kirchnerista ya agita esos tuits de Milei contra Santilli. Nada es fácil para los libertarios en el camino hacia el 26.

Acto de Javier Milei en el Movistar Arena junto a Diego Santilli
Acto de Javier Milei en el Movistar Arena junto a Diego Santilli

¿Santilli es el salvavidas necesario? Los vaivenes de la lógica política de los últimos meses obligan a desmontar lecturas lineales. Los triunfos políticos de Santilli no sucedieron en un vacío: fueron parte de un contexto político en el que Pro, sobre todo en 2021, era la utopía liberal posible con chances de poder. Hoy, ese horizonte está desaparecido. ¿Podrá Santilli sostener su carácter ganador en esta nueva matrix? ¿O será un salvavidas de plomo?

De Bessent a dolarizar

Lo que la política no le da Milei lo busca en la economía. Ese terreno tampoco está allanado. El escándalo Espert alcanzó su pico culminante justo cuando el equipo económico viajó a Washington para avanzar con las negociaciones. En Washington, también se hizo notar la presión en torno al tema Espert. La prensa internacional influyente en ese ámbito también recogió el guante. Cerca del fin de semana, el Financial Times mencionó “los problemas de Javier Milei por los vínculos de su aliado con un presunto narcotraficante”. Los riesgos económicos se adensan y se vuelven políticos.

El martes 14, apenas doce días antes de la elección legislativa, el Indec publicará la inflación oficial de septiembre. El año pasado, en medio de los cuestionamientos al plan económico de parte de economistas claves como Domingo Cavallo, el Plan Milei-Caputo encontró un ancla de credibilidad en el propio hijo de Cavallo, el también economista Alberto Cavallo. Con la medición semanal de PriceStats, la plataforma de seguimiento de precios y paridad del poder adquisitivo de Cavallo hijo, el Gobierno encontraba un ancla para su visión, a pesar de las críticas: el indicador semanal mostraba un descenso de la inflación para sorpresa de muchos. El jueves pasado, Cavallo hijo anticipó que la inflación mensual de septiembre subió al 2,9%, según su metodología.

La dolarización se va instalando cada vez más como la nueva esperanza mileísta. El debate también llegó a Washington. Ayer, una de las columnistas estrella del The Wall Street Journal con enfoque en América Latina, Mary Anastasia O’Grady, lo planteó directamente. “Milei trabaja para el peso”, cuestionó, y defendió la dolarización: “Milei se está quedando sin excusas para eludir su promesa de campaña de 2023 de dolarizar. Es hora de dejar de patear el problema hacia adelante”. En el debate libertario que ve al kirchnerismo y al “riesgo kuka” como explicación de la incertidumbre cambiaria actual, la dolarización es vista como la tabla salvadora ante cualquier diluvio.

Las noticias desde Washington todavía no permiten sacar conclusiones acerca de las exigencias y los aportes que harán Donald Trump y Bessent. Quizá la buena noticia que puede aportar el Gobierno sea que en medio de semejante incertidumbre política y también económica, la economía arrastra todavía una inercia de los mejores meses que todavía logra mantener cierta calma. Es un logro del Gobierno, pero ese oxígeno está empezando a escasear.

Por Luciana Vázquez

Fuente: La Nación

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