Las razones por las que el Gobierno endurece su vínculo con el uruguayo que lidera la OEA

Nacida en Bogotá en 1948, cuando los horrorosos ecos de la segunda guerra aún sacudían al mundo, la Organización de los Estados Americanos (OEA) tuvo como objetivo inicial “un orden de paz y de justicia” en sus 35 estados miembro. Más de 70 años después, el organismo, presidido por el excanciller uruguayo Luis Almagro, parece haberse transformado en el “escenario internacional” de la grieta argentina. Mientras el Gobierno multiplica su hostilidad y rechazo hacia su secretario general, una disidencia nacida desde que el presidente Alberto Fernández le pidió que diera “un paso al costado” luego de la tumultuosa salida de Evo Morales del poder en Bolivia y el rol de esa organización, distintos referentes de la oposición de Juntos por el Cambio, en especial de Pro, han multiplicado sus contactos y actividades con la OEA, asumiendo tener “valores en común” con el excanciller de José “Pepe” Mujica.

“Estamos siempre con lo que diga (Michelle) Bachelet. Y no hacemos seguidismo de Almagro”, definieron desde el Gobierno en defensa de la política oficial (nuevamente cuestionada por estos días por la postura abstencionista del embajador Carlos Raimundi en relación a los derechos humanos en Nicaragua), y en crítica a su secretario general, a quien ven “demasiado cerca” de Pro.

La designación, casi sucesiva, de la exgobernadora bonaerense María Eugenia Vidal como cabeza de la delegación de la OEA en las elecciones en El Salvador, y la del exsecretario de Asuntos Estratégicos macrista Fulvio Pompeo, al frente de una misión de fortalecimiento institucional en Guatemala, provocaron en su momento una queja formal de Raimundi, quien cuestionó a Almagro esos nombramientos. Lejos de frenarse, los contactos siguieron: mientras Pompeo continúa con el proyecto, Vidal visitó a Almagro la semana pasada en su gira por Estados Unidos, poco después que Almagro y el ex presidente Mauricio Macri compartieran, a principios de mayo, un panel sobre las “amenazas democráticas para el continente” en Miami. También el exsecretario de Derechos Humanos bonaerense Santiago Cantón, de larga trayectoria en los organismos de derechos humanos, trabajó recientemente en un informe crítico sobre la democracia en El Salvador. para la OEA.

¿Almagro devuelve gentilezas al Gobierno? En el macrismo lo niegan. “Compartimos valores como la defensa de la democracia con el actual secretario general y también con la historia en común que tienen la OEA y nuestro país”, afirmó Pompeo a LA NACION, y agregó que con los contactos con Almagro “también contribuimos a mejorar los vínculos entre la OEA y la Argentina”, más allá de la filiación política.

Fuera de micrófono, desde el macrismo señalaron que “es obvio que el Gobierno va a usar esas relaciones para pegarle a Almagro”, pero descartaron que “el secretario general esté pensando la manera de complicar a la Argentina”. Exfuncionarios de Cambiemos sostuvieron que el vínculo con Almagro lo fueron construyendo cuando estaban a cargo de la gestión. Además, apuntaron contra Raimundi: “Es razonable que se queje, pero que tomen en cuenta que ellos le votan todo en contra, así es difícil trabajar en conjunto”.

Claro está que desde la Casa Rosada piensan todo lo contrario: desde que lo acusaron de “alentar el golpe” contra Evo Morales, las críticas a Almagro fueron desde la “visión sesgada” que Raimundi le adjudicó cuando se debatió la situación en Venezuela, hasta estos días, en los que los funcionarios reconocieron que una de las razones por las que no acompañaron la reciente condena a Nicaragua en la OEA fue “porque lo proponía Almagro”, que cree que tanto en Venezuela como en Nicaragua, aliados ideológicos del Frente de Todos, hay “una dictadura”.

En julio de 2012, los ministros de Relaciones Exteriores Antonio Patriota, de Brasil; Luis Almagro, de Uruguay; Héctor Timerman, de Argentina, y Nicolás Maduro, de Venezuela, compartieron un encuentro en Brasilia. Otros tiempos.
En julio de 2012, los ministros de Relaciones Exteriores Antonio Patriota, de Brasil; Luis Almagro, de Uruguay; Héctor Timerman, de Argentina, y Nicolás Maduro, de Venezuela, compartieron un encuentro en Brasilia. Otros tiempos.EFE

“Tu rol es ir a mediar, si estás identificado con un sector eso no sirve. A Almagro le quedaba cómodo ese rol con (Donald) Trump en el poder, ahora los tiempos cambiaron”, lo criticaron desde la Cancillería, donde acusan también a Almagro de actuar “en yunta” con Mauricio Claver-Carone, delegado de Estados Unidos para América latina durante la gestión Trump, actual titular del BID y partidario de la “línea dura” contra Maduro, Ortega y Cuba. “No podemos aceptar su intento de injerencia en política interna”, dijo otro referente del Gobierno en relación a Almagro y su intención de “cambiar el sistema político” en Nicaragua.

“Jamás un diplomático debe anteponer un interés particular al general”, afirmó a LA NACION la antecesora de Raimundi, Paula Bertol, embajadora en la OEA durante el gobierno de Cambiemos y receptora de las innumerables denuncias de la oposición nicaragüense contra el presidente Daniel Ortega durante su gestión.

En el medio de ambos, está el curioso rol de Gustavo Cinosi, empresario argentino y asesor de Almagro. De excelente e histórico vínculo con el peronismo, una relación que según afirman quienes lo conocen incluye no sOlo a Sergio Massa y al propio Presidente sino también al procurador del Tesoro, Carlos Zannini, Cinosi es hoy la “aduana” informal para la llegada de dirigentes macristas a la OEA. “Todo lo relativo a la relación con Argentina en la OEA pasa por él”, reconoció un allegado a Vidal, que se reunió con Almagro y empresarios norteamericanos para aclarar que “hay posibilidad de recambio electoral en la Argentina y que la estamos peleando, no nos fuimos a casa”, según contó un allegado a la exgobernadora bonaerense. Luego de un breve contacto, Cinosi no respondió las consultas de LA NACION.

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