Francisco Cabrera: «Hay que mejorar la productividad y el eje es el diálogo»

Recién llegado de sus vacaciones en la costa uruguaya, Francisco Cabrera elogia a Nicolás Dujovne, el flamante ministro de Hacienda, luego de la ruidosa salida de Alfonso Prat-Gay. «Nicolás es brillante, era el que cuando alguien venía a la Fundación Pensar con el proyecto de un puente decía que no había un peso para eso», dice el ministro de Producción a LA NACION.

Además de elogiar al nuevo integrante, Cabrera dice que la figura de superministro de economía «fracasó acá y no se usa en ninguna parte del mundo». Asegura también que no hace falta «un Guillermo Moreno» para que los empresarios no suban los precios y promete que este año será «el del crecimiento». Y niega que el reciente acuerdo entre el Gobierno, empresarios y gremios sobre el desarrollo del yacimiento de Vaca Muerta tenga como objetivo la flexibilización laboral. Lo define como «un intento por mejorar la productividad» que se replicará en otros sectores de la economía.

-¿Por qué es tan importante el acuerdo que se anunció sobre Vaca Muerta?

-El mayor valor que tiene este acuerdo es la capacidad de diálogo con todos los sectores para mejorar la productividad. Esta metodología la vamos a utilizar para otros sectores.

-¿Es un experimento de flexibilización laboral, como denunciaron la oposición y algunos gremios?

-No necesariamente. Es un intento por mejorar la productividad. El eje es el diálogo, sentarse a una mesa y ponerse de acuerdo.

-Arrancó el año y el país sigue a la espera de inversiones. ¿Cree que será mejor este año que el anterior?

-¿Puedo opinar distinto? 2017 va a estar signado por el crecimiento, pero sí hubo inversiones en 2016. Éste ha sido el año de la normalización de la economía, estamos preparados para crecer por lo menos 3% por los próximos diez años.

-Dice que las inversiones ya llegaron, pero se percibe otra cosa…

-No creo. Las inversiones toman su tiempo, pero la confianza en la Argentina se vio en el tema de la deuda, aparecieron U$$ 70.000 millones para comprar bonos del país, es una señal de confianza.

-¿Y las inversiones de la economía real?

-Hay que diferenciar la inversión privada de la estatal, que es la que estamos haciendo por decisión del Estado y que se vio demorada porque hubo que auditar la obra pública del gobierno anterior. En inversión privada vimos buenas respuestas en el sector energético, hay en ejecución cerca de US$ 7000 millones. Creamos la Agencia Nacional de Inversiones y estamos manejando allí cerca de 70.000 millones. En el sector automotor se invertirán unos 3000 millones. 2017 también va a ser el año del crecimiento de las pymes.

-Se criticó mucho el escaso control de precios. ¿Hace falta un Guillermo Moreno que intervenga en la economía?

-Ya se vieron los efectos de tener un Moreno: inflación galopante, falta de productos, aprietes a los empresarios, precios obligatorios en los supermercados, y todo eso no funcionó. Vamos por otro lado e insistimos en que la inflación tenía que ver con la emisión del Banco Central. Nos interesa la transparencia de los mercados, la sana competencia.

-Aunque haya falta de límites…

-El límite lo pone la competencia. Vamos a salir con una campaña para obligar a los comercios a que transparenten sus precios y así la gente pueda tomar decisiones.

-El 40 por ciento de inflación anual no es para festejar…

-Terminó siendo menos, y con el correr de los meses bajará aún más. El año va a terminar entre un 34 y un 36 por ciento de inflación.

-La salida de Prat-Gay reimpulsó el debate sobre un superministro de Economía…

-Sí, parece que cada vez somos más ministros (se ríe con ganas). Lo normal en el mundo es que haya un ministro que se encarga de la hacienda, otro de la producción, otro de la infraestructura. En la Argentina hemos tenido superministros y así nos ha ido.

-Miguel Bein dijo que la salida de Prat-Gay se debió a un «problema de vestuario»…

-Alfonso fue un gran ministro, hizo un muy buen trabajo en el proceso de normalización de la economía, era lo mejor que podíamos tener para esa etapa. Como dijo nuestro jefe de Gabinete, hubo problemas de coordinación, pero claramente es un gran valor.

-¿Y los roces no fueron porque no tenía todo el poder?

-No, no (interrumpe). Para mí, son diferencias respecto de cómo trabajar en equipo.

-¿A esta altura le molesta que se hable de un gobierno de CEO?

– En primer lugar, no hay tantos que hayan sido gerentes de compañías. Y cuando se refieren a esto con tono peyorativo, creo que es un error: es gente que está bien entrenada en temas de gestión, es valorable y hay que aprovecharlo. Si han sido buenos CEO, evidentemente son gente inteligente y con capacidad de gestionar, eso es positivo.

-Usted que lo conoce bien a Macri… ¿está pensando en más cambios en el gabinete?

-Lo conozco muy bien, pero no llego a saber qué tiene en la cabeza (se ríe con ganas).

-¿Qué diferencias hay entre ser ministro porteño y nacional?

-La diferencia es muy grande, como manejar un Fiat 600 o una Ferrari. La capacidad que tenés en el Gobierno es infinitamente más grande, al igual que la responsabilidad. Sirvió bastante haber tenido la experiencia de gobernar ocho años la ciudad.

Fuente: La Nación

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