El oficialismo se pone en modo “todo vale” para salvar la ropa en noviembre

Entre los últimos minutos el sábado y las primeras horas del domingo, el Gobierno habilitará servicios adicionales de trenes entre Moreno y Luján, para que puedan viajar gratis quienes participen de la peregrinación juvenil hacia la emblemática basílica. El gesto oficial podría estar ligado a la impronta católica del nuevo jefe de Gabinete, Juan Manzur, aunque parece más vinculado a la lógica del “todo vale” para intentar una urgente reconciliación con distintos sectores de la sociedad.

Con un elevado nivel de pragmatismo, el Frente de Todos busca acercarse al campo que votó mayoritariamente en contra del Gobierno, en provincias que definirán la composición del Senado; seducir a los jóvenes que siguen enojados por el encierro de la pandemia y se vuelcan a otras opciones políticas; y reconquistar a los electores “propios” que en las PASO no fueron a votar porque se sintieron descuidados. “Hace mucho que no lo vemos por acá”, reprocharon a un intendente del PJ en una villa del Conurbano.

El inicio formal de la campaña hacia las elecciones legislativas de noviembre encuentra a la coalición oficialista en pleno reseteo de la estructura del Gobierno, con la vuelta de la vieja guardia del PJ –Aníbal Fernández incluido- y el retroceso del discurso progresista; sumado al intento de alumbrar una nueva estrategia electoral, con el presidente Alberto Fernández corrido del centro de la escena y la idea fija de recuperar la fortaleza en la provincia de Buenos Aires. Para eso necesita reactivar el oxidado aparato territorial bonaerense.

La tregua fotográfica que ayer concedió Cristina Kirchner a Alberto Fernández en la Casa Rosada se inscribe en ese contexto de emergencia electoral: la vicepresidenta buscó dejar en claro su apoyo a un proyecto beneficioso para el sector agroindustrial, del que participó en su gestación, pese a la histórica mala relación que mantiene con el campo argentino. De ahí que Julián Domínguez, de regreso en Agricultura, se haya convertido rápidamente en una figura determinante del andamiaje electoral del Gobierno.

Después de entronizar una virgen de Luján en su despacho ministerial, el funcionario con llegada al Papa Francisco no sólo encabezó la presentación de la “ley agroindustrial” con apoyo de la poderosa industria aceitera, sino que viene de anunciar la flexibilización del cepo a la exportación de carne -tras una demorada convocatoria oficial a la Mesa de Enlace- y se erigió como un aliado clave de gobernadores peronistas en problemas electorales, como el santafesino Omar Perotti y el pampeano Sergio Ziliotto.

La Mesa de Enlace en el encuentro con el ministro de Agricultura, Julián Domínguez; el Jefe de Gabinete de Ministros, Juan Manzur, el ministro del Interior, Eduardo de Pedro, y los gobernadores Axel Kicillof de la provincia de Buenos Aires, Gustavo Bordet de Entre Ríos, Sergio Zilioto, de la Pampa, Omar Perotti, de Santa Fe, y Gerardo Zamora, de Santiago del Estero
La Mesa de Enlace en el encuentro con el ministro de Agricultura, Julián Domínguez; el Jefe de Gabinete de Ministros, Juan Manzur, el ministro del Interior, Eduardo de Pedro, y los gobernadores Axel Kicillof de la provincia de Buenos Aires, Gustavo Bordet de Entre Ríos, Sergio Zilioto, de la Pampa, Omar Perotti, de Santa Fe, y Gerardo Zamora, de Santiago del Estero

A tal punto que este fin de semana Domínguez viajará a Santa Rosa en su primera salida de Buenos Aires desde que se incorporó al gabinete, que fue calificado de “subsistencia” por un experimentado operador que ya atravesó varios gobiernos peronistas. La misma fuente hizo notar que “no había ni un albertista” en la reunión de la mesa que comandará la campaña del FDT en territorio bonaerense, pese a que se realizó el pasado martes dentro de la propia Casa Rodada.

En las oficinas del Ministerio del Interior, donde ayer Cristina Kirchner pasó más tiempo que el que compartió con Alberto Fernández, se dieron cita Máximo Kirchner, Sergio Massa y Martín Insaurralde, éste último empoderado en el gabinete bonaerense y con una conducta gestual más optimista que la del gobernador Axel Kicillof, quien todavía luce golpeado por la dura derrota en las PASO. Aún así, el lomense no será el jefe único de la campaña, como había trascendido, sino que habrá una conducción colegiada.

“Sigue en funciones la mesa y se ratifica la idea de que cada espacio se dirige al sector donde encaja mejor. Tenemos que explotar esos diferenciales y no superponernos en la campaña”, dijo a LA NACION un funcionario al tanto del rearmado de la estrategia oficialista. Por caso, Kicillof privilegiará las incursiones en el interior bonaerense –que definirá la composición del Senado provincial- aunque “sin descuidar el conurbano, que es donde faltaron muchos votos” propios. Ayer envió también un mensaje a los jóvenes, al disponer la reapertura de las discotecas tras el cierre forzado por la pandemia.

En medio de un clima social refractario al Gobierno, desde el norte del conurbano el intendente Ariel Sujarchuk acaba de advertir que “no hay manera de revertir la derrota en las PASO”. El cimbronazo de la derrota también sacudió al bloque oficialista de la Cámara de Diputados, donde a Máximo Kirchner le hacen llegar cuestionamientos legisladores de todo el país, que se filtran por los pasillos del Congreso pese a la persistente vocación por el hermetismo que sigue demostrando el hijo de la vicepresidenta.

“Yo soy peronista, antes que kirchnerista. Y la campaña será provincial, antes que nacional”, avisó un diputado del litoral, que participó de las reuniones encabezadas por el jefe de La Cámpora en el segundo piso de la Cámara baja. Un piso más abajo, anoche muy tarde, buscaba Sergio Massa destrabar la presentación del Presupuesto 2022 por parte de Martín Guzmán. La propia interna oficialista demoraba la presencia del ministro de Economía en el Congreso.

Ya se sabe que el kirchnerismo buscará hacer modificaciones al proyecto original que envió Guzmán el 15 de septiembre, mientras que Juntos por el Cambio aprovecha el desconcierto oficialista para desafiar a Massa con quitarle la presidencia de la Cámara si ratifica su victoria electoral en noviembre. Y en el Senado, la “mano de hierro” de Cristina Kirchner tuvo que ceder ante la presión opositora para que regresen las sesiones en modalidad presencial, desde la semana próxima.

Los tres integrantes de la mesa chica del Frente de Todos, Alberto Fernández, Cristina Kirchner y Sergio Massa, sufrieron las consecuencias políticas de la derrota en las PASO. El más afectado parece haber sido el Presidente, que pasó de dar discursos prácticamente a diario, a reunirse en privado y con perfil bajo, con familias y comerciantes en la Provincia. “Parece que lo mandaron a timbrear”, ironizó un dirigente peronista, en referencia al estilo de campaña que caracterizó al Pro de Mauricio Macri.

Mientras tanto, reaparecieron en escena consultores vinculados al peronismo para tratar de organizar el discurso oficial, atomizado por el estilo de cada una de sus facciones, al tiempo que se suceden reuniones de equipos de comunicación que, por ahora, no pudieron ponerse de acuerdo en la nueva consigna de la campaña, una vez caída “la vida que queremos”, tras la derrota en las PASO. En medio de la confusión, el único objetivo claro en el Frente de Todos pasa por la necesidad de “salvar la ropa” en noviembre.

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