Los dueños de la calle

Los cortes de calles y rutas por parte de manifestantes y el caos vehicular que ocasionan fueron una constante durante los años del kirchnerismo. El cambio de gobierno alentó esperanzas de que aquella situación de descontrol llegara a su fin. Por desgracia, eso no ha ocurrido aún.

Con la aprobación del protocolo para reglamentar la protesta social y evitar que los cortes afecten la circulación vehicular, se encendió una luz de esperanza en la creencia de que, a partir de su puesta en vigor, los ciudadanos de la Capital Federal y de las principales ciudades del país iban a poder circular por las calles sin verse afectados en su legítimo derecho de transitar libremente. La realidad hizo trizas esa esperanza y poco o nada ha cambiado.

El kirchnerismo alentó las protestas que consistían en cortes y bloqueos de rutas y calles porteñas, a tal punto que disponía que las fuerzas de seguridad desviaran el tránsito y custodiaran la seguridad de los impulsores de los bloqueos.

Si bien las actuales autoridades no alientan este tipo de manifestaciones, sino que, por el contrario, buscan evitar que se transformen en la conculcación de derechos de quienes pretenden movilizarse libremente, no han podido demostrar hasta ahora la efectividad del Protocolo de Actuación de las Fuerzas de Seguridad en Manifestaciones Públicas, aprobado a comienzos de año en la sesión del Consejo de Seguridad Interior, que reunió a autoridades nacionales con ministros del área de cada provincia, en Bariloche. En esa oportunidad, la ministra Patricia Bullrich señaló: «El Gobierno no quiere que, durante los próximos cuatro años, las calles sigan siendo un lugar diario y permanente de problemas. No vamos a permitir que la calle sea un caos. Queremos cambiar la cultura del corte».

Por el momento, el protocolo sólo se está aplicando cuando los cortes se producen en los accesos a la ciudad y en las rutas nacionales, donde actúan las fuerzas federales. Si bien quienes llevan a cabo las medidas de fuerza reconocen por lo bajo que los cortes de calles y los piquetes no son tan efectivos como antes, aún los siguen realizando como forma de protesta. El derecho de protestar o peticionar a las autoridades cae en su expresión más débil cuando se realiza cortando calles, rutas o accesos porque se está permitiendo que un grupo de individuos impida ejercer a otros el derecho de circular, garantizado por la Constitución.

Las autoridades porteñas deben procurar asegurar el orden en la convivencia social, evitando que el ejercicio de los derechos de unos interfiera en el ejercicio de los derechos de otros.

Fuente: La Nación

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