Docentes: una perentoria crisis

Con preocupación, tanto por el presente como por el futuro cercano, semanas atrás comentábamos desde estas columnas la importancia de promover y enaltecer la vocación docente, acompañándola con condiciones satisfactorias y salarios dignos. Hablar de educación en nuestro país es considerar paros y protestas, problemas de infraestructura deficiente, inseguridad rampante, entre otros muchos males a los que, más recientemente, se suma una preocupante falta de docentes.

Tres meses después del inicio del ciclo lectivo 2023, unos 6500 cargos docentes en la provincia de Buenos Aires -2568 en jardines y 3860 en escuelas primarias públicas- se hallaban todavía vacantes. Si calculamos que se asigna un educador cada 30 alumnos, hablamos de unos 190 mil niños víctimas de algún nivel de orfandad docente. La ausencia de personal se traduce en que, cuando los maestros no pueden turnarse entre ellos para evitar horas libres en las aulas, los alumnos terminan siendo enviados a sus casas, alejándolos del objetivo de 180 días anuales de clases sobre el que tanto se insiste sin mucho éxito.

El informe que da cuenta de esta situación fue difundido por el diputado bonaerense Sergio Siciliano (JxC), subsecretario de educación durante la gestión de María Eugenia Vidal. Las cifras surgen del relevamiento de haberes liquidados en poder de la Dirección Provincial de Tecnología de la Información.

Fieles a la costumbre de echar culpas sin asumir la importancia de dar continuidad a las gestiones, más allá del cambio de color político de los gobernantes, desde la Dirección General de Cultura y Educación de la provincia de Buenos Aires, a cargo de Alberto Sileoni, se señala que la falta de formación superior en la provincia durante la gobernación de Vidal se traduce hoy en la dificultad de cubrir numerosos cargos.

Ante pedidos de licencias, por motivos reales o ficticios, jubilaciones y retiros, en una lógica de recambio generacional, muchas nuevas vacantes en las aulas no encuentran candidatos a cubrirlas; una situación que se repite también en el ámbito privado y que obliga a contratar personal ya jubilado o sin recibirse.

Al respecto, se acaba de aprobar un nuevo régimen de licencias en el distrito bonaerense, que contempla un permiso por nacimiento de 45 días de inasistencia para las parejas. Los no gestantes gozarán de entre 5 y 15 días, mientras las gestantes pueden incluso llegar a los 135 de faltas justificadas. Por enfermedad, a los maestros pueden corresponderles hasta unos 120 días al año. En cuanto al régimen jubilatorio, bastan 50 años de edad y 25 años de aportes para convertirse en beneficiario.

El Ministerio de Educación porteño difundió los resultados de una investigación iniciada en 2021 que condujo a sumariar a 260 docentes y no docentes porteños por falsificación de certificados médicos. Quince de ellos ya fueron despedidos y se estima que podría aumentar el número de los que no estarán autorizados a retomar su actividad en las escuelas. La ministra Soledad Acuña los definió como “los vivos de siempre”, un 0,5% del total del sistema educativo de gestión estatal de la ciudad. Destacan también que el Estatuto Docente, reformado en 2022 para favorecer la continuidad pedagógica, condujo a reducir en un 19% el total de las licencias en 2023 que toman los docentes en comparación con el mismo período de 2022.

En fase de evaluación y encendiendo lógicas polémicas por sus efectos sobre los niños, el programa “Maestros itinerantes” busca brindar cobertura temporal por dos, tres o cuatro días en distintos distritos escolares porteños hasta tanto se cubran los cargos. Hablamos de entre 190 y 300 cargos disponibles por día en el sector primario, que pueden involucrar hasta 3000 niños y niñas. Desde hace tres años, a través de un sitio web, el ministerio porteño ofrece diariamente cargos para reemplazo en casos de pedidos de más de 48 horas de licencia, pero cientos quedan sin cubrir dado que la demanda supera ampliamente a la oferta.

A pesar de los buenos niveles de empleabilidad, la crisis vocacional, la caída en el prestigio y un nivel salarial desmotivante condujeron a que los ingresantes en el sistema de formación docente no sean numéricamente los necesarios. Entre los múltiples y numerosos desafíos que hoy nos plantea el sistema educativo, este aparece como uno de los más apremiantes por cuanto compromete seriamente no solo el presente sino también el futuro de cualquier política en la materia. No será con medidas demagógicas que no puedan luego sostenerse en el tiempo como podremos resolver tamaña encrucijada. Tal como la realidad nos viene demostrando, cualquier improvisación en este terreno se paga demasiado cara. Los candidatos deben ser claros en sus propuestas para que la educación sea lo que debe ser: prioridad nacional.

Fuente: La Nación

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