Una cápsula con obras humanas, a la Luna

«Sigan contando la historia», dice el personaje del director en la última película de Wes Anderson, Asteroid City, que echa un vistazo a la fascinación de los Estados Unidos en los años 50 por el espacio y las comunicaciones interestelares. A fin de este año, el Códice Lunar –un enorme archivo multimedia que cuenta la historia de los pueblos terrícolas a través de sus artes creativas– empezará a instalarse de forma permanente en la Luna, a bordo de una serie de cohetes no tripulados.

El Códice Lunar es una colección digitalizada (o miniaturizada) de arte contemporáneo, poesía, revistas, música, cine, podcasts y libros de 30.000 artistas, escritores, músicos y cineastas de 157 países. Es una idea original de Samuel Peralta, físico semirretirado y escritor canadiense enamorado de las artes y las ciencias.

En el Códice hay grabados de la Ucrania devastada por la guerra y poesía de países amenazados por el cambio climático, así como más de 130 números de la revista PoetsArtists. Entre las miles de imágenes se encuentran «New American Gothic», de Ayana Ross, ganadora del Premio Bennett 2021 para artistas mujeres; «Emerald Girl», un retrato en ladrillos Lego de Pauline Aubey; y la acertadamente titulada «Luna nueva», una serigrafía de 1980 de Alex Colville. Algunas obras se encargaron especialmente para el proyecto, entre ellas «Trilogía Polaris: Poemas para la Luna», colección de poemas sobre todos los continentes, incluida la Antártida.El canadiense Samuel Peralta, creador del Códice Lunar, la cápsula de creatividad. En sus manos, una escultura de la etnia Inuit, en su casa de Ontario. Foto de Brendan George Ko/The New York Times.El canadiense Samuel Peralta, creador del Códice Lunar, la cápsula de creatividad. En sus manos, una escultura de la etnia Inuit, en su casa de Ontario. Foto de Brendan George Ko/The New York Times.

Peralta, coleccionista de arte y poeta, presidente ejecutivo de Incandence, empresa de medios de comunicación y tecnología con sede en Toronto, se ha puesto en contacto con creadores a través de galerías y editoriales, para seleccionar las obras (y obtener permisos de archivo) que se incluirán gratuitamente en el Códice. También ha aceptado obras enviadas por artistas en forma personal.

«Se trata del mayor proyecto mundial de lanzamiento de obras culturales al espacio«, declaró Peralta en una entrevista. «No hay nada parecido en ninguna parte».

El Códice representa a creadores de experiencias muy diversas. Incluye varias obras de Connie Karleta Sales, una artista con la enfermedad autoinmune neuromielitis óptica, que realiza pinturas utilizando la tecnología de mirada ocular. «Electric Joy», una de las obras, «celebra el color y el movimiento de mi mente», dijo Sales en un correo electrónico. «Puede que el uso de mi cuerpo físico sea limitado, pero mi mente no tiene límites. Baila, ríe, llora y ama».

Olesya Dzhurayeva, grabadora ucraniana, había salido de Kiev en abril de 2022, en los primeros meses del ataque ruso, cuando Peralta, quien ya había comprado algunas de sus obras, se puso en contacto con ella con un mensaje de apoyo. También le pidió permiso para archivar imágenes de varios de sus litograbados en el Códice Lunar, y ella accedió.

«Este proyecto reafirma la vida con pensamientos sobre el futuro», escribió en un correo electrónico. «Esto es exactamente lo que necesitaba en esos primeros meses». En el Códice, está representada una colección de sus obras, que incluye una serie de xilografías impresas con tierra negra ucraniana.

La Luna acoge arte de la Tierra desde hace décadas. «El Museo Lunar», un pequeño azulejo de cerámica con dibujos lineales de Forrest Myers, Andy Warhol, Claes Oldenburg, Robert Rauschenberg, David Novros y John Chamberlain, se pegó discretamente a la pata de un módulo lunar abandonado en la Luna como parte de la misión Apolo 12 en 1969.La novela "Fundación", de Isaac Asimov, en otro disco de níquel, rodeada de discos de almacenamiento aún en blanco. Foto Brendan George Ko/The New York TimesLa novela «Fundación», de Isaac Asimov, en otro disco de níquel, rodeada de discos de almacenamiento aún en blanco. Foto Brendan George Ko/The New York Times

«Astronauta caído», una escultura de aluminio del artista belga Paul van Hoeydonck, fue dejada en la superficie lunar por la tripulación de la Apolo 15 en 1971, con una placa conmemorativa de catorce astronautas estadounidenses y cosmonautas soviéticos que murieron mientras prestaban servicio científico a sus países.

Al margen del proyecto del Códice Lunar, otros artistas contemporáneos aspiran a colocar obras por su cuenta en la superficie lunar mediante viajes espaciales comerciales, entre ellos Jeff Koons y el artista británico Sacha Jafri. La Arch Mission Foundation ha enviado al espacio la trilogía Fundación de Isaac Asimov y millones de páginas de la Biblioteca Lunar.

Pero el Códice Lunar tiene mayores ambiciones narrativas. Está dividido en cuatro cápsulas del tiempo, con su material copiado en tarjetas de memoria digital o inscripto en NanoFiche, un soporte de almacenamiento analógico ligero a base de níquel que puede contener 150.000 páginas microscópicas de texto o fotos grabadas con láser en una hoja de 22 centímetros por 28 centímetros.

El concepto es «como el Disco de Oro», dijo Peralta, refiriéndose a la cápsula del tiempo cultural de la NASA que contiene audio e imágenes almacenadas en un disco metálico y enviadas al espacio a bordo de las sondas Voyager en 1977. «El oro sería increíblemente pesado. Las obleas de níquel son mucho, mucho más livianas».

Ada Limón, actual poetisa laureada de Estados Unidos, escribió un poema para la nave espacial Europa Clipper de la NASA que partirá con destino a Júpiter el año que viene. También tiene poemas en el Códice Lunar, que contiene unos 25 años de «The Poet and the Poem» (El poeta y el poema), programa de radio y podcast sobre poesía fundado y presentado por Grace Cavalieri, que incluye episodios con Rita Dove, Louise Glück y otros poetas laureados de Estados Unidos.

Cavalieri, poeta prolífica, señaló que enviar arte y poesía al espacio muestra la civilización de un modo muy humano. «Tenemos acuerdos sobre tierras, tenemos tratados, pero la única forma de saber cómo se sentía realmente la gente, y sus sensibilidades, está en la poesía desde el principio de los tiempos», afirmó.

Didi Menéndez, editora, curadora y directora de PoetsArtists, ha enviado a Peralta números digitalizados y otras publicaciones para su inclusión en el Códice Lunar. «Muchos de los artistas trabajan en la figuración contemporánea», dijo sobre la colección lunar.Y agrega: «Hablamos de cosas que están ocurriendo en la política y en lo social. Es una visión de la Tierra y de lo que está ocurriendo ahora desde la perspectiva de un artista. Y qué está pasando realmente con las emociones».

«En la Apolo, todos eran artistas masculinos», explicó Menéndez, refiriéndose a las obras de arte lunar realizadas por las tripulaciones de la NASA. «Las cargas útiles que está reuniendo Sam contienen un grupo muy variado».

Peralta, polímata doctorado en física en la Universidad de Gales, es hijo del antropólogo y dramaturgo filipino Jesús T. Peralta y de la artista abstracta Rosario Bitanga-Peralta. Inició el Códice Lunar durante la pandemia de coronavirus para enviar a la Luna su propia obra, incluidos sus libros de ciencia ficción, antes de decidir ampliar su alcance.

Lleva varios años recopilando contenidos, aunque algunas personas con las que se ha contactado no lo han tomado en serio. «Les digo: ‘Me gustaría poner su arte en la luna’, y piensan que es una especie de estafa», explica. El requisito básico para ser aceptado es que el artista o escritor haya sido seleccionado anteriormente mediante la inclusión de su obra en alguna exposición, catálogo o antología.

Una cápsula del Códice ya orbitó alrededor de la Luna en la misión Orion de la NASA en 2022. Está previsto que las demás cápsulas del Códice lleguen y permanezcan en la Luna a partir de este otoño a través del programa de Servicios Comerciales de Carga Lunar de la NASA, que adjudica contratos a empresas de ingeniería aeroespacial como Astrobotic Technology de Pittsburgh e Intuitive Machines de Houston.

Después de que las empresas creen los módulos de alunizaje para los equipos de la NASA, pueden vender el espacio sobrante a bordo. Los precios varían: Astrobotic cobra 3.270 dólares por transportar una «cápsula lunar» de 0,5 pulgadas por 1 pulgada a bordo de uno de sus módulos de alunizaje.

Peralta financia en gran parte el costo del espacio de carga útil en los tres módulos de alunizaje y aún no tiene un precio definitivo, pero asegura que es una pequeña parte del costo de comprar un pasaje de «turista espacial» en un cohete comercial. (Un viaje en Virgin Galactic cuesta 450.000 dólares.)

Peralta ve el Códice Lunar como «un mensaje en la botella para el futuro que muestra que en esta época de guerras, pandemias y convulsiones económicas la gente aún encontró tiempo para crear belleza». Y para quienes quieran seguir sus viajes, el calendario actual de lanzamientos del Códice y el contenido de cada colección pueden consultarse en lunarcodex.com.

Por J.D. Biersdorfer, copyright The New York Times.

Traducción: Elisa Carnelli

Fuente: Clarín.com

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