El Papa Francisco visitó la ciudad de Florencia e instó a trabajar por un mundo mejor

El papa Francisco recordó hoy a religiosos que el «deber es trabajar para que este mundo sea un lugar mejor», al tiempo que puso en alerta frente a las «tentaciones» que se enfrentan a la «reforma» de la institución, en un encuentro con representantes del V Congreso Nacional de la Iglesia Italiana en Florencia, donde llegó hoy de visita. «Las tentaciones a afrontar son tantas. La primera es la pelagiana, que empuja a la Iglesia a no ser humilde, desinteresada ni beata. Y lo hace con la apariencia del bien», aseveró el Santo Padre.

«De frente a los males o a los problemas de la Iglesia es inútil buscar soluciones en el conservadurismo y el fundamentalismo, en la restauración y formas obsoletas que ni siquiera tienen la capacidad de ser culturalmente significativas», planteó Francisco en esa dirección. En su discurso, el Obispo de Roma pidió «ser una Iglesia libre y abierta a los desafíos del presente, nunca en la defensiva por miedo a perder algo. Dios proteja a la Iglesia italiana del poder, la imagen y el dinero». «La doctrina cristiana no es un sistema cerrado incapaz de generar preguntas, inquietudes, preguntas, sino que está vivo, sabe preocuparse», agregó en Florencia, donde aterrizó este martes luego de dar un discurso en la cercana Prato criticando el «cáncer» de la «explotación laboral».

«La reforma de la Iglesia -y la Iglesia está siempre en reforma- es ajena al pelagianismo. Hay que huir de las tentaciones del gnosticismo y el pelagianismo que nos llevan a confiar en las estructuras, en las organizaciones, en la planificación perfecta pero abstractas y a tomar un estilo de control, dureza y normatividad» , aseveró el Obispo de Roma durante su discurso de 50 minutos, en el que fue interrumpido 25 veces para los aplausos de los presentes. Según el Sumo Pontífice, la segunda tentación en la que no debe caer la Iglesia es «el gnosticismo, que lleva a confiar en el razonamiento lógico y claro y a perder la ternura de la carne del hermano», de acuerdo a su discurso en la catedral florentina de Santa María de la Flor.

«Nuestro deber es trabajar para que este mundo sea un lugar mejor y luchar. Nuestra fe es revolucionaria por un impulso que viene del Espíritu Santo», alentó el Papa a los religiosos en Florencia, al tiempo que los conminó a «dar respuestas claras ante los desafíos del mundo de hoy, en todos los ámbitos, con especial atención a la opción preferencial por los pobres». «Me gusta una Iglesia italiana inquieta, cada vez más cercana a los abandonados, a los olvidados, a los imperfectos. Anhelo una Iglesia alegre con rostro de mamá, que comprende, acompaña, acaricia», explicó.

En esa línea, en el segundo discurso de su visita de un día a la Toscana, el Santo Padre los convocó a sumarse a ese proyecto: «Sueñen también ustedes esta Iglesia, crean en ella, innoven con libertad». «El humanismo cristiano que están llamados a vivir afirma radicalmente la dignidad de toda persona como Hijo de Dios, establece entre todo ser humano una fundamental fraternidad, enseña a comprender el trabajo y habita la creación como casa común, brinda razones para la alegría y el humorismo, aun en medio de una vida muy dura», les recordó.

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