El movimiento neonazi anti Islam Pegida cumple un año y se moviliza en Alemania

La canciller alemana Angela Merkel libra una batalla interna desde hace meses contra el ala del gobierno germano que no ve con buenos ojos su política migratoria. Es que mientras la mandataria sostiene que hay que abrir las fronteras para acoger a los refugiados que escapan de países árabes en guerra, una gran parte de la población sostiene que la llegada de los extranjeros no es buena para el país.

De hecho, es tan fuerte la oposición a sus medidas que este mes la canciller registró su menor nivel de popularidad desde que está al frente del gobierno. Y si bien los reproches más fuerte vienen de parte de funcionarios, también la población hace sentir su voz en contra de esta política.

El movimiento neonazi alemán Pegida aprovechó hoy su primer aniversario para demostrar su masivo poder de convocatoria en Dresde, en el este del país, y en medio de la llegada de cientos de miles de refugiados e inmigrantes a Europa que han reavivado la popularidad de la extrema derecha en varios puntos del continente.

dresde

Entre 15.000 y 20.000 seguidores del movimiento Patriotas Europeos contra la Islamización de Occidente, más conocido como Pegida, inundaron la plaza Theaterplatz, en el corazón de la ciudad, con banderas alemanas y pancartas que rechazaban la llegada de refugiados y caricaturizaban a la canciller Angela Merkel como si fuese la madre Teresa de Calcuta.

Los manifestantes xenófobos repitieron las mismas consignas de los últimos 12 meses: cierre de fronteras, una Europa cristiana y occidental y el fin de los asilos políticos a miles de refugiados de Medio Oriente y África.

«Somos ciudadanos normales, buenos alemanes, no nos acompleja defender nuestro país, nuestra bandera y nuestra cultura», protestaba a gritos un hombre de unos treinta años, con la cabeza rapada y rodeado de unos quince compañeros de aspecto similar.

Esta protesta tiene lugar a dos días de que un hombre acuchillara a la candidata favorita a la alcaldía de la ciudad de Colonia, a favor de dar refugio a inmigrante, en un ataque xenófobo.

El ministro alemán de Justicia, Heiko Maas, condenó hoy actividades de Pegida al considerar que «siembra el odio que después se convierte en violencia». Además, advirtió a quienes se unan que «no tienen excusa» si deciden marchar junto a un movimiento fundado por una persona que llegó a disfrazarse como Adolf Hitler y que, en su última concentración, sacó a pasear horcas de madera para la canciller y el vicecanciller.

Pese a la multitud que se reunió en Dresde, también fueron muchos los habitantes que salieron a las calles para desacreditar esta postura. Varias organizaciones sociales se manifestaron para mostrar su rechazo a Pegida y en las redes sociales se extiende una campaña bajo el lema «yo soy Dresde», en el que ciudadanos de todos los ámbitos posan con carteles en favor de la tolerancia.

Como si fuera la escenificación de dos Alemanias en pugna, en una plaza adyacente, unos 14.000 ciudadanos, en su mayoría jóvenes, bailaban al son de la canción «Clandestino» de Manu Chau y trataban de tapar con sus gritos las consignas de la concentración racista vecina, informó la agencia de noticias EFE.

«No los queremos en Dresde ni en ningún otro lugar de Alemania. Son la vergüenza del país», gritaba una y otra vez un joven ubicado detrás de la valla levantada por los organizadores de la contramanifestación, inspirada en la consigna «Corazón en lugar de odio».

 

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