Pablo Pérez era mirado de reojo y hoy es un intocable

Sea por la amplitud del plantel, por inconformismo con algunas individualidades o por la contingencia de lesiones y expulsiones, el mellizo Barros Schelotto es un técnico muy intervencionista sobre la formación. Tanto, que nunca repitió un equipo de un partido a otro en los 33 que lleva en Boca. Entre los que están a salvo de la rotación, últimamente aparece uno al que costaba asignarle condición de indiscutido:Pablo Pérez. Cuando ayer fue reemplazado a los 27 minutos del segundo tiempo por el debutante colombiano Wilmar Barrios, Pérez se llevó de toda la Bombonera el cálido reconocimiento con el que se premia a los que jugaron bien, a los que de manera personal ayudaron a mejorar el funcionamiento colectivo de un equipo. En ese nivel estuvo este rosarino de 31 años.

Foto: LA NACION

Pérez está confirmando lo que por diferentes motivos antes sólo quedaba en una presunción: que es un futbolista importante en la estructura, y que puede sostenerlo en el tiempo. En los casi dos años que lleva en Boca, por primera vez se lo ve afianzado. En más de una ocasión dio la sensación de que no tendría mucho futuro en el club. Sobre todo cuando fue reincidente en la tendencia a dejarse llevar por sus demonios internos. Con un acumulado de 24 tarjetas amarillas y tres expulsiones en sus 54 encuentros oficiales estuvo muy cerca de colmar la paciencia de los que toman decisiones, y también del hincha. Sobre todo cuando en abril recibió la tarjeta roja antes del primer cuarto de hora del superclásico con River. Barros Schelotto no disimuló su fastidio y Pérez pidió disculpas al cuerpo técnico y a sus compañeros en un raid mediático que le insumió más tiempo que el que había estado en la cancha. Sin ser un futbolista violento o artero, Pérez debió aprender a controlar sus arrebatos, sus reacciones extemporáneas.

No sólo la (mala) conducta estuvo a punto de sacarlo de Boca. En el último mercado de pases habían avanzado las gestiones para que fuera transferido a Independiente, hasta que todo volvió a fojas cero por dos razones: a Hugo Moyano le pareció muy caro y Barros Schelotto pidió que se quedara porque lo consideraba una pieza fundamental. El mellizo no siempre respalda con hechos sus palabras, pero en el caso de Pérez fue consecuente con la valoración que le dio: fue titular en las ocho fechas en una zona del campo en la que Boca tiene abundancia. En la goleada 4-0 a Temperley, partido en el que Boca encontró más fácilmente la efectividad que un juego armonioso y fluido, Pérez compartió el doble pivote con el juvenil uruguayo Bentancur, que a sus reconocidas condiciones técnicas para el pase le agregó una cuota de sacrificio para la marca. No le sale naturalmente, pero no se le puede negar empeño para ganarse un lugar en una línea de volantes en la que la única incógnita es encontrarle un acompañante a Pérez. Ayer fue Bentancur, pero por ese sector medio también desfilaron Cubas, el colombiano Sebastián Pérez, Jara, se agregó ayer Barrios y Gago está para reaparecer en breve.

Al mellizo le interesa más fomentar la competencia (lo mismo ocurre con los laterales izquierdos Fabbra y Silva) que encontrar el equipo de memoria: «Barrios, Cubas, Sebastián y Pablo Pérez… Siempre tienen que demostrar que están para jugar. Nos tienen que meter presión».

Otro muestra de confianza fue darle la capitanía tras la expulsión de Tevez. En los 73 minutos de ayer, Pérez tuvo un 81 por ciento de acierto en los 53 pases que dio. No remató al arco, pero generó tres situaciones de gol. Sólo cometió una falta y no se enredó en ninguna discusión con Laverni. Lo dicho: Pérez no sale de Boca, salvo que él se saque solo.

Fuente: La Nación

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