En el frente de Zaporiyia, la guerra ha dado un giro radical hacia lo que antes era exclusividad de la ciencia ficción: el combate directo entre aeronaves no tripuladas o «drones contra drones». Unidades ucranianas, como la liderada por el comandante «Fox», se especializan ahora en la interceptación de sistemas aéreos rusos (UAS), operando desde búnkeres subterráneos donde los drones, cargados con explosivos, se guardan listos bajo las literas.
El equipo, compuesto por especialistas como «Coffee Man» y el piloto «Turista», utiliza iPads y ordenadores para monitorizar el espacio aéreo. El desafío técnico es constante; deben validar cada señal para no confundir pájaros con objetivos enemigos, analizando la altura y velocidad de vuelo. Sus presas principales son los drones rusos de bajo coste Molniya y Privit, este último fabricado con plástico y goma espuma, pero con efectos letales.
La escala del conflicto es abrumadora. Según estimaciones, Rusia lanza ahora más de 5,000 drones al mes. Además, Moscú ha comenzado a equipar sus dispositivos con cámaras, repetidores e incluso misiles antiaéreos, lo que supone una amenaza directa para la fuerza aérea ucraniana. En la provincia de Donetsk, otra unidad dirigida por «Dex» combate estas oleadas utilizando el Sting, un interceptor ucraniano fabricado en gran parte con impresoras 3D que alcanza los 315 km/h.
La estrategia de usar drones interceptores responde a una necesidad económica: un artilugio de este tipo cuesta unos 2,000 dólares, frente a las decenas de miles que representa un misil antiaéreo tradicional. Sin embargo, la brecha de producción sigue siendo un problema crítico. Aunque Ucrania aspira a fabricar millones de unidades, actualmente produce unos 150 interceptores diarios, una cifra insuficiente frente a los 2,500 que se necesitarían para cubrir la demanda del frente.
Esta evolución del combate funciona como una partida de ajedrez a ciegas y a gran velocidad: los contendientes lanzan piezas baratas y letales de forma masiva, donde la victoria no depende solo de la pericia del piloto, sino de la capacidad industrial para no quedarse sin fichas antes que el oponente.
Fuente: El Mundo

Sea el primero en comentar en "Un general ruso es asesinado al explotar un coche bomba en Moscú"