El plan de rearme de Trump choca con la resistencia de 120 ex altos mandos militares

WASHINGTON.- Podría decirse que la resistencia a la última medida del presidente Donald Trump «pasó a las armas».

El aumento «histórico» del 10% en el presupuesto de defensa, así como su intención de «rearmar» las fuerzas armadas, encontró resistencia donde menos cabría esperarla. Esto es: 120 experimentados jefes militares que enviaron una carta al Congreso para decir, en pocas palabras, que no era una buena idea recortarle fondos a la diplomacia para gastar más en armas.

No sólo eso. En su mensaje, los militares retirados advirtieron que «no todos los problemas de seguridad del país» pueden solucionarse con armas. Algo que aseguran haber aprendido por su propia y extensa experiencia en uniforme.

Por eso, lo que piden al presidente es que «no recorte» los fondos para el Departamento de Estado y para ayuda internacional, como pretende, porque ambos son «vitales» para la defensa de los intereses del país.

La nota, que fue toda una sorpresa para la administración de Trump, lleva la firma de reconocidas figuras del elenco militar.

Entre ellas, el general David Petraeus, que fue comandante de las fuerzas en Afganistán y jefe de la Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) durante el mandato del ex presidente Barack Obama.

La crítica del reconocido general podría estar entre las razones que lo sacaron de la «lista corta» de candidatos para asumir el puesto de asesor de seguridad que quedó vacante tras el escandaloso alejamiento del general Michael Flynn.

La misiva fue distribuida en el Congreso, que es el que tiene la palabra final en materia de presupuesto. La primera impresión es que el mensaje caló hondo, incluso, en referentes republicanos. Entre ellos, el senador por Florida Marco Rubio.

El mensaje se hizo llegar a los titulares de cada cámara y a cada integrante de las comisiones de Inteligencia y de Defensa. También se envió copia a funcionarios de la Casa Blanca directamente involucrados en la cuestión.

Entre ellos, el secretario de Defensa, el general James Mattis, y el secretario de Estado, Rex Tillerson. Los firmantes también sumaron al jefe saliente del Estado Mayor Conjunto, el general George Casey.

«Elevar y fortalecer la diplomacia y el desarrollo junto con la defensa es crítico para mantener seguro a Estados Unidos», escribieron.

La nota se convierte en el planteo militar más serio que recibe el magnate. Un llamado a la reflexión que parece contrarrestar el «apoyo de 80 generales»; un respaldo con el que asegura contar cada vez que quiere subrayar alguna visión específica en la materia.

Aunque tal vez «los 80 generales» de los que habla hayan pasado a 79, dado que entre ellos se contaba, originalmente, el renunciado Flynn. El ex asesor de seguridad presidencial pasará las próximas semanas en el Congreso explicando por qué mintió al vicepresidente Mike Pence sobre sus conversaciones con agentes de inteligencia rusos. Un capítulo oscuro que no termina de aclararse.

En línea con lo que fueron sus promesas de campaña -pero con un paso mas allá-, Trump arrancó la semana con el anuncio de un espectacular aumento en el presupuesto de defensa.

Poco después se supo que lo privilegiaría por sobre el destinado a la diplomacia y a la ayuda internacional que se presta a través de sus agencias específicas (Usaid, por sus siglas en inglés).

Al delinear su primer presupuesto nacional como presidente, anunció un incremento «histórico» del gasto militar de 54.000 millones de dólares. El total anual llegaría a 603.000 millones de dólares, el mayor en más de una década.

Pero como su pretensión es que el número final no se altere, la idea es sacar ese monto adicional de recortes en otras áreas. Las dos primeras víctimas son la diplomacia y la ayuda internacional. Algo que los propios militares consideran una barbaridad.

Por el contrario, previenen que depender solamente de las armas es no sólo peligroso, sino también contraproducente.

«Los militares podemos dirigir la lucha contra el terrorismo en el campo de batalla, pero necesitamos de socios civiles fuertes en el combate contra los inductores del extremismo», subrayaron.

También pusieron de manifiesto que la ayuda internacional «no es caridad», sino una herramienta para atacar el germen de problemas que luego desembocan en inseguridad para el país y para sus aliados.

«Hoy hay más de 65 millones de desplazados» en el mundo, una cifra superior a la que provocó la Segunda Guerra Mundial.

Recordaron, a modo de ejemplo y de llamado a la reflexión, que el impacto de ese drama se traduce en presión e inseguirdad sobre el país y sobre sus aliados y que contra eso las armas nada pueden hacer.

Concesiones en la reforma migratoria

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, está abierto a firmar una ley que reforme el sistema migratorio y le permita a millones de inmigrantes indocumentados permanecer en el país.

«El tiempo es apropiado para un proyecto de ley sobre inmigración siempre y cuando ambos lados hagan concesiones», le dijo el presidente a un grupo de periodistas de televisión según consignó el diario The New York Times. La cadena CNN brindó la misma información sin identificar fuentes.

En Estados Unidos viven unos 11 millones de inmigrantes indocumentados, según estimaciones del Centro Pew. Trump ha firmado decretos para deportar a más personas, y ha prometido construir un muro en la frontera con México para impedir el ingreso de nuevos inmigrantes.

La reforma migratoria ya ha fracasado ya en varias ocasiones, una durante el primer gobierno de George W. Bush; otra vez en 2007, con un proyecto de los senadores Ted Kennedy (fallecido) y John McCain, y la última en 2013.

Fuente: La Nación

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