Después de 10 años, finalmente la Argentina tiene un nuevo obispo castrense. Se trata de Santiago Olivera, hasta ahora obispo de Cruz del Eje.
Desde mayo de 2007 el puesto estaba vacante, producto de las diferencias políticas que enfrentaban por aquel entonces al presidente Néstor Kirchner con la Iglesia y el cardenal Jorge Mario Bergoglio.
Su nombramiento fue comunicado por la Sala de Prensa del Vaticano.
Según se informó, Olivera nació en Buenos Aires, el 7 de enero de 1959. Fue ordenado sacerdote en septiembre de 1984. Ha desempeñado diversos oficios pastorales: párroco de la Santa Madre de Dios en Villa Tesei, director espiritual de seminario, delegado episcopal para la Liturgia y la pastoral de las vocaciones, secretario y canciller de la Curia, pro-vicario y luego vicario general de la diócesis de Morón.
En junio de 2008 fue nombrado obispo de Cruz del Eje por Benedicto XVI. Desde ese lugar, comenzó y promovió la causa de canonización del Padre José Gabriel del Rosario Brochero, «el cura gaucho».
En noviembre de 2008, dentro de la Conferencia Episcopal de Argentina fue nombrado delegado episcopal para las Causas de los Santos y miembro de la Comisión Episcopal de Ministerios, cargo que ocupó hasta 2014.
En 2013 fue nombrado vice-postulador de la Causa de Canonización de la Sierva de Dios María Antonia Paz y Figueroa.
Desde noviembre de 2014 es presidente de la Comisión Episcopal de Comunicación Social de la Conferencia Episcopal Argentina y miembro de la Comisión Permanente de la Conferencia misma.
Olivera sustituirá como ordinario militar a Antonio Baseotto, quien dejó el puesto allá por mayo de 2007 luego de diferencias políticas entre el ex presidente Néstor Kirchner y la Iglesia Argentina sobre la despenalización del aborto.
En aquel momento el clérigo utilizó una frase que causó polémica en una carta enviada al entonces ministro de Salud de la Nación, Ginés González García: «Quienes escandalizan a los pequeños merecen que le cuelguen una piedra de molino al cuello y lo tiren al mar».
Aquel texto bíblico se vinculó de inmediato con los llamados «vuelos de la muerte» realizados durante la última dictadura militar.
La polémica derivó en la firma de un decreto por parte de Kirchner donde dejó sin efecto el cargo, algo que la Santa Sede nunca aceptó hasta que finalmente le concedió a Baseotto la jubilación y dicho cargo quedó vacante.
Fuente: Infobae.com
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