Un conejo de la galera, el misterio de los plegables y una segunda pantalla que sigue ociosa

Los fabricantes de celulares (excepto Apple, por ahora) insisten con los modelos plegables. ¿Plegables es lo mismo que foldables? Sí, pero en español.

Alguien señalaba estos días que era raro que siguieran en esa línea, cuando este tipo de teléfonos representa solo el 1,6% de las ventas totales de smartphones. Cierto que se duplicó la cantidad de despachos, pero sigue siendo algo muy de nicho. Para que se den una idea, Linux alcanzó 3,8% del mercado de computadoras personales en 2023; y si bien es cierto que algunos somos fans de este sistema, apuesto a que no es lo que ves a menudo en una notebook o en una desktop.

Bueno, pero precisamente el que los plegables sean algo tan raro y costoso los vuelve exclusivos, y esa es la razón por la que los siguen fabricando. Los productos inexplicablemente caros tienen un público en todos los mercados. La electrónica personal siempre se guio más por la innovación que por la ostentación, pero no es completamente inmune a ese hábito de consumo. Habrán oído de los Vertu y los iPhone con diamantes; acá están los 10 celulares más costosos del año que acaba de terminar. Hay uno de 48,5 millones de dólares.

Los plegables ofrecen dos pantallas y la posibilidad de reducir su tamaño a la mitad (a expensas de duplicar su grosor). En la imagen los Galaxy Z Fold 5 y Z Flip 5
Los plegables ofrecen dos pantallas y la posibilidad de reducir su tamaño a la mitad (a expensas de duplicar su grosor). En la imagen los Galaxy Z Fold 5 y Z Flip 5

Pues bien, los plegables satisfacen esa demanda, de momento. Son también una prueba de concepto, que se volverá viable el día que tengamos pantallas acordes; es decir, aquellas no sufran la fatiga de los materiales. Apple, por ejemplo, estaría esperando un tipo de vidrio plegable fabricado por Corning, la misma compañía que inventó el Gorilla glass de los primeros iPhone y de todo lo que siguió. La fatiga de los materiales, sin embargo, va a ser un hueso duro de roer; dicho breve, no se conoce ningún compuesto que no la experimente. Veremos.

Tinta electrónica e inflación

Entre tanto, los smartphones convencionales, que se jactan de no dejar ni un milímetro ocioso, están desperdiciando una enorme superficie. Lo advertí el otro día, y un poco por casualidad. Resulta que elijo mis teléfonos, cuando la opción existe, de color blanco. Los Galaxy S23 (y otros semejantes) tienen un defecto de diseño bastante incómodo: como los 3 objetivos en la parte trasera sobresalen más o menos un milímetro, dejarlos con la pantalla hacia arriba (que es lo lógico) es un ejercicio en inestabilidad muy irritante.

Así que cada tanto el mío termina boca abajo. Para enterarme de las notificaciones, activé el flash y me resigné a que nada es perfecto. Pues bien, una noche estaba comiendo, con el teléfono ahí sobre la mesa boca abajo, y me di cuenta de que nos estamos volviendo locos con los plegables, y mientras tanto toda esa pantalla del respaldo está sin uso. Podía haber estado leyendo el diario o una novela en una buena pantalla de tinta electrónica, que funcionan en cualquier condición de luz. Habría sido fantástico. O contar con un anotador, en el caso de los equipos que vienen con lápiz. Obviamente, una segunda pantalla añadiría costo, pero eso tiende a ser un problema serio en la Argentina, no en general.

El respaldo de un Galaxy S3; sería fantástico aprovechar todo ese espacio para leer libros o artículos
El respaldo de un Galaxy S3; sería fantástico aprovechar todo ese espacio para leer libros o artículosAriel Torres

Quiero decir, el desquicio de la economía de nuestro país es lo que me ha llevado a pagar un teléfono (no una casa) en cuotas, y que la última fuera, debido a la inflación, irrisoria en comparación con la primera. Más números, para que quede claro que el precio, aunque es un factor en todos lados, solo aquí se vuelve delirante: el teléfono que pagué 410.000 pesos en agosto ahora cuesta 1.744.000. Sin considerar otras variables (que las hay, no se enojen, amigos economistas), tuvimos en 6 meses la misma inflación que Estados Unidos tuvo en 44 años.

Para ser enteramente justos, las pantallas en el respaldo fueron ensayadas por al menos dos teléfonos, los Nubia y los Yota, y de cierta forma también por los Nothing Phone, aunque no por medio de tinta electrónica, sino mediante luces LED. En cualquier caso, salvo estas honrosas excepciones, el respaldo de los smartphones (e incluso la tapa de las notebooks, si me lo preguntan) ha sido usado solo para el emblema de la marca y nada más. Un verdadero desperdicio.

Desvíos argentinos aparte, los teléfonos plegables ofrecen dos pantallas y la posibilidad de reducir su tamaño a la mitad (a expensas de duplicar su grosor). Lo que propongo es que el respaldo del teléfono convencional se convierta en una pantalla de tinta electrónica. Podemos usarla para leer (libros, artículos, papers, sitios web) o como anotador. Más ideas, ya que estamos poniendo IA hasta en el guiso de lentejas: podríamos contar con un asistente que, correctamente configurado, nos informe no ya de las innumerables y mayormente inútiles notificaciones, sino de noticias que nos importan, el precio de las acciones en la Bolsa o, en un planeta con clima extremo, de las alertas meteorológicas en nuestra ubicación.

O podríamos seguir el ejemplo notable e inspirador que acaba de lanzar Rabbit en el Consumer Electronic Show, el R1, que es una combinación de asistente de IA controlado por voz, con un modo sorprendente en el que se le pueden enseñar cosas, y todo (acá viene la clave de su súbito éxito) por solo 200 dólares. Veremos esta función integrada en los teléfonos en 3, 2, 1, pueden apostarlo. O veremos a los R1 y sus clones ocupar espacios donde el smartphone convencional es más un obstáculo que una ayuda.

Ariel Torres

Fuente: La Nación

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