Mondino inicia la misión más importante de su gestión: cambiar la relación con China

Será una reunión cumbre. Y de las más importantes que protagonizarán funcionarios del gobierno de Javier Milei desde que el gobierno asumió el 10 de diciembre de 2023. Y puede determinar gran parte de la relación que el país mantendrá durante estos años con China, uno de los principales socios comerciales y financieros de la Argentina, con el que no hay una buena sintonía por cuestiones políticas e ideológicas.

Se sabe que la canciller Diana Mondino, quien lleva la mayor parte de la responsabilidad del éxito de la gestión, estará acompañada por un funcionarios de primer nivel de la conducción económica del Ejecutivo. Probablemente el presidente del Banco Central, Santiago Bausilli. O, quizá, y dependiendo de la información que llegue en las próximas horas, por el propio Luis “Toto” Caputo.https://843b5b331884995e59674d00ac757308.safeframe.googlesyndication.com/safeframe/1-0-40/html/container.html

El encuentro será el próximo martes en la sede del Banco Popular de China. Del otro lado estarán siete hombres fuertes de esa entidad y del sistema financiero de ese país, encabezados por el presidente del banco, Pan Gongsheng.

Lo que ocurra determinará la manera en que el país manejará no sólo la deuda de más de U$S 9.000 millones de dólares fruto de la aplicación del “swap” con China durante el gobierno de Alberto Fernández, sino también el tipo de relación comercial y de financiamiento del comercio exterior bilateral que mantendrán ambos estados. Y, en consecuencia, que tan profunda será la “amistad” (obviamente sólo económica y comercial) entre los dos países.

Represa Kirchner – Cóndor Cliff. Represas Patagonia

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Pero habrá otro tema más en la mesa de discusión. China es miembro importante del Fondo Monetario Internacional (FMI), y cualquier acuerdo nuevo o modificación del Facilidades Extendidas vigente deberá tener, sí o sí, la mano alzada desde China en el directorio del organismo que maneja Kristalina Giorgieva.

China se convirtió en estos tiempos en el cuarto socio clave de la máxima conducción del FMI, luego de Estados Unidos, Europa y Japón. Y en los últimos años fue -fundamentalmente durante el gobierno anterior- casi la única voz en defensa de la muy criticable economía argentina, al punto de haber absorbido con yuanes parte de la deuda que el país debería cancelar con el FMI, en épocas de poco dialogo entre Alberto Fernández y el organismo.

Ahora, el gobierno de Milei sabe que tiene una actitud diferente desde Beijing. Esta vez, posiblemente, la voz china sea muy contraria a los intereses de reabrir el acuerdo y tomar nueva deuda. El encargado de llevarla al Board del FMI es precisamente Gongsheng, en anfitrión de la delegación argentina que anoche volaba hacia tierras orientales.

La cuestión está en manos de expertos. Mondino viene tejiendo la relación con Beijing desde que asumió como ministra de Relaciones Exteriores. Tuvo no menos de diez encuentros directos y virtuales para reencauzar un situación que venía cruzada por declaraciones de enemistad mutuas entre Javier Milei y el régimen de Xi Jinping.

El viaje oficial a China fue posible porque la relación bilateral se encaminó. Ahora habrá que conocer de cerca el talante de los anfitriones, para saber que tanto se puede reparar la situación, y si se puede estar en camino del tan mentado “relanzamiento de las relaciones bilaterales”. 

Ahora todo parece fluir positivamente. Sin embargo, hacia comienzos de año, el tema “swap” parecía un conflicto financiero a punto de explotar por cuestiones más políticas y diplomáticas que económicas. Se trata de aproximadamente unos U$S 9.000 millones de pasivo real que quedó flotando como deuda externa no estructurada ni establecida con plazos e intereses claros. Y que, en consecuencia, China podría reclamar en cualquier momento.

Diana Mondino. Noticias Argentinas

La tarea diplomática de los dos Estados dejó establecido que en estos tiempos sólo se tratarán cuestiones de dinero, tanto en lo financiero como en lo comercial. Y que no tiene sentido ensuciar esta vía de comunicación con trabas políticas.

Se sabe, y se reconoce, que no hay “onda” entre los gobiernos de Milei y Xi Jinping. Pero se estableció mutuamente que la relación comercial y económica es lo suficientemente sólida de un lado hacia otro como para no generar más ruido entre las partes que entorpezcan el intercambio bilateral de bienes, servicios y yuanes.

Desde Buenos Aires se menciona que es el mejor camino para transitar durante estos cuatro años y se cree que la siempre vigilante y enigmática Beijing optará por el mismo criterio dado que son demasiadas las relaciones establecidas entre los dos países como para romperlas del todo.

En definitiva, entienden en la Casa Rosada, la Cancillería y el ministerio de Economía que China es un estado milenario, sabio, prudente, con políticas de estado históricas y que, en todo caso, sabrá mantener el actual statu quo a la espera de mejores tiempos con otros gobernantes en la Casa Rosada.  Y que, en conecuencia, no es el tiempo de romper todo. Y por romper todo se hace referencia a la devolución rápida e inmediata de los dólares girados durante la gestión anterior en el marco del esquema de “swap”. Y que a fines de la gestión de Alberto Fernández le sirvió al gobierno anterior para sostener viva la débil llamada de divisas para financiar importaciones y no paralizar definitivamente la industria argentina.

Por otro lado, saben desde Beijing una realidad, cuyo conocimiento se comparte curiosamente con Washington, Londres, Nueva York y todas las sedes financieras del globo: Argentina no tiene los dólares para pagarle a nadie. Ni a los amigos, ni, mucho menos, a los enemigos. Donde quiera que se ubique Beijing dentro de estas dos opciones, el país no podrá pagarle la deuda, que, por otro lado, no está escrita en cuanto a sus condiciones.

Por lo que se especula en Buenos Aires, será una cuestión a considerar en el segundo semestre cuando el gobierno de Javier Milei tenga más claro cuál es el panorama monetario y cambiario de su primer año de gestión.

Como casi todos los acuerdos monetarios a los que llega el país, la habilitación de este instrumento también fue siempre polémica. Un “swap” es un mecanismo por el dos países, en este caso Argentina y China, se comprometen a habilitar eventualmente el cambio de divisas sin la intervención de terceras monedas.

El aporte de capital lo hizo el Banco Central de China bajo la certeza de que los yuanes originales serán eventualmente utilizados. Mientras tanto, hasta que se ejecute el cambio, quedan como libre disponibilidad del depositante: el BCRA.

La idea china fue otorgar este dinero en cuotas como garantía para el intercambio financiero entre los dos países para la construcción de las grandes obras en el país comprometidas con el país asiático; fundamentalmente la represa Condor Cliff (ex Cepernic-Kirchner), un proyecto que en algún momento el Gobierno de Mauricio Macri prometió clausurar pero que, precisamente por la vigencia del “swap” decidió mantener vigente. Finalmente, Javier Milei dio la orden casi en persona de suspender el proyecto más importante de infraestructura vigente, dentro del marco de paralización de toda la obra pública en todo el país. Decisión de la que sólo se salvó la reversión del gasoducto del Norte.

El primer “swap” fue firmado en 2009 durante la presidencia de Martín Redrado en el BCRA, para reforzar los resguardos ante eventuales crisis internacionales y cuando las reservas alcanzaban el record del 15% del PBI. En total, ese acuerdo se cerró por unos u$s 10.200 millones a tres años, con la opción de extender el plazo.

Redrado lo negoció con su par chino, Zhou Xiaochuan, para acordar un intercambio de monedas que ambos países pudieran pedir uno del otro y que luego deberían ser repagados. Los permisos de operatoria para el BCRA eran amplios, se podían convertir los yuanes en dólares en los mercados internacionales, o directamente utilizarlos para el intercambio bilateral. O, en su defecto, mantenerlos como parte de las reservas nominados en la moneda norteamericana. Sin embargo, con el tiempo, el instrumento comenzó a desdibujarse.

El segundo movimiento con China se activó en el tercer trimestre de 2014, durante la gestión de Axel Kicillof en Economía y de Juan Carlos Fábrega en el BCRA, por unos u$s 3.800 millones transferidos en el último trimestre de ese año.

La novedad de esa operación fue que se justificó bajo el comienzo de las obras para el levantamiento de la represa santacruceña Cepernic-Kirchner que la constructora china Gezouba había ganado en licitación en sociedad con la local cordobesa Electroingeniería.

El acuerdo total fue por unos u$s 11.000 millones en liquidaciones sucesivas dependientes del avance de las obras. Durante el primer semestre de 2015 se concretó un nuevo desembolso por unos u$s3.700 millones, completando hasta ese momento un total de u$s 6.500 millones. El dinero proveniente de China había llegado en un momento justo para apoyar los últimos tramos del Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner cuando la falta de dólares y el ostracismo en los mercados internacionales ya era preocupante.

Las reservas rondaban los u$s 30.000 millones y las posibilidades de la Argentina de recurrir a los mercados financieros internacionales a tasas razonables eran nulas. El acuerdo de renovación del “swap” con China llegó en un momento ideal para poder sostener las reservas y hacer frente a eventuales corridas antes del final del Gobierno kirchnerista. Para finales de 2014, unos u$s 3.000 millones del acuerdo ya se habían utilizado. De hecho, unos u$s 2.000 millones provenientes de este financiamiento, se utilizaron para cancelar el pago final del Boden 2015.

Vino entonces el cambio de gobierno y la decisión de Mauricio Macri de revisar el contrato de Gezhouba para construir la represa aún llamada Cepernic- Kirchner. La primera y pública decisión del actual Gobierno fue la de congelar la obra, bajo sospechas de corrupción y de impacto ambiental negativo.

Sin embargo, hacia julio de 2016, desde Beijing le recordaron a Buenos Aires que parte del dinero para la obra ya había sido gastado (y no precisamente para avanzar con la represa), con lo que de levantarse el proyecto el dinero debía ser devuelto. Fue así que se “renegociaron” las condiciones del “swap” y la obra volvió a la vida con otro nombre (en adelante se llamaría Condor Cliff), y el “swap” se reactivaría. Se renovó el mecanismo por unos u$s 11.000 millones y una vigencia de tres años más, con lo que las reservan en yuanes llegaron a unos u$s8.000 millones.

La historia continuó con la activación de “swap” financiero (dinero en efectivo) en el segundo trimestre del 2023, en momentos en que en el gobierno de Alberto Fernández comenzaban a escasear peligrosamente los dólares; con una campaña política que se avecinaba peligrosamente negativa para el entonces oficialismo.

China comenzó a habilitar tramos de a US$ 3.000 millones que fueron utilizados durante la gestión como depósitos de “libre disponibilidad”; pero concentrados en el financiamiento de importaciones de origen chino y la ejecución de la represa Cepernik- Kichner. En total se ejecutaron unos U$S 9.000 millones (nadie sabe el monto exacto ni las condiciones), los que ahora podrían entrar en conflicto de pago con Beijing.

Fuente: Mendoza online

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