La consigna fue sencilla: no llevar banderas partidarias, sólo argentinas. El motivo se terminó condensando en uno: defender la democracia. Sin embargo, quienes participaron de la marcha en apoyo al Gobierno que se celebró anteayer levantaron numerosos carteles y sostuvieron varios motivos de reclamo, aunque no contra la gestión de Mauricio Macri. LA NACION consultó a varios analistas para que desmenucen y expliquen este fenómeno de vecinos autoconvocados en apoyo de un gobierno.
«Este fenómeno atípico de una marcha para defender a un gobierno ocurrió por el latente temor que amplios sectores de clase media y media alta tienen a una crisis de gobernabilidad y al regreso de un populismo autoritario al poder», razonó Alejandro Catterberg, analista y uno de los directores de la consultora Poliarquía.
Catterberg destacó también lo llamativo de la situación en un contexto de dificultades económicas, que debería generar cuestionamientos, pero que se ven neutralizados por el repudio a otros fenómenos. «Un mes seguido de embestida kirchnerista y de los sectores más duros del sindicalismo provocó esta contrarreacción», observó.
En tanto, Graciela Römer, socióloga y directora de la consultora de opinión pública Graciela Römer & Asociados, consideró que lo que activó la masiva respuesta de anteayer fue «el temor a que el cambio que se votó en diciembre de 2015 se debilite al punto de retroceder».
«Fue un rechazo a una modalidad de hacer política sin diálogo, a la violencia y a la devaluación de las formas republicanas que se vivió en la calle en los últimos días con los piquetes», sostuvo la analista.
Römer también destacó que si bien hubo en la movilización un núcleo duro de fervientes seguidores de Macri, también participaron sectores que lo cuestionan pero lo prefieren al kirchnerismo o a otros partidos políticos.
«Mucha gente hizo un cálculo de costo y beneficio entre lo que desestima del Gobierno y lo que le gusta y eligió sumarse», destacó.
Ante la pregunta sobre qué le reporta al Gobierno esta expresión popular y qué eventual beneficio podría generarle, ambos analistas coincidieron en que este apoyo será clave en el plano electoral y que reafirma la legitimidad de la actual gestión, que lleva menos de un año y medio en el poder.
«La manifestación le da aire político al Gobierno en una semana clave donde continuará la disputa con los sindicatos docentes y enfrentará el paro general del jueves próximo», aseguró Catterberg. Y agregó: «Además, de cara al año electoral se refuerza la polarización entre el macrismo y el kirchnerismo, complicando la estrategia electoral del Frente Renovador, que queda relegado de la discusión política».
Römer coincidió en que la marcha le dio al Gobierno un baño de legitimidad frente a un escenario de creciente conflictividad social. «Esta movilización es altamente auspiciosa para un gobierno que perdía imagen pública por los tarifazos y la inflación.»
«Le dio al Gobierno un nivel de legitimidad que parecía perdido y le devuelve un poco el manejo de la calle, que se vio tan cuestionado en estos días», razonó la socióloga.
Zona norte lideró el respaldo en el conurbano
Si bien el epicentro de la marcha a favor del Gobierno fue en la Plaza de Mayo, muchos vecinos se manifestaron en su lugar más cercano. En el conurbano bonaerense, los municipios de la zona norte fueron los más convocantes. Vicente López, en las inmediaciones de la quinta de Olivos, y San Isidro fueron las localidades que más personas reunieron. Geográficamente, a medida que se acercaba al Sur, el apoyo manifiesto a la gestión de Mauricio Macri iba perdiendo solidez. En la zona oeste, en los municipios de Caseros, San Martín y Tres de Febrero se vieron algunas plazas con vecinos que aplaudían o llevaban pancartas con consignas «a favor de la democracia». En la zona sur, en cambio, la manifestación fue considerablemente menor. Apenas se vieron algunas muestras de apoyo en Quilmes, gobernado por el intendente de Cambiemos Martiniano Molina. Lomas de Zamora y Avellaneda, ambas en manos del Frente para la Victoria, casi no reunieron vecinos.
Fuente: La Nación
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