Cristina, Horacio, Alberto y la calma antes de la tormenta

Dos años de ajuste, dos de plata dulce, Máximo presidente. Probablemente ese era el plan en diciembre 2019. La eliminación de la indexación jubilatoria era el punto fuerte de ese comienzo. Pero la pandemia arruinó ese proyecto de poder como los proyectos de poder de los otros gobiernos de América Latina, la región que no por casualidad es el epicentro de las derrotas oficialistas.

Entonces la estrategia se fue achicando hasta convertirse en la que es hoy: aguantar hasta que un golpe de suerte permita, en 2023, sostener al menos la provincia de Buenos Aires, pero, principalmente, irse del gobierno con un 30% consolidado del electorado nacional.

Sin privatizar nada, con el aborto legalizado y tratando de no mancharse con el extractivismo, lo que sobresale del relato para validar el diploma progresista no es eso, sino que viene de un gobierno cuya apuesta más seria es a conservar su tercio electoral. Nos gobierna entonces el Partido para Conservar el 30%. Una gestión donde la audacia es mala palabra.PUBLICIDAD

¿Y por qué se llega a este punto de inmovilismo donde ni se estatiza Vicentín ni se reprivatiza la Hidrovía? Por el miedo a perder también ese 30%, es decir, por el miedo a perderlo todo.

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Si Cristina tuvo una ventaja en su carrera política fue la de ser subestimada por el machirulaje hegemónico. Aún hoy se sigue sugiriendo que “quiere irse a cuidar a los nietos”, pero ese relato -jamás verbalizado sobre un dirigente varón- ya no es el predominante. Porque este es, como acertadamente lo describió Diego Genoud, el peronismo de Cristina. La subestimación a la Vicepresidenta es parte del pasado. Ha perdido una importante ventaja.

Además, no hay dólares para generar ni un mínimo bienestar económico, entonces a Cristina sólo le queda esperar, aguantar. El mito de la Argentina vaca lechera, o, en otras palabras, el mito del país que se salva sin mucho esfuerzo, persiste en el imaginario de Cristina, por eso ella no considera esta espera como la antesala de la guillotina, sino como una espera activa. Solo necesita que, mientras tanto, sus feligreses no rompan filas en medio de la malaria económica y del inmovilismo conservador.

Horacio

El jefe del peronismo porteño, como lo ha denominado Carlos Pagni, tiene casi todos los billetes de la Lotería 2023. Pero los está perdiendo de a uno. Lo que sucede es que el círculo rojo y el sector de la opinión pública más informado está indagando para ver si encuentra algo más motivador de lo que ve a simple vista. Y no lo encuentra. Su silencio sobre la mayoría de los temas punzantes del país es la última muralla antes de una desilusión más generalizada.

Detrás de ese silencio está la ambición de un comienzo de mandato con la megadevaluación ya hecha, con los gobernadores y la CGT que van al pie para deshacerse de Cristina y con la posibilidad de avanzar en los primeros meses de su presidencia con la venta de una lista de activos del Estado que incluye al Cenard, a la Torre YPF y a Campo de Mayo, pero que no se agota allí. Igual que su antecesor del PRO, hacer los negocios en el primer año de mandato.

En síntesis, detrás de ese silencio hay una fotocopia de Mauricio Macri, pero una no dispuesta a jugar a fondo ni con los servicios secretos ni con el Poder Judicial y eso es lo que alarma a los sectores duros. ¿Se puede gobernar la Argentina sin mecanismos mafiosos? ¿A todos se los “convence” con una rezonificación, con una embajada o con un llamado como el que dice haber recibido el periodista Baby Etchecopar? ¿Horacio está entregando los juicios a la Vicepresidenta, que, según esos sectores, son lo único que la atemoriza?

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El Jefe de Gobierno recibe sus propios aprietes del diario centenario cuando este tangencialmente entrevista a su ex esposa o del mismísimo Héctor Magnetto al recordarnos que Horacio detuvo la extensión del Subte.

No va a alcanzar con “mi papá era desarrollista” ni con una comunicación neoduranbarbista. Y justamente por eso es el candidato favorito de quien toca la campanita del Senado. Si Horacio llega no sólo con la lengua afuera sino también con la bomba devaluadora a segundos de estallar y, además, suma un primer año de negocios sin la anestesia de la deuda externa -que sí pudo inyectar Mauricio-, el cóctel es tan nuclear que puede conseguir que las clases medias valoren los agónicos últimos años kirchneristas como un pasado al que es preferible, en una deprimente resignación, volver. Mauricio y Patricia se siguen guardando la granada de divulgar que “Cristina prefiere que llegue Horacio”.

Es por todo esto que los empresarios de la Fundación Mediterránea quieren imponerle al ministro de economía. Porque si hay colapso, pero antes repartija de activos del Estado, entonces hay que moverse con la velocidad de un rayo en las semanas de violenta transferencia de ingresos que caracterizan a la fase aguda de cada crisis. El elegido es Carlos Melconián, quien, como Jefe del Departamento de Deuda Externa del Banco Central en 1985, archivó investigaciones de fraudes cometidos durante la estatización de deuda iniciada en 1981 por la anterior estrella de la Fundación Mediterránea, Domingo Cavallo.

Alberto

La ambición de reelegir lo está ordenando. El orden que todos le demandaron durante dos años llega recién ahora cuando Alberto siente que el premio individual lo vale. No necesita uno, sino varios golpes de suerte para conseguirlo porque no olvidemos que es el Presidente del 54% de los niños y niñas del país hundidos en la pobreza.

Alberto se mueve entre dos paredes que le dejaron sólo un metro para transitar: la Vicepresidenta y el Covid. Además, desde noviembre, ese metro cuadrado de margen se convirtió en arena movediza por la negociación con el Fondo.

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Por eso, cuando su mandato termine, las pasiones irán, de a poco, dando paso a una inevitable reivindicación del “presidente con el que pasamos la pandemia”. Nadie podrá quitarle ser uno de los sucesores de Rivadavia y ese dato no se le escapa al Instituto Patria, desde donde el miembro informante de la privatización de YPF imparte órdenes al progresismo nacional. A quien se convertirá en uno de los jefes del antikirchnerismo pero con chapa de ex presidente el Instituto Patria lo debe esmerilar tanto como pueda sin comprometer la meta de irse con el 30%.

La tormenta

Para nuestros protagonistas el problema no es sólo el default o la devaluación, sino principalmente la decepción del electorado. Y el electorado está buscando la forma de escapar de estas opciones, pero en esa búsqueda no quiere perder la prebenda que cada uno consiguió arrancarle al Estado. Una tarea difícil.

Los tres héroes de esta historia son probables víctimas de la tormenta que se viene y más de un ex chupamedias va a hacer leña de los árboles caídos. Pero los tres pueden mostrar partida de nacimiento y probar sus orígenes. Ninguno es una rareza de la naturaleza. Porque los tres son hijos legítimos de la Argentina de la desilusión.

Fuente: Perfil.com

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