Vuelan cuervos sobre el Palacio de Hacienda

EL secretario general de La Cámpora y ministro bonaerense, Andrés “Cuervo” Larroque, ha lanzado duros picotazos sobre el titular del Palacio de Hacienda, Martín Guzmán, sin tomar en cuenta el costo para la Nación que implican sus dichos. En el estado de fragilidad que sufre la economía argentina por falta de dirección política, esas diatribas solo agravan la situación, debilitan la moneda y aceleran la inflación.

Si bien Larroque afirmó, correctamente, que la solución de fondo debe provenir de la política económica y no de la social, no devela las medidas que propone. A estar por el nombre de su agrupación y su énfasis en “no tener miedo para enfrentar intereses”, parecería que el modelo sería el Plan Trienal para la Reconstrucción y la Liberación Nacional, del epónimo Cámpora (Héctor, 1973).

Ese plan, a punto de cumplir sus bodas de oro, preveía la planificación integral de la economía y la fuerte intervención del Estado para instaurar un orden social más justo y reacio al capital extranjero. Por ello, todos los actores debieron sentarse en la mesa del Pacto Social para negociar con el gobierno qué recibiría cada uno y qué les exigiría éste a cambio. Como ahora, ese programa solo causó desconfianza y fuga de capitales. Los férreos controles del dólar, los precios, las tarifas y los salarios, con aumento del gasto público, generaron tensiones que estallaron en el célebre Rodrigazo de 1975.

La ideología que inspiró ese ensayo de “socialismo nacional” tenía como pilar fundamental la llamada “liberación”. La creencia de que toda América Latina debía unirse en un fraterno abrazo socialista, como lo propuso Manuel B. Ugarte (1875-1951), formando una “Patria Grande” para oponerse al imperialismo yanqui. En su versión actual y con la venia de Ugarte, para liberarse del FMI.

Los activistas de La Cámpora se ufanan de tener calle, controlar territorios, ejercer militancias, caminar los barrios y conocer las necesidades de la gente. Pero ninguno explica cómo crear riqueza en gran escala, para dar vuelta la situación actual

Si quedasen dudas respecto al ideario de La Cámpora, la propia Cristina Kirchner, en julio de 2020, sintetizó así sus objetivos: “La construcción de una nueva normalidad económica, que deje atrás el capitalismo neoliberal hegemonizado por las finanzas globales”. Se trata de una versión nacional y popular, de “El Capital Financiero” (1910), la obra cumbre de Rudolf Hilferding (1877-1941), pensador austro marxista, último ministro de finanzas de la República de Weimar, durante la hiperinflación de 1923. Esa “hiper” fue detenida después de su renuncia, con una reforma monetaria (el Rentenmark) y una fuerte reducción del gasto público.

La Alemania próspera de hoy, no es resultado del pensamiento de Hilferding, que la desbarrancó, sino del “milagro alemán” de Ludwig Erhard, ex ministro de Economía de Alemania Federal (1949-1963), basado en las leyes del mercado. O sea, del capitalismo liberal, aún sin el prefijo “neo”. La República Democrática Alemana (1949-1990), nacida el mismo año que la otra, colapsó con la caída del Muro de Berlín. Ello demostró, como un ensayo de dos vacunas, los efectos nocivos de la “nueva normalidad” que Cristina Kirchner intenta inocular en una Argentina al borde de su tercera hiperinflación, 100 años más tarde.

Sorprende que una agrupación con tanta responsabilidad política, haga peligrar la estabilidad de Guzmán para insistir en alquimias fracasadas. En 2022, la única pregunta que cualquier dirigente debería responder (y Guzmán también) es cómo generar empleos genuinos para sacar al país de la pobreza, sin caer en otra hiperinflación.

Los activistas de La Cámpora se ufanan de tener calle, controlar territorios, ejercer militancias, caminar los barrios y conocer las necesidades de la gente. Conocen las carencias al dedillo, pero ninguno explica cómo crear riqueza en gran escala, para dar vuelta la situación actual. Como Juan Grabois y otros dirigentes sociales, parecen periodistas de investigación o miembros de la Cruz Roja Internacional al describir los dramas causados por el desempleo, la falta de vivienda, la desnutrición infantil, el abandono escolar, la violencia social, la droga y el hambre. Pero lo único que hacen es más asistencialismo, mientras los dramas se ahondan bajo sus narices.

Al vetar el acuerdo con el FMI, La Cámpora pretende eliminar el sendero de estabilización pactado y recuperar la libertad para “poner plata en los bolsillos de la gente” y difundirlo mediante pautas publicitarias. Mientras tanto, la gente correrá detrás del espiral de precios, con pesos que se depreciarán a mayor velocidad. Como le ocurrió a Rudolf Hilferding, el mentor de Cristina Kirchner, en 1923.

¿Qué ideas tienen Larroque y su agrupación, además de emitir y crear nuevos impuestos? ¿Formar cooperativas en fábricas recuperadas? ¿Expropiar campos?

Larroque también propuso un “shock de inversiones” para reactivar la economía y entusiasmar a los gobernadores. Pero no con inversión privada, pues sería imposible, sino mediante un plan de obras públicas, sin financiación. Otra quimera inflacionaria de quienes no piensan en función del bienestar general, sino de las próximas elecciones y la impunidad de su lideresa.

Si además de tejer contubernios y ubicar parientes en el PAMI y en la Anses, hablasen con industriales del conurbano, sabrían que ninguno arriesgará un centavo si prevé que cuanto más venda, más perderá. Cierre de importaciones, ausencia de crédito, controles de precios, insumos en falta, licuación de cuentas a cobrar, pagos al contado y costos dolarizados, son obstáculos insalvables para quienes deberían dar empleos. Sumado a la conflictividad social derivada de la inflación creciente.

En cuanto al campo, tampoco tienen idea del nivel de inversiones que requiere operar una explotación agrícola o ganadera. No solamente el paradigma del trabajo de “sol a sol”, sino el capital requerido para preparar el suelo, sembrar semillas registradas, aplicar agroquímicos dolarizados, utilizar tecnologías satelitales y correr riesgos climáticos hasta la cosecha. Sin espaldas suficientes, los campos volverían a ser extensiones desiertas, con pastos duros y ganado cimarrón, como en el siglo XVIII.

¿Qué ideas tienen Larroque y su agrupación al respecto, además de emitir y crear nuevos impuestos? ¿Formar cooperativas en fábricas recuperadas? ¿Expropiar campos para arrendarlos a “pooles” de siembra, como propone Grabois? ¿No advierte que ningún inversor arrendaría en esas condiciones, salvo amigos del poder?

Quizás sea demasiado benévolo pensar que los cuervos que vuelan sobre Guzmán han leído a Hilferding para aplicar sus recetas en la Argentina. Más bien, parece una improvisación de los “pibes para la liberación”, para conservar sus cargos en el Estado y de paso, intentar tácticas “a la Putin” para proteger a la vicepresidenta del largo brazo de la Justicia, que la espera. Aunque los cuervos acechen.

Fuente: La Nación

Sea el primero en comentar en "Vuelan cuervos sobre el Palacio de Hacienda"

Deje un comentario

Su email no será publicado


*