Potenciar talento, cosechar divisas

Hay una Argentina subterránea, esperando nacer. Es el país de los que cada mañana se levantan para trabajar, para sembrar o cosechar, para crear, para ofrecer bienes y servicios, para estudiar, para enseñar. Latente, debajo de las crisis económicas y políticas, de las ideologías, de las ocupaciones, las tomas, las discusiones de poder y la puja de intereses, hay una Argentina que, paradójicamente, tiene un potencial inimaginable. Es el país de Vaca Muerta y la minería, de los unicornios y las start up, del campo y los industriales que innovan y compiten. Pero es, sobre todo, el país del talento argentino.

La Economía del Conocimiento se nutre de ese talento para desplegarlo en servicios profesionales, en software y tecnología, producción audiovisual, biotecnología y producción de bienes sofisticados. Solo en servicios profesionales y de tecnología se exportaron 7200 millones de dólares en los últimos 12 meses, con lo que se constituyó en el tercer complejo exportador del país. Un sector que no solo aporta divisas a una Argentina ávida de dólares, sino que también es uno de los principales empleadores, con el 7,3% del empleo privado nacional y más de 460.000 puestos de trabajo de medio y alto nivel salarial, radicados en toda la geografía nacional. Esto sin mencionar la creciente fuga de talentos hacia el mercado informal que afecta la oferta local exportable y que, en 2021, equivalió al 22% de la producción total.

Tenemos un excelente equipo de Tecnología del Conocimiento, pero necesitamos superar el grave desacople con el mundo, derivado de nuestros desequilibrios macroeconómicos

Una importante comunidad de profesionales, científicos y empresas alimentan un ecosistema de conocimiento altamente respetado en el mundo. La economía del conocimiento navega una ola de crecimiento global que se expande sin reconocer límites, sobre todo luego de la pandemia. Por eso, el presente es solo una muestra de este potencial argentino. Polonia, un país comparable al nuestro, exporta 30.000 millones de dólares. Nosotros podríamos hacerlo, pero enfrentamos dos obstáculos para ese despegue: la macroeconomía, especialmente el frente cambiario que perturba el desarrollo de inversiones, y una demanda de profesionales que supera la capacidad del sistema educativo para formarlos. Ambos problemas son evidentes y deben ser el foco de una inmediata política pública consensuada por todo el arco político para superar exitosamente un cambio de época que compete a todos.

Durante las últimas semanas, el Ministerio de Economía ha tomado algunas medidas que apuntan en esta dirección. La Economía del Conocimiento ha sido reconocida por primera vez a nivel de una secretaría de Estado en el organigrama del gabinete nacional, equivalente a Industria, Agricultura o Energía.

Se ha buscado reducir el fenómeno de la fuga de talentos que sufren las industrias, al permitir a las empresas acceder a dólares libres en función del incremento de las exportaciones, reducir las contribuciones patronales y el impuesto a las ganancias de las empresas, entre otros beneficios. Si a las modificaciones introducidas al régimen de la ley de Economía del Conocimiento se sumara, además, una adecuada capacitación, se podría impulsar al principal motor de la exportación, el sector de servicios profesionales (abogados, contadores, diseñadores, ingenieros, entre otros), que tiene una participación del 58% sobre el total, superior al de los perfiles tecnológicos. En esta dirección se reforzó el proyecto educativo Argentina Programa 4.0.

El Ministro de Economía anunció un plan de fortalecimiento de la imagen exterior argentina como proveedora de talento y servicios de tecnología de alta calidad, al poner como foco la competencia directa con países referentes de nuestra región en la captura de mercados globales.

Estos primeros pasos en la dirección estratégica correcta son positivos. Participamos de un campeonato internacional en la cancha global de la Economía del Conocimiento. Tenemos un excelente equipo, pero necesitamos todavía superar el profundo desacople con el mundo derivado de nuestros desequilibrios macroeconómicos e intensificar la capacitación de nuestros talentosos recursos humanos.

Fuente: La Nación

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