Pobreza que duele

Según un nuevo informe del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) sobre pobreza multidimensional, dos de cada tres chicos de la Argentina son pobres por ingresos o están privados de derechos básicos, como el acceso a la educación, a la protección social, a una vivienda o un baño adecuado, al agua o a un hábitat seguro.

El informe se basa en datos oficiales de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del Indec, que muestran que, al primer semestre de 2022, el 51,5% de los chicos vivían en hogares cuyos ingresos no alcanzaban para cubrir la canasta básica de alimentos y servicios. Y si se suman las privaciones no monetarias, el valor asciende al 66 por ciento.

En total, son aproximadamente 8,8 millones los niños que experimentan carencias monetarias o de algunos de los derechos fundamentales y 3,7 millones (28%) enfrentan ambos tipos de privaciones simultáneamente: es decir, tres de cada diez chicas y chicos viven en hogares con ingresos insuficientes y, al mismo tiempo, tienen al menos un derecho básico vulnerado.

El aumento de las canastas de precios de alimentos que definen la pobreza y la indigencia traspasó con creces el 100% y superó el índice de aumento de precios. El Indec informó que la canasta básica total (CBT) –la línea de la pobreza– y la canasta básica alimentaria (CBA) –el piso de la indigencia– reflejaron el mes pasado una variación interanual del 111,3% y del 115,1%, respectivamente, frente a una tasa de inflación que, en igual período, fue del 102,5 por ciento.

Para no ser pobre, una familia tipo necesitó en febrero $177.063, mientras que para no ser indigente esa suma fue de $80.483.

Por otro lado, el estudio de Unicef advirtió que nueve de cada diez chicos en situación de pobreza monetaria viven en familias en las que su padre o su madre trabajan, lo cual refleja que la sola creación de empleo, sin tomar en cuenta su calidad, no permite salir automáticamente de la pobreza.

Solo con acuerdos políticos basados en metas de corto, mediano y largo plazo se podrá sacar a la población de niños, adolescentes y jóvenes de la penosa y humillante situación en que se encuentra

Al respecto, Sebastián Waisgrais, especialista en inclusión de Unicef Argentina, manifestó que el tipo de empleo marca la diferencia: “La tasa de pobreza de niñas y niños que residen con personas ocupadas formalmente disminuye al 32%, y aumenta al 60% cuando viven con adultos ocupados en la informalidad. Este dato nos permite observar que no se sale de la pobreza creando cualquier tipo de empleo, sino empleo decente, es decir, protegido y de calidad”.

Por su parte, Luisa Brumana, representante de Unicef Argentina, señaló que la pobreza es más que la escasez de ingresos. “Vivir las primeras etapas de la vida en la pobreza significa no asistir a la escuela o hacerlo con retraso, no tener acceso a servicios básicos, entre otras carencias”, sostuvo.

La pobreza es un mal endémico de la Argentina. Es la expresión de la mayor desigualdad social en educación, ingresos, calidad de vida y acceso a la salud, porque se relaciona con exclusión, expulsión y marginalidad. Sin embargo, no es el problema más urgente de los políticos, ya que no hablan de ella, porque la supieron incrementar.

Combatir la pobreza, la indigencia y la marginalidad supone colocar la centralidad del trabajo digno como eje fundamental de las políticas públicas; el empleo y la mejora sensible del ingreso de las personas, de los hogares y las familias argentinas, como instrumentos privilegiados de los procesos de desarrollo social.

En esa lucha juegan un papel decisivo las metas en educación, salud y empleo. La educación constituye el activo más importante para forjar las capacidades humanas para quebrar la disparidad de ingreso y la mejora de la calidad del trabajo

En función de buscar soluciones se necesitan acuerdos políticos y planes con metas para el corto, mediano y largo plazo, con la adecuada asignación de recursos, que brinden a la población intteegrada por niños, adolescentes y jóvenes alternativas superadoras. Solo así se los podrá sacar de la penosa y humillante situación en la que se encuentran y ofrecerles a cambio una vida con mejores expectativas y realmente digna.

Fuente: La Nación

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