La AFA y un escandaloso proselitismo

Si bien en nuestro país el fútbol profesional siempre ha estado atravesado por cuestiones políticas, en la actualidad ciertos desmanejos de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) y de su presidente, Claudio “Chiqui” Tapia, en particular, han llevado una situación a un límite intolerable.

De cara a las recientes elecciones presidenciales, Tapia apostó claramente por Sergio Massa. Esto llevó a que el candidato de Unión por la Patria y ministro de Economía estuviese presente en un acto en el que se anunció que la Argentina sería sede de uno de los partidos inaugurales del Mundial 2030, lo que constituyó un acto de campaña política.

En estas horas, cuando aún está muy fresco el triunfo de la selección argentina frente a Brasil en el estadio Maracaná, se analizan los motivos de las sorpresivas declaraciones del director técnico del equipo argentino, Lionel Scaloni, quien dejó abierta la posibilidad de abandonar su cargo. Es muy curioso que, en el momento de mayor gloria del representativo nacional, su entrenador, que tiene un contrato hasta 2026, anuncie su posible alejamiento.

Podríamos preguntarnos si esa tesitura tendrá que ver con los manejos políticos de quien está al frente de la máxima institución del fútbol argentino. Lo cierto es que desde el gobierno nacional siempre quisieron pegarse a la onda positiva que genera la selección, mientras que el cuerpo técnico y el grupo de jugadores comandado por Lionel Messi se cuidó de no abrir esa posibilidad.

Del afán de los dirigidos por Scaloni por no comprometerse con operaciones políticas hay varios ejemplos: uno fue la gambeta de Messi y del resto del plantel al ministro del Interior, Wado de Pedro, entonces potencial candidato presidencial que se instaló en Ezeiza al lado de la escalerilla del avión para tomarse una fotografía con los flamantes campeones del mundo a su regreso de Qatar. Se quedó con las ganas.

Luego, vino la negativa del plantel de concurrir a la Casa Rosada para exhibir el trofeo obtenido en la sede del gobierno nacional. El que se quedó con las ganas allí fue el presidente Alberto Fernández, en un hecho que lo llevó a asegurar que fue el único jefe de Estado que no se había fotografiado con los campeones del mundo.

Fuentes ligadas al ámbito futbolístico aseguran que el entonces candidato Massa estaba desesperado por tener su fotografía con los integrantes del seleccionado nacional y que Tapia había presionado al cuerpo técnico para que eso sucediera. Pero, finalmente, no hubo fotografía.

Recientemente, Scaloni debió sortear en una conferencia de prensa una pregunta respecto de un proyecto sobre la transformación de los clubes de fútbol en sociedades anónimas. El director técnico fue tajante: “En eso yo no me meto”. Tal señal de prescindencia política contrastó con la actitud de dirigentes de clubes alineados con Tapia, que salieron públicamente a defender las asociaciones sin fines de lucro.

Es frustrante que justo en los tiempos en que nuestro fútbol puede exhibir grandes logros deportivos a nivel internacional subsistan en el ámbito doméstico turbios manejos políticos, cambios de reglas, falta de organización e improvisación permanente. La poco transparente adjudicación por parte de la AFA del negocio de la venta de entradas para los partidos de la selección a una empresa que pertenece a allegados a Massa, y el reciente papelón que derivó en que numerosas personas que habían pagado una fortuna para ver el match entre la Argentina y Uruguay en la Bombonera no pudiesen ingresar al estadio son solo una muestra.

El panorama está abierto. Independientemente de lo que resuelva Scaloni, el fútbol argentino debe mostrar mayor seriedad en la organización de sus campeonatos, evitar los negociados y la improvisación, y terminar con el “manoseo” de los descensos y ascensos, para que los triunfos internacionales no sean un espejismo que tape la mediocridad y las miserias políticas internas y que el presidente de la AFA, “Chiqui” Tapia, no siga utilizando como una patente de corso la última Copa del Mundo obtenida por la selección nacional.

Fuente: La Nación

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