Educación a la intemperie

Otra vez la política toma de rehén a la educación. Cada gobierno dedica tiempo y esfuerzo a denostar lo hecho y lo no hecho por la gestión anterior en una interminable pulseada que, una vez más, termina por alejarlos de las reales preocupaciones ciudadanas.

Como todos los años para esta misma época, llegó el frío y con él un clásico en la provincia de Buenos Aires. La dirigencia política discute si fueron 1200 o 2000 las escuelas con dificultades heredadas en sus sistemas de calefacción, si la falta de suministro de gas es total o parcial, si se finalizaron o no las obras programadas y si la responsabilidad es o no es de la empresa distribuidora de energía, entre otras disgresiones oficiales, tan inconducentes como interminables.

Lo cierto es que las autoridades no han podido menos que reconocer los problemas en el suministro de calefacción, avalando la suspensión de clases, la reducción de horarios o su reprogramación en cientos de establecimientos, aunque no haya un registro oficial sobre cuántas escuelas se vieron afectadas. El director general de Escuelas de la provincia, Alberto Sileoni, pudo reconocer que “tenemos un problema importante de gas” y subrayó que sobre un total de 11 mil establecimientos provinciales, los inconvenientes se verifican en “poco más del 2,5% del total”. Merlo y Quilmes reportan ser los distritos más complicados. Dos años de escuelas cerradas podrían haber supuesto que en ese tiempo se las pusiera en condiciones, pero unas 214 ni siquiera pudieron abrir luego de la cuarentena por encontrarse en obra.

Solo en La Plata se calcula que 45 establecimientos debieron posponer o suspender la actividad, mientras los gremios identifican unos 85 con falencias en sistemas energéticos. Como era de esperar, las protestas se multiplicaron en los consejos escolares bonaerenses, incluido algún “frazadazo”. Mientras tanto, desde Juntos por el Cambio se solicitaron informes sobre el estado de los sistemas de calefacción y los motivos que justificaron los cierres de escuelas. Por su parte, Evolución Radical requirió conocer qué medidas adoptó el Ejecutivo frente a los cierres y si hay plan de reapertura.

Es lamentable y cuestionable que no se haya aprovechado el período de pandemia para reacondicionar las instalaciones escolares

El censo de infraestructura y relevamiento provincial de 2021 identificó 1967 escuelas con problemas estructurales de gas –el 18% del total–, en su mayoría con el suministro cortado total o parcialmente, y otras tantas en riesgo. Las situaciones se repiten en otros puntos del país, como Rosario, donde 300 establecimientos carecen de suministro de gas.

Mientras el Frente de Unidad Gremial (Suteba, FEB, Sadop y Amet) pidió informes a las autoridades y los activos Padres Organizados no cesan de denunciar la falta de previsión, demasiados chicos volvieron a estar ausentes en las aulas.

¿Puede ser optativa la asistencia a clase de los alumnos? ¿Es la educación pública una prioridad? ¿Cómo puede serlo si las aulas no están en condiciones y la conectividad no está al alcance de todos?

Un día se anuncia con buen tino que unos cien establecimientos incorporarán más horas de clase, y al día siguiente se envían notificaciones a padres sobre reducción de horarios por falta de calefacción. Con la cantidad de horas de aprendizaje perdidas por pandemia, solo pensar que no se aprovechó ese tiempo ni para la enseñanza, ni para el reacondicionamiento de instalaciones, revela el nivel de imprevisión que nos rige.

Los resultados de las evaluaciones escolares son dramáticos y nadie puede ya ignorar el colosal impacto del prolongado período de aislamiento social obligatorio sobre los aprendizajes de nuestros niños y adolescentes. Recuperar ese tiempo perdido parece ya imposible, pero cuesta entender que continuemos perdiéndolo por impericia, falta de planificación o inconciencia. Que no nos distraigan. No hay futuro sin educación.

Fuente: La Nación

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