Del “plan platita” a la extorsión explícita

La práctica gubernamental de anunciar bonos, subsidios y ampliación de beneficios de todo tipo resulta harto reiterada durante épocas electorales.

El llamado “plan platita”, que en esta oportunidad el ministro-candidato Sergio Massa está llevando a extremos insospechados, aun sin saber si se contará con los fondos suficientes para concretar semejante dispendio de dineros públicos dada la debacle provocada por su propio gobierno, se ha convertido en una clara extorsión en La Rioja. En esa provincia, el gobernador Ricardo Quintela anunció que dará un bono de 15.000 pesos a los estatales de planta transitoria y permanente y que se congelarán tarifas de servicios, pero lo condicionó al resultado electoral.

Las personas contratadas y becadas, las tutorías y quienes son beneficiarias del Programa de Empleo Municipal (PEM), en tanto, recibirán 10.000 pesos, así como los retirados y jubilados de la policía y del Servicio Penitenciario provinciales. Y también habrá un incremento de 5000 pesos para el monto actual del adicional compensatorio destinado a jubilados, entre otros trabajadores estatales.

El día del anuncio y al ser consultado por los periodistas sobre si esos bonos se mantendrán en el tiempo o se cobrarán por única vez, Quintela respondió: “Tenemos que pasar el mes de octubre, tenemos que ver el resultado de las elecciones y tenemos que conversar en paritarias y con los gremios y ver las posibilidades reales que tenga la provincia”.

El gobernador riojano es uno de los mandatarios peronistas más alineados con la campaña de Unión por la Patria. Tanto es así que desde hace tiempo recorre su provincia pregonando la inconveniencia de votar a otros candidatos en los comicios presidenciales de este mes. A tal punto lleva su prédica alarmista que ha dicho que, en caso de ganar Javier Milei, presentará la renuncia a su cargo.

Quintela presenta a Massa como emergente de algún tipo de revelación de fe, desconectándolo de las aberraciones que ha cometido y sigue cometiendo el gobierno que el tigrense integra desde hace más de un año. Y, sin siquiera sonrojarse, asegura a los riojanos que el país necesita a Massa porque es un “candidato racional”, que va a sacarlo “de la situación prácticamente terminal en la que se encuentra, similar a la de 2001″.

No obstante esa incoherencia discursiva, achacársela con exclusividad a Quintela sería una grosera simplificación.

Según un video que se hizo viral, difundido por la cuenta Indignado (indignadoxd) en X (ex-Twitter), se observa a una mujer, presumiblemente docente o sindicalista de ese gremio, intentando convencer en el aula de una escuela tucumana a alumnos adolescentes respecto de que tienen que votar a Massa porque, si no, van a perder todos los derechos.

Con argumentos variados y de distintos tonos, los alumnos le retrucan que el partido que la mujer defiende nunca ha hecho nada por ellos ni por los barrios donde viven ni por la provincia. Casi abatida por la contundencia de sus interlocutores, la mujer los insta a que, si no piensan en ellos, que piensen en sus padres. Otra extorsión indisimulada. Hay muchos Quintelas en el país.

En la introducción al video en cuestión se comenta que la mujer es una de las tantas enviadas de Roberto Baradel, de quien se asegura que instruye a docentes de todo el país para llamar a votar a Massa bajo la consigna de que “no gane la derecha”. Adoctrinamiento puro y duro.

Sirven estos dos ejemplos para resumir la enorme cantidad de tergiversaciones que se están difundiendo desde las usinas más diversas. También resultan útiles para reflejar el pavor de cierta dirigencia a perder sus lugares de poder, sus prebendas y canonjías, llegado el caso de resultar perdidosa en los próximos comicios.

Si alguno de ellos cree que replicando la estrategia de la mentira y la humillación logrará salir a flote electoralmente, es probable que logre todo lo contrario.

No está exenta de cometer estos viles errores ninguna de las fuerzas contendientes con vistas al próximo domingo 22. La diferencia con comicios anteriores es el nivel de descreimiento de la sociedad respecto de esos artilugios, el hartazgo frente a una dirigencia que la sigue subestimando y la necesidad de muchos de dar vuelta la página de la decadencia en la que se encuentra hoy nuestro país.

Fuente: La Nación

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